sábado, 3 de noviembre de 2012

¿TRESCIENTOS? DEFENSA DE LA CATEDRAL METROPOLITANA





No sé si llegábamos a ser tantos, y estábamos bastante lejos de estar "unidos y organizados". La verdad es que lo de ayer en la Catedral fue una cosa increíble.

La previa
A poco de llegar, para no perder la costumbre, ya habían discutido entre el "frente de algodón" (mentalidad naranja) y el frente cachiporra. Unos venían con la intención de rezar y nada más, sin contestar y sin nada de nada. Otros, venían con la consigna "lo de Posadas, nunca más". Y así, los que quisieron se pusieron detrás de la valla, y los que quisieron, adelante de la valla.

La llegada de los orcos
De pronto llegó la turba. Realmente impresionante, creo que en proporción a los que éramos nosotros, había 30 de ellos por cada uno de nosotros. La policía se puso delante de nosotros, había dos cordones.

Momentos de tensión
Hubo concretamente 3 momentos en los que pensamos que nos molían, porque se rompió la barrera policial. Si se armaba la gorda íbamos a ser sándwich de valla y policía, porque no había por donde salir. Se pudieron contener rápidamente (realmente los poli tienen experiencia en esto).
Volaron también un par de huevazos, una verdadera pena considerando lo ricos que hubieran quedado en una torta o un homelette.
Volaron también algunas cañas, que fueron cordialmente devueltas, asimismo ocurrió con unas botellas de plástico. Nada demasiado contundente.

Cánticos
Ellos cantaban su típico cantito, y mientras algunos escuchamos que alguno ingenioso de los nuestros empezó "¡es pro vida, tu vieja es pro vida, es pro vida, tu vieja es pro vida!". También se escuchó: "zurdos, marxistas, son todos peronistas". Y estuvo el infaltable toque al ver las banderas del Che que traían: "Andate a Cuba la put... que te pa..."
Por supuesto que mientras algunos empezaban a cantar, desde adentro algún espíritu Gandhiano decía "no, che, no contesten!" En fin.
Se cantó Cristo Jesús en ti la Patria espera, además de Cara al sol y el Salve Regina.

La desconcentración
Después de mucho tiempo allí adelante, ellos empezaron irse y la policía no nos dejó salir del vallado hasta que no vieron que se fue el último de los que estaban allí.

La Perlita de la defensa: el Padre Francisco Morad.
Llegó y comenzó a conversar con los que estaban allí. El consideraba prudente que nos pusiéramos detrás del vallado. Pero cuando vio que algunos querían estar delante del vallado igual SE QUEDÓ ADELANTE (aunque eso le valió un huevazo en la cara).
Hacía tiempo que tenía ganas de ver esa talla de sacerdote. Ojalá la próxima marcha esté un poco más asistida por los prelados.

Mi conclusión
El objetivo se cumplió, la Catedral no la pintaron. Y como no la pudieron pintar, los muy democráticos se conformaron con grafitear el Cabildo y la Legislatura porteña.
Por otra parte, creo que quedó claro que ya no va a volver a pasar lo que pasó en Posadas. Mal que les pese, los zurdos y a los católicos Gandhianos. Escuché que algunos de frente de algodón decían que no había que contestar las agresiones para que los medios "vean y muestren" que los que agreden sin razón son ellos. Se ve que estos muchachos no vieron ayer lo que tendenciosamente decían los medios. No entendieron todavía que los medios son liberales y que jamás se la van a jugar por nuestra causa.
Para muestra, les dejo el "cadáver" de noticia que publicaron hoy en Clarín escrito por Victoria de Masi. Como muestra, sobra con ese botón, es imposible tergiversar más los hechos. Después no me vengan con que los medios hablan y cuentan lo que pasa. Los medios MUY POCAS VECES cuentan lo que pasan.
Y sin ser K, el 7D OJALA QUE LOS HAGAN ÑOQUI A LOS DE CLARÍN QUE DIFAMAN A LA IGLESIA CADA VEZ QUE PUEDEN.  

Fuente:
http://laesposadelneotradi.blogspot.com.ar/







INTENTO ABORTISTA CONTRA LA CATEDRAL METROPOLITANA: UNA NUEVA DERROTA DE ISENGARD




Por Mario Caponnetto


Esposa, hijos y nieta fueron unánimes en su juicio: no vayas a la Plaza de Mayo a intentar defender la Catedral (del anunciado ataque de los abortistas). Sólo serás un estorboNo es cosa de viejos. Eso es para los jóvenes o para los que, al menos, todavía conservan vivos algunos reflejos. Seguí el consejo familiar. Me arrepentí. Al ver las imágenes por televisión -oír, después, el relato de mi nieta- sentí que había faltado a una cita de honor.
Ayer, Festividad de Todos los Santos, en Plaza de Mayo, un puñado de católicos se apostó, rosario en mano, sobre las escalinatas de la Catedral Metropolitana, dispuesto a impedir el paso de las hordas abortistas. Fueron muy pocos; apenas poco más de doscientos frente a varios cientos de los otros. La oportuna presencia de la Policía impidió que las cosas pasaran a mayores. Hubo, de parte de los “otros”, insultos, blasfemias, palazos, huevazos, botellazos. De parte de los “nuestros”, además de un incesante rosario, una condigna respuesta verbal y hasta algún santo pugilato que, sí Señor, está permitido siempre que sea posible y no se falte a la caridad debida. Que ésta no ha de faltar nunca aunque haya que andar a los sopapos.
Mi nieta, a sus catorce años, hizo ese día su bautismo de fuego (mejor dicho, de huevo). Relatándome sus experiencias me decía con inocultable alegría adolescente: Fue algo así como la Batalla del Abismo de Helm, de El Señor de los Anillos. Nosotros, como el pequeño ejército de Rohan, nos enfrentamos a las poderosas fuerzas de Isengard. Peor, porque éramos aún menos que los de Rohan. Los orcos, semiorcos y huargos, llenos de furia, eran una multitud, venían desde Congreso, ocupaban la Plaza, se enfrentaban a la Policía, tiraban de todo... Pero, al final, se fueron sin logar entrar en la Catedral, ni acercarse a ella. ¡Los vencimos!
Imaginación adolescente, sin duda. Pero no tanto. A su escala, lejos ciertamente de los fantásticos escenarios tolkianos, ayer, Isengard sufrió, en la Ciudad de la Santísima Trinidad, una nueva derrota. Y ello fue posible porque un puñado de católicos (entre los que no me conté, y me pesa) tuvo la decisión de estar allí, en el puesto debido, en el momento debido. Como ocurrió, ya, en otras ciudades del interior de esta desdichada Argentina invadida por las hordas del demonio, el homicida. En cada lugar fue distinta la modalidad de acción, según la circunstancias, las posibilidades y, hay que admitirlo, según los diferentes criterios prudenciales de los protagonistas.
Pero todos somos uno en la profesión de la Fe. Y mientras mantengamos la unidad y hagamos realidad viva la comunión de los santos, las poderosas huestes de Isengard volverán a morder el polvo de la derrota a manos de la pequeña tropa de Rohan.
¡Viva Cristo Rey!

Buenos Aires, 2 de noviembre de 2012