domingo, 8 de abril de 2012

EL ECUMENISMO DE BENEDICTO – PARTE II




El pensamiento de Mons. Richard Williamson
Obispo de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X
Número CCXLVII (247), 7 April 2012
Traducción de Diario Pregón de La Plata

Al igual que en cualquier disputa relacionada con las ambigüedades terribles del Concilio Vaticano II, podría tomar largos y académicos artículos para probar, o tratar de refutar, lo que el Dr. Wolfgang Schuler plantea en su libro de 2008 sobre "Benedicto XVI y Cómo la Iglesia _ se ve a sí misma". Sin embargo, su línea principal de argumentación es suficientemente clara, y bien vale la pena presentarla a los lectores de "Comentarios Eleison", para ayudarles a ver claro en medio de tanta confusión. En este sentido, las comparaciones tienen sus límites, pero ellas ayudan efectivamente.
Un todo puede estar compuesto de partes de dos maneras diferentes, como un árbol viviente, o como una pila de monedas. O bien el todo es principal y las partes son secundarias, como con un árbol, o las partes son principales y el conjunto es secundario, como con una pila de monedas. El árbol como un todo es principal porque las partes como las ramas se pueden cortar, pero el árbol sigue viviendo su vida como un árbol y crecen nuevas ramas, mientras que las ramas cortadas pierden su vida y se convierten algo muy diferente, como un tronco podado o una silla. Por el contrario cada moneda separada de su pila de monedas sigue siendo exactamente lo que era cuando estaba en la pila, y sólo si se quitan suficientes monedas de la pila, es la pila la que perece.
Ahora, ¿es la Iglesia Católica, considerada como un todo, más como el árbol o como la pila de monedas? La Iglesia Católica es esa sociedad especial de seres humanos que están unidos en esa sociedad por tres cosas: la Fe, los sacramentos y la jerarquía. Para toda la vida los tres están dados por Dios mismo. La Fe es una virtud sobrenatural de la mente que sólo Dios puede dar. Los sacramentos utilizan elementos materiales como el agua y el aceite, pero lo que los hace sacramentos es la gracia sobrenatural que ellos transmiten, que sólo puede venir de Dios. Del mismo modo la jerarquía consiste en seres humanos naturales, pero si éstos no tuvieran la guía de Dios, ellos nunca podrían lograr por sí mismos la conducción de las almas hacia el Cielo.
Entonces, la Iglesia Católica es mucho más parecida a un árbol viviente que parecida a una pila de monedas, incluso de monedas de oro. Porque así como todo organismo viviente tiene dentro de sí un principio de vida que le da su existencia y la unidad, del mismo modo la Iglesia Católica tiene dentro de ella principalmente al mismo Dios, secundariamente su jerarquía, dándole existencia y unidad. Cuando lo que era una parte de la Iglesia se separa a sí misma de la jerarquía por el cisma, o de la fe por la herejía, deja de ser Católico y se convierte en otra cosa, como los cismáticos ortodoxos o los herejes protestantes. Verdad es que los creyentes ortodoxos podrían haber mantenido sacramentos válidos, pero dado que ya no están unidos con el Vicario de Cristo en Roma, nadie en su sano juicio los llama Católicos.
Pero ahora viene el Concilio Vaticano II Él cambió la visión de la Iglesia, tal como ella era, la de un árbol vivo o vid plantas (comparación propia de Nuestro Señor: Jn. XV, 1-6), a la de una pila de monedas de oro.
Pero ahora viene el Concilio Vaticano II. Él cambió la visión de la Iglesia, tal como ella era, la de un árbol vivo o vid (comparación propia de Nuestro Señor: Jn. XV, 1-6), a la de una pila de monedas de oro. Desde el deseo de abrir la Iglesia al mundo moderno, los eclesiásticos conciliares comenzaron por desdibujar las fronteras de la Iglesia (LG8). Eso les permitía a ellos simular que hay elementos de la Iglesia fuera de los límites visibles de la Iglesia Católica (UR3), al igual que las monedas de oro separados de la pila. Y puesto que una moneda de oro sigue siendo una moneda de oro, entonces aún podía simular (U.R.3) que lo que eran elementos de la salvación dentro de la Iglesia Católica permanecen tales también fuera. Desde lo cual la conclusión natural establecida por un sinnúmero de almas es que ya no es necesario ser católico para llegar al Cielo. Este es el desastre del ecumenismo conciliar.
Debemos presentar estos textos del Concilio Vaticano II con un poco más de detalle antes de pasar a los esfuerzos del Papa Benedicto XVI para combinar el ecumenismo, que divide a la Iglesia con la doctrina católica que la unifica.

