viernes, 13 de septiembre de 2013

CARTA ABIERTA PARA USTED



Por el Dr. Cosme Beccar Varela
12 de Septiembre del año 2013 - 1189



Estimado lector: 

Le escribo una carta porque cada vez estoy más preocupado por la situación del país, sobretodo por la falta de reacción de quienes somos las víctimas de esta tiranía. Creo que los artículos que he escrito, sobre todo el último (Nro. 1188) en el que descarto la posibilidad de salvarnos, aunque por milagro tuviéramos un Presidente ideal, y explico detalladamente por qué, describiendo una realidad grave y peligrosa que todos pueden ver y reconocer. Las cosas son así, y tan así, que no hubo ni una sola persona que lo negara. No exagero. Es exactamente eso. 

Sin embargo, nadie reacciona, a pesar de que a pesar de que, además de describir ese cuadro dramático, también dije que si se reuniera  y se organizara un grupo de argentinos de bien, inteligentes, patriotas, justos, valientes y generosos, podríamos, aunque más no sea, estar preparados para lo que venga, bueno o malo, y para cualquier circunstancia política, buena o mala. 

Tal vez esta propuesta no ha quedado suficientemente clara y es por eso que quisiera explicarla un poco más. Lo que sí creo que quedó bien claro es que si no existe ese grupo AHORA, aunque hubiera un buen Presidente no podría gobernar porque no tendría a quién nombrar para los cargos más importantes y decisivos. No hay manera de conocer a las personas, si durante estas vísperas dramáticas, no han salido de sus pequeñas vidas privadas y no han dado a conocer sus ideas. Si existen en el anonimato, son como el oro enterrado en las profundidades de la tierra. Mientras no lo descubren y lo sacan a la superficie, no vale nada.   

Pero hay otras razones para formar ese grupo, y como es posible que Ud. sea uno de sus posibles integrantes pero no se decide porque no ve qué razón hay para dar ese paso, quisiera explicarle lo que pienso sobre el asunto. 

* * * 

La Política (con mayúscula) no es la política con minúscula, que es sinónimo de politiquería. No es "el arte de lo posible" sino "el arte de hacer posible lo que debe ser hecho" y como todo arte debe ser aprendido en la teoría y en la práctica. 

La gente honrada le huye a la política porque se hace en una ambiente repulsivo de mentiras, traiciones, corrupción y fraude. Pero como los que hacen esa política llegan al poder sin verdadera oposición, lo monopolizan en su provecho y en perjuicio del bien común, dentro del cual está incluido el bien individual de Ud., estimado amigo. 

O la gente honrada como Ud. se defiende eficazmente o viviremos perpetuamente bajo la pata de esta tiranía que hoy encabeza la usurpadora Kirchner, pero que puede ser reemplazada fácilmente por cualquier otro títere sin que la nefasta situación varíe, sino para peor.   

Ahora bien, para que la gente honrada pueda reaccionar eficazmente es necesario que aprenda a hacer Política, o sea, que aprenda a derrotar a los políticos. No es con Maquiavelo que esto se aprende, sino con un  "anti-maquiavelo", aunque sin la zoncera que Maquiavelo suponía en todos los que no aceptaban su cinismo político. El fin no justifica los medios, pero los medios deben ser apropiados al fin. 

* * * 

Ese Arte Mayor de la Política se aprende de la Moral, de la Historia y de la Psicología. 

La Moral, basada en la ley natural, nos enseña a hacer el bien y rechazar el mal. Contrariamente a lo que dicen los maquiavelistas, la Política está subordinada a la Moral y no al revés. No es verdadera la tesis de Ortega y Gasset expuesta en su libro sobre Mirabeau, de que la moral de los políticos que gobiernan pueblos es distinta  y menos exigente en ciertos asuntos que la moral de los pequeños hombres que sólo manejan sus minúsculos intereses. 

Por el contrario, es más exigente y supone magnanimidad, la gran virtud que deben tener todos los que están llamados a actuar en los grandes asuntos, que, en este caso, somos todos ya que la crisis en que vivimos nos obliga a todos a intervenir en la Política. 

Conocer la verdadera Historia, no la que escriben las sociedades secretas para denigrar el catolicismo y la civilización cristiana y exaltar a sus falsos próceres, silenciando lo que no les conviene e inventando lo que lleva agua para su molino.   

La Historia bien estudiada es "maestra de la vida", decían los antiguos. Sobre todo, es maestra de Política porque allí vemos con claridad el principio, el desarrollo y el fin de los acontecimientos políticos y la actuación de sus personajes  y podemos aprender cómo se hacen y cómo no se hacen las cosas si queremos derrotar a los malintencionados o mal inspirados y si queremos que reine la Justicia al servicio del bien común.   

Allí vemos cómo actuaron los malos, con astucia, sin escrúpulos, mintiendo, fingiendo y matando almas y cuerpos. Y vemos cómo se equivocaron los buenos, por ingenuidad, por creerles a los malos, por ceder para no perder, por falta de constancia en la lucha, por no ser fieles a sus ideales, por mediocridad, por traición de los falsos líderes espirituales o temporales. 

Dicen que después de la batalla somos todos generales. Ojalá eso fuera verdad porque así podríamos aprender a evitar esas falencias de los buenos que actuaron en el pasado y de qué manera hubieran podido derrotar las falacias de los malos. 

