viernes, 27 de enero de 2012

LA CICATRIZ



Por Antonio Caponnetto


Suele hablarse corrientemente de malos y buenos enfermos, entendiéndose por estos últimos a aquellos que cooperan con sus médicos, que ponen tesón para salir del trance, y que -sin demasiadas quejas- son dóciles a las indicaciones requeridas, aunque resulten exigentes y dolorosas. No es una caracterización completa, pero resulta adecuada.
Cristianamente hablando, sin embargo, el buen enfermo posee otras cualidades, principalmente si el daño que lo aqueja puede poner en riesgo su vida. Por lo pronto se pondrá en paz con Dios, pedirá sacramentos y plegarias que lo encomienden y, sobre todo, aceptará con humilde resignación su condición de creatura transitoria, vulnerable y frágil, como somos todos los mortales. Quien estudie –como lo ha hecho, por ejemplo Emilio Mitré Fernández en su "La muerte vencida"- la actitud que solía tener el hombre medieval frente a la infirmitas y al desenlace fatal de la misma, se hallará con la prevalencia de un talante piadoso, que todo lo contemplaba sobrenaturalmente.
Es que para un católico serio, que aplique el principio de la analogía, el primer grado de salud lo ocupa la sobrenatural; el segundo, la espiritual o mental, y recién el tercero la salud corporal. Si la enfermedad de la primera es el pecado y el de la segunda el error, el de la tercera lo es cualquier morbo que ande causando daño al organismo. Pero como bien ha notado el Padre Basso, de la mano de Santo Tomás, el desorden y la desproporción consisten en preferir esta última salud a las anteriores. Así como en desaprovechar la enfermedad del cuerpo para no meditar en las otras que tanto más necesitan de nuestra cura. Es el eterno tema tratado en el episodio del paralítico, y resuelto, claro, por la palabra veraz de Jesucristo. Lo más importante es salvarse, no abandonar la camilla y regresar caminando a la casa.
Como era previsible, tratándose de una mujer vulgar e irreligiosa, ninguna de estas consideraciones se hizo presente en Cristina de Kirchner desde el instante en que anunció su dolencia. Y si no ha titubeado en capitalizar ideológicamente la muerte de su propio esposo, tampoco dudó en hacerlo con su afección. Aquel campamento brutal y simiesco,instalado ante las puertas del Hospital Austral durante los días de su internación,y los comunicados del vocero oficial -quien con tono de relator futbolístico iba narrando la goleada contra el cáncer,celebrada por los barras- quedará grabada a fuego en las crónicas de la abyección y del grotesco.
En rigor,la actitud personal y politica de la presidenta ante el achaque fue tan degradante como la que suele ostentar de ordinario. Para ella y ellos –exhibicionistas de éxitos mundanos y de vanaglorias terrenas- no existe nada parecido a la contemplación de las postrimerías, al ofrecimiento del dolor, a la situación límite del alma contrita y suplicante. La democracia es el carnaval, con mascaritas obligadas a fingir esplendor aunque estén carcomidas por dentro. Y Cristina, claro, en el núcleo más infamante del corso, debe conservar esa burlona risa de acróbata, de la que habla Bergson ,para hacerle creer a la plebe que tras mil acrobacias nada puede pasarle. Sea la suya un alma sin Cuaresma, sin atrición, sin anonadamiento, sin genuflexión ante el Autor de la Vida y de la Muerte, y que sepa Él donde alojarla cuando traspase los lindes de la tierra.
Pero faltaba lo peor y sucedió. En su primera aparición pública -tras el rescate de la tiroides del tumor maligno que la amenazaba- Cristina Kirchner habló de un “milagro”, le agradeció a Dios y a la gente, y sostuvo que el amor puede más que el odio. Porque necesitada de quien gritara “¡viva el cáncer!”, y no hallándolo, era menester inventar, no una gesta, como suponen algunos, sino una nueva variante de la lucha de clases: la del pueblo que quería su saneamiento contra los monopolios destituyentes que clamaban metástasis. La ficción no cesa nunca, ni siquiera ante lo que merecería mayor compostura.
Ahora bien; se puede llamar milagro a un mal diagnóstico, que no habrá ninguna voz eclesial que pida respetar la integridad de los términos. Al contrario, no faltará prete que sostenga que ella merece hasta la suspensión de las leyes naturales, o que, al fin, la mediación de Néstor ha entrado en franca competencia con la del Gauchito Gil. Se puede invocar al amor, con rostro atrabiliario y voz furente, en una sala atestada de odiadores profesionales, de rencorosos de oficios, de artesanos del resentimiento y de la venganza, que nadie osará tampoco marcar la contradicción flagrante. Pero nos perturba e indigna el agradecimiento a Dios, y no queremos guardar silencio cómplice frente a tamaño desafuero.
¿A qué Dios agradece Cristina? ¿Al que ultraja aprobando el matrimonio contra natura, violando el Decálogo, promoviendo ideas y personajes enrolados en el ateísmo militante, befando a la Iglesia, dejando impunes a los incendiarios de pesebres, retirando imágenes marianas o crucifijos de los lugares públicos? ¿A qué Dios agradece? ¿Al que ignora y pisotea en cada acto de su tiranía, en cada gesto altanero, en cada palabra petulante y frívola? ¿Al que ataca con sus programas y textos de estudio plagados de materialismo, al que despoja de su cetro a cada paso de su modelo “nacional y popular”, para sumarse a los intereses de los deicidas, al manifiesto regocijo de los masones, y al acompañamiento de legiones de crápulas sin Fe? ¿A qué Dios agradece esta mujer, en cuyo pecho los pecados capitales nadan a sus anchas? Es simple y trágica la respuesta: al que profanó públicamente, con horrible sacrilegio,el día que asumió su segunda presidencia, y decidió jurar por una divinidad potencialmente demandante en paridad de condiciones con Kirchner. Su agradecimiento, en suma, tiene un sólo nombre y es blasfemia.
Cuando Shakespeare trazó el perfil glorioso de Coriolano, en su obra homónima, recordó que el honroso guerrero se había negado a mostrar a la plebe sus cicatrices recibidas en combate, tal como le exigían los demócratas para ganar los votos del gentío. “Preferiría que mis heridas estuvieran por curar, antes que oír decir cómo las recibí. No puedo ponerme la toga de candidato para desnudarme y rogarles que, en obsequio a mis cicatrices, me den el voto. Os suplico: ¡dejadme prescindir de esta costumbre!”. Después Beethoven le regalaría una obertura en su homenaje, que todavía hoy escuchamos estremecidos.
Cristina hizo exactamente lo contrario. Con un lenguaje tilingo –que recuerda al que Landrú sabía poner en boca de dos señoritas banales y futiles- blandió impúdicamente su cicatriz para victimizarse, como lo hace con su viudez o con su luto y su duelo. Porque en personajes de su catadura cualquier recurso es válido para captar sufragios o alimentar los espejismos de la masa. La virtud de la gravitas le es ajena. Otrosí la de la circunspección y el recato. La noción romana de decus no podría aplicársele jamás. Si no Beethoven, de seguro Boudou le pondrá música mañana a esta nueva barrabasada de su mandante.
Era Anzoátegui el que decía que las únicas condecoraciones válidas para un soldado debían ser sus cicatrices; y que la tragedia moderna consistía en que ahora no quedan más cicatrices que las de alguna apendicitis de urgencia. He aquí toda la gloria que puede exhibir esta mujer que vive imaginando confrontaciones contra supuestos enemigos: el tajo horizontal del que extrajeron su tiroides.
Marechal supo cantar algo superior al respecto. “El dolor de la patria me atravesó el costado. La cicatriz me dura”.
Permita el Señor de la Salud que esta cicatriz nuestra, y de todos los patriotas cabales, cauterice algún día. Que nos sea suturada con el agua, con la sangre o con el fuego. Con el rocío de algún ceibo o el fulgor de alguna estrella argentina. Con el aire sanante de una patria nueva, surgido del soplo mancomunado y altivo de quienes todavía no se rinden.
 