Kyrie eleison

DIOS NOS DE UNA SANTA PASCUA - ANTONIO CAPONNETTO


DIMAS

Izado sin quererlo en este monte,
crispada como un cuero la osamenta,
la tarde es un preludio de tormenta
y una raya de sangre el horizonte.

Abajo, trigo o flor están en ciernes
aguardando la trilla de las eras,
pero punzado aquí entre dos maderas
todo se ha vuelto un postrimero viernes.

Es justo. Soy pecado,culpa,yerro,
(aunque después apócrifos autores
me adjudicaron menos sinsabores)
fui delito y mi ley ha sido el hierro.

En cambio tú,Señor de la inocencia,
no es falta propia la que al fin expías,
yaces como está escrito que te irías,
mueres  mi Dios,ajeno a la sentencia.

¿Que flaquezas señalan a tu vida
desde Belén al podio de Pilato?
¿Qué tropiezo,si obrabas el mandato,
la imagen fiel del Padre, su medida?

No lo saben, maldicen las respuestas
de tu palabra invicta,del milagro,
ni el que te acerca un poco de avinagro,
ni los judíos y el siniestro Gestas.

Si tuviera esta mano desclavada
-esta mano Señor, que sembró el daño-
llegaría hasta el mismo travesaño
de la cruz, a besarte la mirada.

Esa que me dedicas y diviso
entre el llanto y la carne entumecida,
mientras tu voz retumba,estremecida:
"Hoy entrarás conmigo al Paraíso".


ANTONIO CAPONNETTO

MONS. AGUER: MIENTRAS “EL HOMBRE DE HOY SE CREE AUTOCREADOR” Y ACABA EN EL DESCONCIERTO, “EN LA PASCUA SE RECREA NUESTRA VIDA”




            En su reflexión televisiva semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), MONS. HÉCTOR AGUER, Arzobispo de La Plata, se refirió a la Celebración de la Pascua de Resurrección afirmando que en ella “se recrea  nuestra vida” y que la Pascua “desde la vertiente de la Resurrección, nos ilumina acerca de la realidad humana, nos revela quién es el hombre”.

El hombre de hoy se cree autocreador, autor absoluto y excluyente de la historia: cambia las costumbres, incluso altera las propiedades naturales de su condición humana. ¿Adónde llevará semejante desmesura?”, y añadió: “el Siglo XX es una parábola interesante acerca de dónde conduce el humanismo sin Dios, que ha endiosado al hombre. Ha acabado en la ruina, en el fracaso, y ahora nos encontramos sumidos en un desconcierto muy grande, y sin embargo el hombre persevera frecuentemente en esa idea de que es autocreador”.

El prelado platense explicó que “la gracia pascual nos muestra que nuestra verdadera realización, el futuro de la humanidad y de la historia es un don de Dios, así como la resurrección es la mayor de las obras divinas”.

“La última página de La Biblia, el final del Apocalipsis, nos muestra la situación definitiva de la creación en la figura de la Jerusalén que desciende del cielo, una ciudad nueva totalmente impregnada de la luz de Dios, pero que desciende del Cielo como un don”.

