miércoles, 4 de diciembre de 2013

"LA TAREA AUN NO HA TERMINADO": PALABRAS DE ROMERO MUNDANI EN EL 23 ANIVERSARIO DEL 3 DE DICIEMBRE DE 1990


PALABRAS DEL MAYOR HÉCTOR ADRIÁN ROMERO MUNDANI EN EL 23 ANIVERSARIO DEL PRONUNCIAMIENTO MILITAR DEL 3 DE DICIEMBRE DE 1990.- (03 de diciembre de 2012)

Señor Coronel D Mohamed Alí Seineldín. Como cada año, una vez más aquí están tus hombres, aquellos que tuvimos el honor de elegirte para que nos condujeras por el camino del honor y la dignidad, aquellos que tuvimos la gracia de acompañarte en el intento de restaurar la Patria en sus Esencias y de estar a tu lado a la hora de la prueba y el escarnio, espalda contra espalda, procurando el triunfo, pero dispuestos al testimonio y hasta la muerte si fuera necesario.

Y lo hacemos hoy, en el aniversario de la Gesta, porque al pasar del tiempo cada vez más valoramos tu increíble capacidad intuitiva de predecir el futuro y confirmamos la absoluta necesidad de haber intentado lo que intentamos para procurar evitar este presente inicuo de la Patria.

Predecir el futuro, sí, porque era aún una realidad la Guerra Fría y la Unión Soviética mantenía su status de potencia, cuando nos explicabas la futura síntesis de ambas concepciones ideológicas, diferentes formas de un mismo mal, el materialismo, que deshumaniza al hombre desnaturalizándolo, al decir de Chesterton, quitándole hasta lo natural por no reconocerle lo Sobrenatural.

Recuerdo ahora que hace algunos días, mi Párroco, en su habitual homilía dominical, hizo una clásica pregunta: “¿Se puede construir un mundo sin Dios?”… y la sorpresiva respuesta que dio a continuación, no fue la esperada en un  creyente: “Sí, se puede”, expresó…  y,  luego de una expectante pausa, agregó: “es el que tenemos… y sus consecuencias están a la vista”

Luego continuó aclarando que, obviamente, esto no era porque Dios no existiera, sino porque los hombres hemos expulsado a Dios de nuestras vidas y hemos decidido vivir como si Él no existiera. Y, así, Dios ha sido excluido de la sociedad, de las instituciones y hasta de las Familias y Él, siempre respetuoso de la libertad de sus creaturas, se ha quedado afuera.

Y es así como la sociedad está desintegrada, las instituciones ya no existen (o mantienen una existencia meramente formal), las Familias han sido desnaturalizadas y, como consecuencia, el hombre ha quedado solo, en una soledad que lo aliena y angustia… esa es la “felicidad” que nos ofrece un mundo sin Dios.

Indudablemente estos conceptos, a la luz de la realidad que hoy vivimos, nos ayudan a comprender aquel tradicional lema de los comandos argentinos que el coronel Seineldin generalizara entre sus seguidores: “¡Dios y Patria… o muerte!”; ya que pese al escándalo que produce una expresión tan políticamente incorrecta, no se trata de amenazar con la muerte a quien no tiene Fe, sino explicitar que donde no reina Cristo… reina la muerte… esa es nuestra sociedad actual.

Y es que la Revolución Mundial, siempre recreándose, llega a nuestros días de la mano de Toni Negri como “Guerra Social”, una nueva etapa de la Guerra Revolucionaria que mantiene sus objetivos funcionales al Imperialismo Internacional del Dinero, disfrazado siempre de progresismo que, siguiendo cabalmente las directivas gramscianas, procura cambiar las pautas culturales atacando sus bases: la Familia y la Iglesia.

Y si de progresismo hablamos, hoy tan de moda, encontramos que el Santo Padre Francisco, comentando la lectura del Libro de los Macabeos, nos decía al respecto hace unos días: “que el Señor nos salve del espíritu mundano que negocia todo, no solo los valores, sino también la Fe” y continuaba diciendo que los líderes del pueblo, atraídos por la mundanidad, ya no quieren ser distintos y abandonan sus propias Tradiciones para ir a negociar con el extranjero.
“Van a negociar, y se sienten entusiastas por esto. Es como si dijeran, vamos con el progreso, donde va toda la gente”, y advirtió que se trata del “espíritu del progresismo adolescente” que “cree que ir adelante en cualquier elección, es mejor que permanecer en las costumbres de la fidelidad”.

“No es la bella Globalización de la unidad de todas las Naciones, cada una con sus propias usanzas; es la Globalizacion de la unidad hegemónica, es, precisamente, el pensamiento único”.

Y se pregunta luego “pero Padre, ¿esto también sucede hoy?” Y se responde “Sí, porque el espíritu de mundanidad también existe hoy, también hoy nos lleva con este deseo de ser progresista siguiendo el pensamiento único”… “esta gente, movida por el espíritu del mundo, ha negociado la propia identidad, ha negociado la pertenencia a su pueblo”

Y, finalmente, advirtió que “hoy se piensa que debemos ser como todos, debemos ser normales, como hacen todos, con este progresismo adolescente.”.   Hasta aquí, he seguido las reflexiones del Santo Padre.

Y así, hemos llegado al aquelarre de la dictadura de las minorías, donde el derecho (o seudo derecho) de los pocos, está por encima del derecho de las mayorías y el Bien Común; donde está prohibido tener pensamientos propios; donde las mayorías nos vemos silenciadas por la prepotencia del poder; el ataque a la Familia ya es desembozado, la falta de pudor, la carencia de honestidad, la corrupción como habitualidad, la ausencia del Estado con sus consecuencias de inseguridad, el libertinaje que corrompe a nuestros niños desde el mismo estado (de derecha y de izquierda)… ya no hay límites, todo está permitido.