EL TESTIMONIO DE UN DESCENDIENTE DE SOBREVIVIENTES DEL GENOCIDIO ARMENIO EN MARDIN



Por Emilio Nazar Kasbo

Maximiliano Gabriel Tarzian lleva el nombre de su abuelo, Gabriel, como segundo nombre. “Todos sufrimos el genocidio y llevamos la sangre de mártires”, afirma refiriéndose a los descendientes de víctimas fatales o no del Genocidio de 1915 en Mardin.
“Mi apellido es Tarzian y mi viejo me dijo que "ian" significa "hijo de"; entonces si le quitas el "ian" queda Tarz”, consigna.

A CASI 100 AÑOS
El relata que las historias sobre Mardin le han sido contadas “más de mil veces” en reuniones familiares a lo largo de los años.
Distintos familiares coincidían en describir la misma historia, siendo que al presente la gran mayoría de ellos murieron. “Los recuerdo todos los días, con mucho cariño, eran personas geniales”, afirma sobre los familiares ya fallecidos. Es lógico: en el año 2015 se cumplirán 100 años del inicio del primer genocidio del Siglo XX y del primer Genocidio Científico de la Humanidad: el genocidio islámico turco contra los armenios. Son muy pocos los que hoy pueden dar un testimonio directo de los hechos.
Mientras tanto, Turquía sigue con una postura absolutamente negacionista, sin reconocer el genocidio.

LA MEMORIA
“A mi tía Ivonne en su vejez la traje a vivir a casa, -continúa relatando Tarzian- porque cuando yo tenia 8 años le prometí no enviarla a un geriátrico y cumplí. El 16 de Enero de 2012 hizo un año de su fallecimiento. Ella y su hermana Regina, mi madrina, me contaron infinidad de veces muchas historias de la familia y de lo que paso en Mardín”
Tarzian  a su vez cuenta más detalles: “Mi tía Ivonne, que fue una “segunda madre” para mí, me contó como Mons. Maloyan tenia información de que lo iban a buscar los turcos, como finalmente lo hicieron. Lo torturaron para que hable, querían que les diga a quiénes había ayudado a fugarse y el mártir no habló. Un mártir, que Dios lo bendiga.”