Indicó que “no todo lo fabricamos nosotros. Podemos fabricar muchas cosas, pero no todo, y especialmente no nos fabricamos a nosotros mismos. Nuestro futuro definitivo es objeto de esperanza, porque es un don de Dios”.

Y concluyó su reflexión explicando que “la Pascua del Señor nos ayuda a reubicar una especie de esperanza puramente terrestre, para abrirnos a la gratuidad del don de Dios, que tiene que ser multiplicado en la gratuidad de nuestro amor, ofrecido a todos”.

Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
La Pascua Cristiana que celebramos cada Semana Santa encuentra su momento culminante en la Vigilia Pascual. En la celebración nocturna, entre el sábado y el domingo, se nos permite ver, incluso estéticamente, el tránsito de la muerte a la vida, de la Pasión y la Sepultura del Señor a la Gloria de la Resurrección, a la Luz Pascual. La Vigilia que precede al santo día de Pascua es la clave para interpretar el sentido de esta fiesta central del calendario cristiano”.

“La semana pasada recordábamos que el Misterio Pascual tiene dos vertientes y puede ser representado como las dos hojas de un díptico: una es la Pasión y la Muerte y otra es la Resurrección y la Gloria”.

“El tránsito del sábado al domingo, que se representa litúrgicamente en la gran Vigilia del año, muestra precisamente eso: cómo se resuelve el drama de la Pasión en la gloria de la Resurrección”.

“También tendríamos que considerar aquí qué significa respecto de la imagen de Dios y respecto de la imagen del hombre el punto central de la Pascua Cristiana”.

“Respecto de Dios. El poder de Dios, su gloria, su majestad, su belleza, ahora se verifican en la humanidad de Jesucristo Resucitado”.

“La tradición de la Iglesia, a partir de la Sagrada Escritura y del cumplimiento de las Profecías, muestra la Resurrección de Jesús como una nueva creación, que sólo puede ser obra de Dios. Mas aún, la liturgia pascual nos ilustra acerca de una historia de la salvación que comienza con la primera creación y que alcanza su punto culminante en la nueva creación que es la Resurrección de Cristo, el comienzo de los últimos tiempos”-

“Ya no es posible esperar una revelación ulterior, una manifestación ulterior de Dios, porque ya todo ha sido dicho en la Resurrección de Jesucristo. Es allí donde Dios manifiesta su poder creador renovando el universo en primer lugar en la humanidad del Hijo hecho hombre, y a partir de él en la gracia que renueva espiritualmente a los que se unen a él por la fe y el bautismo”.

“Dios ha enviado a su Hijo al mundo para que el que crea en Él no muera sino que tenga vida eterna. Es esa vida eterna la que aparece, entonces, en la manifestación pascual de Jesús”.

“Y también la Pascua, en este sentido, desde la vertiente de la Resurrección, nos ilumina acerca de la realidad humana, nos revela quién es el hombre”.

“El hombre, decía Heidegger, es un “ser para la muerte”. Esa definición es correcta, pero no dice toda la verdad, dice sólo su mitad. El hombre es, en efecto, un ser para la muerte; a causa del pecado vamos a la muerte, pero el hombre es sobre todo un ser para la resurrección y para la vida eterna. Y allí está la originalidad del mensaje cristiano”.

“Nosotros no nos damos a nosotros mismos esa plenitud que es la resurrección y la vida eterna sino que la recibimos de Dios”.

“Esto es importante también en el contexto cultural, el que influye en nuestra mentalidad de hombres de este tiempo. Estamos acostumbrados a que todo lo construimos nosotros. Somos dueños de la naturaleza, la transformamos y hacemos lo que queremos con ella, la hemos puesto a nuestro servicio”.

“El hombre de hoy se cree autocreador, autor absoluto y excluyente de la historia: cambia las costumbres, incluso altera las propiedades naturales de su condición humana. ¿Adónde llevará semejante desmesura?”