Asumimos y declamamos que la sociedad está en crisis y, para solucionar el problema, profundizamos “el modelo”: peor educación, menos seguridad, más impunidad… todo está permitido, porque todo es relativo. Si no hay trascendencia, ¿qué es la verdad?, ¿qué es el bien? ¿Qué es la belleza?... Lo que yo quiero… lo que a mí me gusta. Y, así, hemos entrado en un círculo vicioso que en lugar de sacarnos de la crisis, la profundiza y, lo peor, es que ese es el objetivo: centrifugar la sociedad hasta que el hombre quede sólo e indefenso y, para sobrevivir, acepte cualquier cosa.

La sensación de que “el mundo va para allá”, la vergüenza a ser o pensar distinto porque de inmediato se recibe la condena social que repite el “relato” que le han inventado, ya se trate de la Historia, de la Moral o lo que fuere. Todo ha sido reescrito y nadie puede pensar distinto.

Hace 23 años, 1000 hombres, siguiendo a Seineldín intentamos evitar la desnaturalización de las FFAA. Sabíamos que destruir las instituciones custodias de “los más altos intereses de la Nación” era el primer paso, luego seguirían una a una cada una de las instituciones que naturalmente a lo largo de los años se había dado la sociedad.

En reiteradas ocasiones, comenzando en el juicio que afrontamos por haber intentado evitar la destrucción, he demostrado que nuestra intención no fue la de efectuar un Golpe de Estado, lo cual quedó confirmado por la justicia. La mejor prueba de ello, es que el formidable poder de combate reunido en Boulogne, al llegar a la Panamericana, pudiendo ir hacia la Casa de Gobierno y quedarnos con todo, decidimos doblar hacia la Provincia para ser fieles a nuestros objetivos y limitaciones autoimpuestas: no era un Golpe de Estado.

En los últimos tiempos, a la vista de las consecuencias de nuestra derrota, que fue la derrota de la continuidad histórica de la Nación ya no estoy tan seguro de no habernos equivocado. Es este un pensamiento exclusivamente personal, pero cuando veo los despojos de la Patria, la inmundicia y la falta de pudor, el ataque a la Familia, los niños y los jóvenes, la mentira instaurada en el poder ya no estoy tan tranquilo con mi conciencia como cuando tuvimos que decidir. Jamás pensamos que pudiera llegarse a tanto.

Quizá una persona con la inteligencia y sensibilidad fuera de lo común, como la del Coronel D Jorge Alberto Romero Mundani, mi querido jefe y hermano, pudo ver más allá y, vislumbrando las consecuencias de la derrota, quiso dar un grito desesperado alertando sobre la disolución Nacional. Quizá el noble y valiente corazón de mi Coronel Seineldín, no pudo soportar la incomprensión de lo que él veía tan claramente y estalló ante el profundo dolor de la Patria.

Hace 4 años, en este mismo lugar, expresé que después de la Gesta de Malvinas, la Patria quedó inexorablemente dividida en dos: los del 14 de junio (quebrados, entregados y sometidos), los que creen que hay que seguir la corriente porque es inevitable, y los del 2 de Abril, los que creemos que la Patria es posible, que tenemos el derecho a ser lo que DEBEMOS y queremos ser.

En estos últimos está nuestra Esperanza; en los Argentinos del 2 de abril está la Esperanza de la Restauración de la Patria para felicidad de su pueblo. La tarea no es fácil, luchamos contra el relato oficial… y el de la oposición (ambas caras de una misma moneda). Habrá que comenzar como en los inicios, cuando todo un pueblo decidió que había llegado la hora de la libertad y, sin medir consecuencias, tuvo la locura de alzarse contra la potencia de la época… y fue libre.

Fue libre en las puebladas como las de Cuyo, formando el Ejército de los Andes, o el Éxodo Jujeño y tantas otros… pero fue libre también, de la mano de hombres como Saavedra, Belgrano o San Martín que ponían el triunfo de las armas de la Patria en las manos de Dios Nuestro Señor y su Santa Madre.

Las épocas han cambiado, la Guerra es otra y sus técnicas también. A la Guerra Social se la gana desde una sociedad esclarecida, donde en el boca a boca cada uno que en su fuero íntimo, en el fondo de su corazón, siente que este no es el camino de la Felicidad, pueda saber que no está solo, que cientos, que miles, que millones de Argentinos quieren volver a sentirse orgullosos de ser honestos, de ser padre de sus hijos, maestro de sus alumnos, autoridad velando por el Bien Común de sus conciudadanos

Solo hay que atreverse a hablar con el vecino, con los amigos, con la Familia y, como en aquel clásico cuento, veremos que sólo hace falta que alguien se atreva a gritar que ¡el Rey está desnudo! Y, así, muchos volverán a ver la realidad.

El tiempo sigue pasando y la tarea apenas comienza y, aunque he buscado otras formas, no he podido evitar terminar con las mismas palabras que hace 4 años: el Coronel Seineldín nos devolvió la Esperanza… victorias o derrotas son dos impostores que no están en nuestras manos, solo la lucha nos pertenece y a ella nos debemos. No es hora de descanso, es hora de vigilia, es hora de trabajo, la Patria necesita ser restaurada en sus Esencias, la tarea aún no ha terminado.


Dios y su Santa Madre protejan a la Nación Argentina. ¡VIVA LA PATRIA!

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