sábado, 9 de noviembre de 2013

SANCHO, SIGUES SIENDO "PANZA", PUES LOS LADRIDOS NO TE DESPIERTAN




Por el Dr. Cosme Beccar Varela 
Buenos Aires, 08 de Noviembre del año 2013 – 1204

Recibí de un antiguo lector y amigo de "La botella al mar" una carta (el 7/11/2013)  en la que incluye el siguiente párrafo: 

"....desde hace un tiempo a esta parte, lo observo un tanto intempestivo, con quien no coincide con su pensamiento. Desde ya le digo que está en todo su derecho, pero le arrimo una opinión, ya que la verdad no tiene dueño, ni dueños, ésta existe más allá que la mentemos o no. Y al recto observador de la realidad, le corresponde por razón de estricta justicia, mostrar la verdad y no utilizarla como una cachiporra, ya que la misma realidad nos *agrede*, por así decirlo, hasta el cansancio." 

* * * 

Esto me da ocasión para escribir algunas reflexiones sobre la razón de ser de "La botella al mar" y, en definitiva, de mi vocación personal, o sea, aquello que creo es mi deber frente a Dios y a mi prójimo. 

Hace muchos años que milito en las filas del catolicismo. No presumo haber hecho todo lo que debía,  pero si estoy seguro de no haber traicionado jamás a sabiendas mi fidelidad a la doctrina de la Iglesia ni al mandato histórico de la civilización cristiana de la cual nuestra Patria fue parte, como lo es hoy de los restos de su naufragio. 

Han pasado 57 años desde que me presenté en estas lides y 13 desde que publico "La botella al mar", siempre con la misma intención y con los ojos puestos en la buena doctrina y en la realidad del país, y he podido comprobar tres cosas: 

1) Que la doctrina de la Fe está siendo silenciada, falsificada y substituida en los ambientes eclesiásticos por la herejía modernista-progresista y que, por lo tanto, los católicos laicos hemos quedado desamparados y librados a nuestras propias fuerzas y entendederas. 

Eso tiene un lado esperanzador porque Nuestro Jesucristo prometió que "estará con nosotros hasta la consumación de los siglos" (S. Mateo 28, 20), es decir, si falta el sostén de la Iglesia visible a la que siempre debemos ser fieles por más que su faz esté velada y oculta, se redobla y se redoblará en cada uno de nosotros el auxilio de la gracia para no caer en la herejía, puesto que el mismo Salvador afirmó: "El Consolador, el Espíritu Santo, que mi Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará cuantas cosas os tengo dichas" (S. Juan 14,26). Es lo que Pio XII llamó "la inhabitación del Espíritu Santo en nuestras almas" (Encíclica "Mystici Corporis Christi", nro. 35). 

2) Que el país ha sido dominado constantemente por los peores con las peores ideas, más o menos disimuladas, pero siempre eficaces en su siniestra tarea de destruir nuestras tradiciones y abolir el bienestar general basado en la Justicia. 

El peronismo ha sido y sigue siendo el instrumento del comunismo, del militarismo, del liberalismo hipócrita, de la corrupción moral y del latrocinio descarado. Los buenos no pueden prosperar, los que deberían gobernar son anulados, los más desvergonzados son promovidos y por detrás de toda esa farsa política, es evidente que está en marcha un plan para montar un Estado marxista-leninista sobre las ruinas de la vieja Argentina. 


3) Que ante este panorama evidente e insoslayable, los "buenos patriotas" se hacen los idiotas y se niegan a enfrentar el peligro para defender la Patria. Usan diversas excusas, algunas de ellas invocando una causa noble, pero que no sirve para detener el proceso en el que estamos forzadamente embarcados. Y eso ocurre desde que tengo memoria, aunque antes todavía quedaban algunos que intentaban resistir: ahora no queda nadie, de manera que es inútil argumentar y exhortar. Todo cae en saco roto. 


* * * 

Siendo así, ¿qué cree mi amable amigo epistolar que debo hacer?  Tengo sólo dos opciones: o no decir nada más o dar “garrotazos” de verdades, no porque yo sea "dueño de la verdad", como dice mi amigo usando una frase de mal origen, sino porque la verdad es dueña de mí y no puedo callarla para convertirme en un "perro mudo", como los prelados y los "bien nacidos". 

El ladrido del perro despierta y alerta al durmiente para la defensa. Si oyendo el ladrido, éste sigue durmiendo, eso significa que es un traidor y que, antes que luchar, prefiere dejar que los criminales entren en su casa, maten a sus hijos, violen a sus hijas y lo degüellen a él. Obviamente, no puedo sentir amistad sino una enorme pena por esos cobardes y rezar por su conversión. Sin dejar de "ladrar" con todas mis fuerzas. 

Cosme Beccar Varela

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