“El Siglo XX es una parábola interesante acerca de dónde conduce el humanismo sin Dios, que ha endiosado al hombre. Ha acabado en la ruina, en el fracaso, y ahora nos encontramos sumidos en un desconcierto muy grande, y sin embargo el hombre persevera frecuentemente en esa idea de que es autocreador”.

“La gracia pascual nos muestra que nuestra verdadera realización, el futuro de la humanidad y de la historia es un don de Dios, así como la resurrección es la mayor de las obras divinas”.

“La última página de La Biblia, el final del Apocalipsis, nos muestra la situación definitiva de la creación en la figura de la Jerusalén que desciende del cielo, una ciudad nueva totalmente impregnada de la luz de Dios, pero que desciende del Cielo como un don”.

“No todo lo fabricamos nosotros. Podemos fabricar muchas cosas, pero no todo, y especialmente no nos fabricamos a nosotros mismos. Nuestro futuro definitivo es objeto de esperanza, porque es un don de Dios”.

“La Pascua del Señor nos ayuda a reubicar una especie de esperanza puramente terrestre, para abrirnos a la gratuidad del don de Dios, que tiene que ser multiplicado en la gratuidad de nuestro amor, ofrecido a todos”.

FELICES PASCUAS - FAMINAT

FAMINAT
LA FAMILIA FUNDADA EN EL ORDEN NATURAL
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FAMINAAT envía un fraternal saludo en N.S. Jesucristo a todos sus amigos y colaboradores en ocasión de la Pascua de Resurrección 2012
Al mismo tiempo insta a los argentinos de buena fe a unirse en la defensa de la familia y de la vida ante los ataques arteros que se realizan desde todos los ámbitos del gobierno.

