jueves, 11 de julio de 2013

CARTA ABIERTA A GUILLERMO MORENO.


Por Alesia Miguens
8 de julio de 2013

Me dirijo a Usted: Despreciable engendro de la más estrepitosa decadencia política.
Para aclararle un par de cosas, e invitarlo a otra.

1- Los que tienen las manos manchadas de sangre NO son los periodistas. Es Usted, y demás miembros de ese Régimen de asesinos seriales que integra.

Lo invito a recordar nada más los MUERTOS flotando por las INUNDACIONES gracias a SUS NO INVERSIONES realizadas, PERO SÍ ROBADAS.

Lo invito a recordar las TRAGEDIAS de TRENES haciendo puré de gente, gracias a SUS NO INVERSIONES realizadas, PERO SÍ ROBADAS.

Lo invito a recordar el NEFASTO NÚMERO DE CRÍMENES DIARIOS gracias a LA ABSOLUTA FALTA de políticas de su Régimen.

La SANGRE que chorrea de SUS MANOS y SUS BOLSOS sólo es comparable con las de Atila.

2- Usted NO es un Señor. No lo fue ni será NUNCA. Tampoco un Sr. Secretario. Es el secretariucho del mayor desastre de la historia. Pero sí es un bastardo, sin gloria por toda la historia. Hoy, con un poco de poder, con el que NO sabe qué hacer. Porque además de inútil, es usted un ignorante. Y como tal, chilla para obtener el respeto que NO le dan. NO le tienen. NI le tendrán. Porque el respeto, como la admiración, el amor, o la confianza, NO SE EXIGEN. SE GANAN. Y usted, psicópata infeliz, lo único que gana es confirmar que lo suyo, lo de ustedes. NO son muestras de Poder. Son ostentación de IMPOTENCIA.

Lo invito entonces a un mano a mano; no con la interminable lista de amigos que se desvelan por encontrarlo, sino conmigo.

Con esta Sra. a la que le gustaría ver, si le da lo que se supone tiene en la entre pierna, y se anima a dejar el VIAGRA de ‘Sr. Secretario’, y me da 5 minutos, mano a mano.

Pero el verdadero problema no es usted.

El verdadero problema es la psicópata NERONA de La Salada que además de SANGRE, chorrea GRASA.

Sin olvidar, jamás, a la manada de POLITICUCHOS cobardes y corruptos, incapaces de exigir un examen psiquiátrico de la jauría gobernante.

Pero no se preocupe, mi despreciado, todo termina tarde o temprano.

Recuerde usted cómo acabaron los mil años del Reich… Ustedes también terminarán.

Y ahí estaremos NOSOTROS, le prometo.

PARA ASEGURARNOS DE QUE TERMINEN: IGUAL.

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