lunes, 15 de abril de 2013

LOS LÍMITES TODAVÍA SON FLEXIBLES



Por Carlos Manuel Acuña
Para algunos observadores la situación política e institucional se acerca más rápidamente de lo previsto a un desenlace cuyas formas todavía son difusas. Por ende, admiten reflexiones cambiantes pero todos los análisis coinciden en que la trama de los hechos, la dinámica que los alimentan, confluyen hacia un punto todavía indefinible pero con escasos y nulos misterios acerca de su contenido.


De todos modos, la propaganda desarrollada desde 1983 y en particular por el actual oficialismo, ha calado hondo en determinados sectores donde circunstancias fortuitas - el clientelismo que genera los subsidios-  permitieron demorar la caída de la imagen positiva que aún mantiene el cristinismo aunque en franco proceso de retirada. Para decirlo más crudamente, otra tragedia como la ocurrida en La Plata puede tener consecuencias políticas de alcances realmente críticos e indomables. Sin embargo, si quisiéramos definir cual sería el rumbo de esos hipotéticos acontecimientos, todavía es difícil presumirlos con cierta aproximación. En otras oportunidades o si se prefiere, en momentos más normales de la vida del país, podrían preverse pero hoy día la hondura de las crisis es tan profunda y abarcativa, que incluso toma cuerpo la expresión nacida como una broma para responder a esa expresión del enojo popular que desde hace tiempo pide "que se vayan todos". Ahora, con sus más y con sus menos, se repite que "venga alguien" y los más osados añaden todavía en voz baja "...y que sea cualquiera. Siempre será mejor que esto..."

Si meditamos por unos segundos sobre el contenido de estas frases y su tremendo significado, podemos apreciar que que sobresale la esperanza y la necesidad de que aparezca un liderazgo que se ocupe de atender la peligrosa problemática en que se desenvuelve la sociedad argentina, es decir los intereses legítimos del estado y de los ciudadanos. La ausencia de liderazgo no está referida solamente a una persona o caudillo que asuma las funciones que corresponden a todos, sino que expresa la inexistencia de una verdadera clase dirigente que marque rumbos para salir del marasmo en que estamos metidos.

Toda esta introducción al comentario de hoy nos facilita recordar que desde hace mucho hablamos en esta misma Hoja acerca de la posible derivación de la crisis hacia una Liga de Gobernadores que asuma la responsabilidad de evitar una guerra civil o una quiebra económica y productiva que coloque a nuestra ex República - otrora orgullosa, atractiva y prometedora de éxitos y poder - en el camino de la recuperación. Para ese entonces los problemas ya eran tan agudos que la población aceptaría medidas de excepción e incluso los políticos - tan silenciosos para atender los momentos de peligro y tan declamatorios cuando ven que su futuro entra en zona de riesgo - respaldarían una salida de la encrucijada siempre y cuando se mantuvieran las formas y la vigencia del sistema. Sin embargo, nada ocurrió, el tirabuzón descendente mantuvo su ritmo de decadencia, quienes estaban (y están) ubicados en los lugares privilegiados de la corrupción contuvieron la respiración por unos instantes y ésta prosiguió extendiéndose, lograba  más adeptos, los gobernadores conversaban entre si no tan preocupados como lo hacen en estos momentos y los militares soportaban a pie firme los agravios cotidianos y las  barbaridades jurídicas, económicas y funcionales que se adoptan para desmerecerlos, carcomerles la íntima moral y destruir el profesionalismo que siempre los destacó. El escenario no podía ser más deprimente aunque comenzó a registrar un fenómeno que sólo ahora es perceptible sin que nadie se queje si lo mencionamos: el ingreso de la Argentina como fenómeno extraordinario en los niveles superiores de la opinión pública de los lugares más significativos del planeta. Así, el periodismo extranjero y figuras representativas del pensamiento se expresan con creciente acidez sobre el caso argentino y decir que de la acidez al desprecio hay un trecho muy corto, se convierte en algo doloroso al tener que escribirlo.