DOMINGO DE RESURRECCION


 
P. Leonardo Castellani
 
 
“En el Domingo de Resurrección la Iglesia lee sencillamente siete versículos del último capítulo de Marcos que narra la vida de las Santas Mujeres con sus bálsamos ya inútiles al Santo Sepulcro, que encontraron vacío; y la aparición de un jovencito (de un “ángel”, dice Mateo, de “dos hombres en vestes lúcidas”, dice Lucas) que les anuncian la Resurrección y les dan orden de avisar a Pedro y a los Discípulos;  cosa que ellas  no hicieron de miedo. Cuando les pasó el miedo, por la  aparición de Cristo mismo, avisaron y no las creyeron. Las mujeres eran: María Magdalena, Juana, la otra María madre de Santiago el Menor, Salomé, madre de Juan “y otras”.
 Quienes primero vieron a Cristo fueron mujeres, en este orden: primero, su Santísima Madre; después, la Magdalena; después, el resto del grupito que llama el Evangelio “syneleelythyiai ek tes Galilaias” (“las que lo escoltaban desde Galilea”), una especie de rama femenina de la Acción Católica de aquellos tiempos.  Y nadie las creyó: “según dicen las mujeres”, les dijeron los dos discípulos de Emmaús al Misterioso Peregrino, y en ese momento él se les enojó, y les dijo: “¡Oh cabezaduras!”, Pero, lo mismo, en la Iglesia primitiva se siguió invocando el testimonio de los varones, como lo hace San Pablo en su Primera Carta a los Corintios, XV, 4: “Resurgió al tercer día según la Escritura, y fue visto por Pedro y luego por los Doce; después fue visto por más de 500 hermanos juntos (el día de la Ascensión) de los cuales están vivos los más hoy día y algunos murieron ya; después fue visto por Jácome y por todos los apóstoles; y el último de todos, como un abortivo, fue visto también por mi”. Eran un poco cabezas duras estos israelitas; y más dispuestos a negar todo que a ver visiones.
  Si yo dijera aquí la Resurrección de cristo es el suceso más grande de la Historia del mundo, repetiría un lugar común; pero no rigurosamente exacto, si se quiere.
  La Resurrección no es un suceso de la Historia, porque está por arriba de la Historia de los hombres; lo cual no quiere decir que los testimonios que tenemos de ella no sean rigurosamente históricos;  pero quiere decir que es un suceso trascendente, como la Encarnación misma y todos los Misterios. Son objeto de la Fe. Los sucesos históricos, rigurosamente demostrables y que no se pueden racionalmente ni negar ni tergiversar, nos ponen delante de una afirmación enorme y nos invitan a hacerla; y somos nosotros quienes la tenemos que hacer. Hay un paso que dar; o un salto, mejor dicho: un salto obligatorio por un lado; y por otro, libre. Si a mí me hacen la demostración del binomio de Newton o el teorema de Pitágoras, yo no soy libre de aceptarlos o negarlos; me veo intelectualmente forzado a admitirlos. Si me hacen la demostración de la Resurrección de Cristo, aunque en su plano sea tan racionalmente completa como las otras, yo soy libre de creer o no creer. Por eso la fe es meritoria: porque su objeto no es natural sino sobrenatural.
  En una historia Universal, la más popular que existe en el mundo, y que fue propuesta por el autor nada  menos que para libro de texto de todas las escuelas de Inglaterra, da cuenta de la Resurrección de Cristo con estas palabras: “La mente de los discípulos se hundió por una temporadaen la oscuridad. De repente surgióun susurro entre ellos y varias historias, historias más bien discrepantes, que el cuerpo de Jesús no estaba en la tumba en que fue colocado, y primero éste y después estotrolo habían visto vivo. Pronto ellos se hallaron consolándose con la convicción de que se había mostrado a muchos y ascendido visiblemente a los cielos. Testigos fueron hallados para declararque positivamente lo habían visto subir al cielo. El se había ido, a través del amor a Dios…”.  (el entrecomillado interno fue puesto por L.C.)
  Esta es la versión que da del suceso básico de la fe cristiana la impiedad contemporánea.  (esto dice el autor en 1955/56; actualmente, año 2012, la impiedad sería muchísimo mayor -- N del T--). Mientras se mantiene en esa maliciosa vaguedad, el absurdo no salta a los ojos;  pero cuando quieren determinar la historia de la explosión de la mañana de Pascua, entonces cuentan ellos como nuevos evangelistas “varias historias, historias más bien discrepantes”: unos dicen que Cristo en realidad fue enterrado vivo; y en consecuencia se despertó en su sepulcro, se liberó de mortajas y vendas, rodó la gran piedra de la entrada y huyó, desnudo y con una lanzada en el corazón; otros dicen que el cadáver se pudrió en su sepulcro y todo lo que vieron Apóstoles y discípulos, incluso en las orillas del lago de Galilea, fueron “alucinaciones visuales y auditivas…” ---táctiles también, en el caso de Santo Tomás el Desconfiado---; otros, finalmente que los Apóstoles robaron el cuerpo y lo escondieron, “que es lo que dicen hasta hoy los judíos”  advierte San Mateo.
 Von Paulus, Reimarus, Meyer, Schmiedel, Kirsopp Lake, Renan… La escuela de París, la escuela de Tubinga, la escuela de Marburgo…
 Hay que explicar de algún modo “racional” esa historia extraordinaria. Entonces toman los cuatro Evangelios, y con un lápiz colorado van borrando todos los versículos o perícopas que ellos quieren;  y con lo que les queda, escriben pomposamente una Verdadera Historia de Cristo. Pero salta a los ojos que de unos documentos tan extraordinariamente mentirosos como serían los Evangelios en ese caso, no se puede uno fiar en nada; y que la única consecuencia lógica sería negar incluso la misma existencia de Cristo; que es dónde han llegado algunos, llamados “evhemeristas”, como Baur, por ejemplo.
  Pero negar la existencia de Cristo es mucho más difícil que negar la existencia de Julio César, de Napoleón Bonaparte o de Sarmiento. Ese salto de la fe es difícil de dar, algunos prefieren empantanarse en el absurdo.
  “Increíble es que Cristo haya resucitado de entre los muertos; increíble es que el mundo entero haya creído ese increíble; más increíble de todo es que unos pocos hombres; rudos, débiles, iletrados, hayan persuadido al mundo entero, incluso a los sabios y filósofos, ese Increíble. El primer increíble no lo quieren creer; el segundo no tienen más remedio que verlo; de donde no queda más remedio que admitir el tercero”, argüía San Agustín en el siglo IV.  La existencia de la Iglesia, sin la resurrección de Cristo, es otro absurdo más grande.
  Leyendo los disparates de los seudosabios incrédulos, recuerda uno el final de la oda de Paúl Claudel a San Mateo, en la cual el poeta lo pinta escribiendo pacientemente, con el mismo instrumento de su oficio que le sirvió para hacer números y cuentas, su testimonio seco y descarnado:
“Y a veces nuestro sentido humano se asombra ,
                                     ¡ah! Es duro, y querríamos otra cosa.
                   ¡Tanto peor! El relato derechito continúa y no
                                      hay corrección ni glosa.
                   He aquí a Jesús , más allá del Jordán, he aquí
                                      el Cordero de Dios, el Cristo.
                   El que no cambiará; he aquí el Verbo que yo he visto.
Sólo lo necesario es dicho, y por todo una palabrita
                                                        irrefrenable
tranca a punto fijo la rendija de la herejía y de la
                                                                     fábula,
Manda un camino rectilíneo entre los dos,
de los que niegan que fue un hombre, de los
                                     que niegan que fue Dios,
para la edificación de los Simples y la perdición
                                           de los Complicados,
para la rabia, agradable al cielo, de los sabihondos
                                        y los curas renegados.”
 