En la Historia y en  la experiencia de la vida aprendemos lo esencial de la Psicología, que es el conocimiento de los hombres, sin ilusiones, ni entusiasmos, ni inquinas personales. Sin ese conocimiento es imposible actuar en Política porque confiaríamos en quienes no debemos y no nos daríamos cuenta en quienes tenemos que confiar. Y como la Política es un arte que se emplea en la vida social en la que es necesario que actúen muchos y actuar con muchos, saber discernir los caracteres, es esencial.   

Ahora bien, si no nos preocupamos por aprender estas cosas es claro que no nos sentiremos capaces de actuar en Política y por ende, seremos siempre esclavos de los políticos de la tiranía izquierdista que nos domina. Es decir, estaríamos renunciando a la Patria para ser ilotas (o idiotas) apátridas. 

No es necesario ser científicos en estas ciencias. Basta con una buena cultura general y una inteligencia exigida. Todos somos inteligentes, sólo que algunos a fuerza de no usar su inteligencia, se les va embotando y se van haciendo tontos y al mismo tiempo, esclavos.   

El esclavo es el que depende de la voluntad de otro y no es libre para decidir eficazmente sobre su vida, es el que vive sometido a un amo que sólo busca su propio interés y desprecia el bien del esclavo al que somete por la fuerza o por el temor a ser víctima de la fuerza. 

En este momento, todos estamos más o menos en esa condición. Todos somos esclavos, en mayor o menor medida. Con un agravante y es que los esclavos de la antigüedad estaban sometidos externamente pero interiormente muchos de ellos eran libres, mientras que ahora, gracias a la eficaz colaboración que le presta el clero modernista a los tiranos de izquierda, también nuestros pensamientos y nuestras esperanzas religiosas están sometidas por la herejía. "La Verdad os hará libres" (S. Juan 8, 32) dijo Nuestro Señor. A “contrario sensu”, la herejía nos hace esclavos en lo espiritual y en lo temporal.     

* * * 

Mientras perfeccionamos nuestros conocimientos en las materias arriba dichas, no podemos, sin embargo, demorar nuestra entrada en acción. No hay un minuto que perder.

Para eso recomiendo tener presente el orden intelectual y volitivo de la Vieja Escuela: "Ver, Juzgar y Actuar". 

Lo primero es "ver", o sea, observar la situación y conocerla tal cual es, no como los "politicólogos" quieren hacernos creer que es. No me acuerdo si era Talleyrand quien decía que "la palabra ha sido inventada para ocultar el pensamiento del hombre". Es muy probable que sea ese apóstata cínico el inventor de esa frase que, sin embargo, en alguna medida es aplicable a la prensa de hoy, dedicada a confundir y no a informar.  Si no aprendemos a leer entre líneas y a independizarnos de esa sutil manera de adueñarse de nuestros cerebros, nunca sabremos lo que realmente pasa.   

En esta lucha por el poder en la que la dificultad de ella aumenta con la maldad y astucia de los malos, hay que saber quienes son y cómo actúan, porque uno de los mayores peligros de los buenos es la ingenuidad, la tentación de ceder para no perder y el miedo al "qué dirán" si uno mantiene firmemente su objetividad. Guiarse por la versión falsa de los hechos (el "relato" le llaman ahora, pero sólo al del gobierno pero no a los equivalentes de la falsa oposición) es lo mismo que no saber nada y correr el riesgo de viajar en el vacío. La incomprensión de la gravedad de la situación es igual a una oportunidad perdida. 

En el "ver" se incluye el conocimiento de la situación en su totalidad. Desde la metafísica hasta la más minúscula tramoya de los ladrones públicos. El contexto internacional, los falsos amigos, los prejuicios a vencer. 

Para "juzgar" hay que tener una buena filosofía. Es imposible juzgar si no se conocen las causas y el por qué de las cosas, de las que hay y de las que tiene que haber para cumplir con el deber de servir la Justicia y el bienestar general que tiene todo gobierno. 

Esa filosofía es la aristotélico-tomista, pero no es necesario estudiarla con la profundidad de un filósofo. Toda persona normal, de buena índole y honrada, es, inconcientemente, aristotélico-tomista, porque esta es la filosofía natural, la del sentido común, la del amor a la justicia, sin subterfugios ni palabras difíciles que disimulan el error. 

"Juzgar" exige sinceridad y valentía intelectual. No retroceder ante las conclusiones que contradicen el Pensamiento Único o que pueden disgustar a los poderosos. En el juicio recto está la verdad sin la cual corremos peligro de perdernos en el laberinto del error y un error trae al otro hasta hundirnos en la confusión y en la impotencia para hacer el Bien.   

Por último, hay que "actuar" para lo cual hay que saber con quienes y con qué medios contamos. No se puede dar pasos más largos que las propias piernas. Pero es cobardía darlos más cortos. 

Hay que tener en cuenta que las alianzas no deben hacerse nunca sin que el que sirve la buena causa pueda hacer valer lo acordado. Una alianza en la que el menos bueno tiene más fuerza, es un suicidio.   

* * * 

Esto es lo que le quería decir. No sé qué más decir. Tal vez alguien podría corregirme cuando pienso que los "buenos patriotas" han dejado de ser las dos cosas porque no hacen lo que es obvio que deben hacer. Y por eso la Patria se pierde.  Me haría un gran favor si lo hace, porque estas ideas me pesan como una montaña y no sé cómo sacármelas de encima. 

Cosme Beccar Varela