lunes, 5 de mayo de 2014

SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO.




Por Tcnl José Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1 /CMN 73)

    El anuncio de un senador bonaerense de su propuesta de activación del "Servicio Militar Obligatorio" (SMO) motivó la opinión sobre el mismo en los diversos medios de difusión. El objetivo de la propuesta está vinculado al tema social y no al de defensa o seguridad, ya que busca encontrar una solución a los jóvenes "ni-ni" (no trabajan y no estudian) a los que se supone origen o, a lo menos, motivo, por su inacción o responsabilidad, de algunos de los problemas actuales de violencia y, hasta, criminalidad.
    El SMO responde a un mandato constitucional y es legislado, como una metodología de preparación de los ciudadanos para integrar las Fuerzas Armadas en caso de Guerra, ya que, al finalizar el mismo, pasan a integrar las "reservas instruidas" que se convocarán como "complementos" a los "núcleos" militares. Este sistema fue evolucionando, conforme se producían cambios en los Ejércitos, motivados por la evolución de la Guerra, armamentos, tácticas, alcances, etc. Pero, quizás, lo poco comentado, es y ha sido, los efectos de la actividad en nuestro país como resultante de su aplicación en los tiempos de paz.
Lo primero que en general se recoge en las opiniones, es la instalación de la palabra "colimba" (Corre, limpia y barre), una real humorada que se observa con alguna simpatía, pero, en paralelo, la crítica al trato que recibió el "conscripto", que ya no es lo anterior, sino que es una deformación maligna del tema. La "vida militar" no es fácil, simple o cómoda y el "entrenamiento" puede llegar a ser cruel, vejatorio y hasta indignante. Ello se produce por la necesidad de lograr un nivel físico, pero también una calidad intelectual y espiritual, que permita "vencer" el sacrificio que contiene el combate. Este entrenamiento es común en todos los países y, los que lo duden, pueden verlo en las películas norteamericanas sobre el tema. En ellas, un "sargento maldito" se posesiona de sus "soldados" y les impone tareas, actividades y desafíos en los que, en la película, hay quien no lo resiste, por lo que sufre, se desgasta y padece hasta lo indecible o impensable. Siempre, como no podía dejar de ser, el final es un reencuentro cálido que llega con afecto de camaradas.
  El SMO existe en algunos países en la actualidad, otros los han reemplazado por "voluntarios" y, hasta algunos, lo tienen como un "trabajo", al que pueden acceder, no tan solo nacionales, sino también extranjeros. Ello se debe, no tan solo a criterios o tendencias ciudadanas, sino a la complejidad o capacidad de los armamentos, cada vez más poderosos y sofisticados. Esta cuestión, en los últimos tiempos, ha adquirido características específicas provenientes de la evolución y hasta el impacto de la Cibernética o los diferentes nuevos instrumentos de presión, que ya no son solo las armas.
Pero, pese a los cambios, los cuarteles siguen siendo el alojamiento de los militares, y nunca serán reformatorios o internados de señoritas.
Puede confundir el "empleo" de los militares en "tiempo de paz", ya que sus unidades poseen capacidades que pueden atender con éxito desastres, suplir ante desbordes incontrolables o concurrir organizadamente para restablecer situaciones, pero siempre respondiendo a la conducción superior del gobierno, pero nunca como instituciones de cambio de conductas sociales cuya modificación está en la sociedad misma y, en especial, la educación.
   El SMO en Argentina en tiempo de paz fue un accionar que contribuía a la sociedad en aspectos algunas veces olvidados. Uno de ellos fue el "registro" de la ciudadanía otorgando la documentación hasta que fuera reemplazado por el Registro Nacional de las Personas, otro la "Revisación médica de la clase" en el cual cada persona, no tan solo era evaluada, sino que se detectaban insuficiencias o enfermedades  que eran derivados a la atención correspondiente. No se puede dejar de citar las "escuelas primarias" de los cuarteles, donde se aprendía no tan solo a "leer y escribir" y se cubría el "analfabetismo", sin dejar de recordar los "oficios" de mecánicos, carpinteros, cocineros, etc. en que se preparaban. El tema de los estudiantes era considerado en especial con los entrenamientos específicos, que no les restaba tiempo en sus cursos. De más está señalar las diversas condiciones de "excepción" que contemplaba las situaciones familiares o religiosas, para que el servicio no vulnere necesidades o principios. No se puede descartar que puede haber habido situaciones personales que no fueran contempladas o imposiciones de actividades que no correspondían, pero, es de señalar, siempre existían medios reglamentarios para atenderlas o corregirlas.
   La propuesta del senador bonaerense activó el tema, pero es de recordar que tiempo atrás, un gobernador de provincia citó la posibilidad de una especie de variable, pero ambas tienen un sentido de "contención social", lo que las desvirtúa del objetivo que tienen que tener las organizaciones militares que se deben contar para la defensa en las que se está depositando la Soberanía de la Patria.

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