 
Extractado por Ricardo Díaz de “EL EVANGELIO DE JESUCRISTO”,  P. Leonardo Castellani, ed. Biblioteca Dictio, Buenos Aires, 1977. 

SANTAS Y FELICES PASCUAS - NOTIVIDA


Dice San Agustín "No es grande cosa creer que Cristo murió; porque eso también lo creen los paganos y judíos y todos los inicuos”. Murieron Rosas y Sarmiento, Hernández e Ingenieros, el niño por nacer asesinado en Chubut y el funcionario que abogó por el crimen. Que Cristo murió en la cruz es un dato histórico; pero San Agustín añade: “La fe de los cristianos es la Resurrección de Cristo; esto es lo que tenemos por cosa grande”.
Cristo es un Rey victorioso que convirtió al madero en estandarte triunfal.
Por eso no somos testigos pasivos del calvario moderno, somos milicia de un vencedor que va a volver; no ya en figura de siervo, sino en figura de Rey.
De allí brota nuestro consuelo y nuestra alegría, aún en esta hora oscura de la Patria.
Que el Resucitado nos sostenga en la guardia.
Santas y Felices Pascuas. 
Notivida

FELICES PASCUAS - MOVIMIENTO CÍVICO MILITAR CÓNDOR


Movimiento Cívico-Militar CONDOR / PDNI


DESEAN A TODOS LOS AMIGOS Y COMPATRIOTAS

¡MUY FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN!


“El Sábado Santo es un día de oración junto a la tumba esperando la resurrección. Es día de reflexión y silencio. Es la preparación para la celebración de la Vigilia Pascual.
Este día renovamos la esperanza en Cristo, de quién todo lo esperamos y lo confiamos.
Es un día de esperanza cierta.”

(Del portal de Mons. Cardenal Jorge Mario Bergoglio)



Secretaría de Comunicaciones – Secretaría de Prensa y Difusión


Movimiento Cívico-Militar CONDOR



Vice Comodoro (R) (VGM) Lic. Horacio Ricciardelli - Presidente