Las honduras de esta realidad asume un perfil más agudo si reflexionamos que la actitud que comentamos proviene de países y sociedades con enormes problemas estructurales tanto económicos como políticos y sociales, pero que buscan sus soluciones con personas responsables y un  medido ejercicio de la capacidad. Cuando no es así, tarde o temprano son reemplazados lo que demuestra otros parámetros de comportamiento, el mismo que repara en nuestra riqueza anterior, de la potencial que mantenemos inmóvil y hasta agredida como sucede con el campo y que podría crecer si nos dejaran hacerlo aquellos que fueron elegidos para gobernar. Para más datos podemos acotar que se piensa en nuestros grandes espacios, en la variedad de nuestro clima, en la alfabetización que habíamos logrado y perdemos rápidamente, en el deterioro progresivo de nuestro sistema educativo, en nuestra inseguridad y en ciertas intimidades que aluden a la disminución o pérdida del sentido de pertenencia. Así, nadie se explica más allá de nuestras fronteras el motivo de los agravios que desde e poder político se lanza contra nuestros próceres o nuestros héroes o personalidades modernas. Cuando se sabe que fue descolgado el retrato del almirante Castro Madero en el lugar desde donde fue el principal creador de nuestra capacidad nuclear o el del capitán Ghiachino, primer muerto del desembarco en Malvinas, nadie puede creerlo y mucho menos cuando se enteran que se desean destruir los monumentos del general Roca, padre de la Argentina moderna, con su territorio y sus fronteras hoy desguarnecidas.

Si acudiéramos a los ejemplos  - aunque sea a los más destacados -  no tendríamos espacio para continuar con esta disección y sus alternativas más inmediatas. El miércoles 10, quien esto escribe participó con su amigo Enrique Avogadro de una asamblea para analizar la situación que se vive. La síntesis que ofreció la entusiasta concurrencia fue la urgente necesidad de salvar a la República, de defender y mejorar el funcionamiento de la Justicia, de afirmar la división de poderes y fundamentalmente, con referencia al poder Ejecutivo y quienes lo sostienen, se acordó en ¡que se vayan! y dejen el camino libre para ensayar la difícil recuperación que nos espera. Por cierto, se coincidió en participar de la concentración del 18 de este mes y aceptar el reto de asumir responsabilidades políticas en el futuro cercano. No se habló ni de mecanismos ni de exclusiones -sólo las expresivas de la corrupción vigente- e incluso se abogó por una unidad que no excluyera a confiables ejecutores de nuestra política enferma. Todas fueron señales del ánimo que rige nuestro presente y de la expectativa que permanece abierta.

Por eso no puede evaluarse el escenario político sin tomar en cuenta la importancia de ea fecha que convocará una movilización ciudadana en todo el país. Al respecto, resulta inexplicable que Cristina se haya adelantado al 18 de este mes para lanzar su proyecto de controlar al Poder Judicial para mantener, renunciar o nombrar jueces de acuerdo con su conveniencia. En resumidas cuentas, de eso trata la llamada "democratización de la Justicia", proyecto que ya es emblemático y será resistido en términos impredecibles. Para algunos, marca el límite de la tolerancia, para otros, será el comienzo de una aceleración de la crisis que posiblemente establezca las condiciones para una derrota electoral en este año crucial para el futuro. Si bien el gobierno de Cristina avanza de error en error, las alternativas para revertir la tendencia hacia el rechazo popular cada vez son menos y angostan la senda hacia un final decoroso. De allí, que hasta los observadores más optimistas aprecian que la flexibilidad de los límites puede agotarse y romperlos y si eso sucede es muy difícil hablar de formas y previsiones, Tan frágiles se muestran las cosas, que mientras unos aprecian que podría haber renunciamientos otros, tal vez más realistas, consideran inevitable que surgirá una etapa de violencia. Cristina no retrocederá ni un paso y por lo contrario, aumentar su apuesta. Desde el interior, viejos montoneros tratan de resucitar la organización, anuncian que "las armas no están enterradas" y tácticamente propician la vía democrática para el ejercicio de la política. Estos reorganizadores - que compiten y simultáneamente coinciden con La Cámpora - sostienen que las crecientes condiciones de pobreza, la desocupación y la parálisis económica del país, son factores ideales para recrear su viejo proyecto y ejercen el optimismo al evaluar que las Fuerzas Armadas y de Seguridad carecen de las capacidades que les permitió vencerlos en los años setenta.

Alrededor de estos componentes hay todo un ejercicio de probabilidades que también transitan por el campo cultural donde a la inversa de lo que puede imaginarse, no se toma en cuenta la modificación estratégica que ha sufrido el mundo. Cuba perdió fuerza y su vida interna aún registra una incógnita, Bolivia carece de significado en todo sentido, Venezuela marcha hacia una catástrofe en todos los órdenes y Ecuador, con su economía dolarizada, es una contradicción que sumada a su pequeñez es algo así como un punto en el mapa. Buenos paisajes, lindos colores y China como único comprador de su petróleo. En la Argentina sólo los twitteros pueden aspirar a reunir un par de millones de personas, la vacancia generacional es un fenómeno que reúne perfiles misteriosos y tan contradictorios como para que algunos analistas sostengan que una confrontación es inevitable ...... y necesaria. 

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