MONS. MALOYAN
“El tío abuelo de mi abuelo era obispo de la Iglesia Armenia en Mardin y tenía contacto directo con Mons. Ignacio Maloyan, -consigna-. Tengo una sola foto de él en un cuadrito en algún lado en mi casa”, en el cual “está vestido igual que Mons. Maloyan en la foto mas conocida que hay de él”.
Maloyan supo uno o dos días antes de que lo que se venía y se quedó. ¡Qué coraje, sabiendo lo salvajes que son los turcos! Mi padre recuerda que su tío Juan, cuando le preguntaban sobre el Genocidio, entre dientes y con bronca solo decía: "turcos contra Dios…"
 “El Beato Mons. Ignacio Maloyan en persona ayudó a mi abuelo y a sus primos hermanos a escapar de la matanza disfrazados de seminaristas, porque Mons.  Maloyan ya sabía días antes que venían por él los musulmanes. Solo pensar en la adrenalina que habrán sentido al hacerse pasar por seminaristas… ¡es increíble! Así, mi abuelo y sus primos hermanos lograron escapar del Genocidio contra los armenios. Además, le dio un relicario que contiene una Astilla de la Cruz de Cristo, que luego del Vaticano le enviaron un documento que lo autentifica. Mi abuelo Gabriel Tarzian hablaba dos idiomas en Mardín, uno era el árabe y el otro idioma no recuerdo cual era. Pero en Argentina aprendió el castellano”, refiere.
“Mi papá tenia un cuadro de Maloyan y lo donó a la Iglesia Armenia Católica de Capital Federal (Buenos Aires)”, recuerda.

MARDIN Y LOS ARMENIOS
“En los libros de historia figura que Armenia fue el primer país en convertirse al cristianismo del mundo. Llevamos sangre de mártires en las venas”, afirma Tarzian.
“Con mi padre abogado, se cortaron 7 generaciones de sastres en Mardin”, asevera. “Somos sobrevivientes de un genocidio real, pero además de ese dolor tenemos otras cosas que son buenas en común, como la comida y música de nuestros ancestros, que es de toda esa área de Anatolia y alta y baja Mesopotamia. Creo que todos estamos muy interconectados, hasta cuando veo a las Kardashian en el canal E, digo ¡qué bárbara! ¡Una mujer perfecta, y le gusta el keppe!, y sé bien "implícitamente" que también sufrió el genocidio”, comenta.
“Espero que algún día Turquía madure y reconozca el genocidio”, concluye.

El cuadro que refiere Tarzian, ha sido colocado en un importante lugar en la Catedral Armenia Católica de la ciudad de Buenos Aires.

EN ENERO SE REUNIÓ EL CLERO DE LA IGLESIA CATÓLICA ARMENIA DE AMÉRICA LATINA



Organizado por la Eparquía (corresponde a diócesis) San Gregorio de Narek de Argentina y por el Exarcado Apostólico de América Latina, que abarca Brasil, Uruguay, Chile, Venezuela y México, se realizó la reunión del clero de la Iglesia Católica Armenia, presidida por Monseñor Vartán Boghossian, quien es actualmente, el Obispo Decano de la Conferencia Episcopal Argentina, a la vez que integrante de la Conferencia Nacional Bispos do Brazil. Participaron Monseñor Pablo Hakimian, responsable de la Iglesia Armenia Católica de Argentina; el Padre Antonio Ketchedjian (SDB), de la Parroquia Armenia Católica de Montevideo; Padre Antonio Francisco Lelo, vicario de la Iglesia Católica Armenia de Brasil; Padre Sebastián César Barbosa, colaborador del anterior, quien ha misionado cuatro años en Armenia, obrando como rector del Seminario Armenio Católico en Ereván; Padre José Alves de Araujo (SDB), quien colabora y atiende a las familias armenias del interior del estado de San Pablo; diácono Sebastián López, de Argentina, quien en 2012 será ordenado sacerdote; subdiácono Fabio Da Silveira Wagner, quien será ordenado diácono en San Pablo, el 12 de febrero, y luego partirá para ejercitar el diaconato en Armenia, por seis meses; y las hermanas Cándida, Querubina e Imelda, de Uruguay pertenecientes a la Congregación Religiosa Capuchina, de la Madre Rubatto. Ausente, por enfermedad, el Padre Tiago Figueiró (SDB), de Campo Grande, capital del estado de Mato Grosso del Sur.
Actividades desarrolladas
Este encuentro del clero comenzó el martes 10 de enero de 2012, con un retiro espiritual dirigido por el P. Juan Carlos Gil, tratando el tema del discipulado y la misión de los eclesiásticos.
El miércoles 11 de enero, por la mañana, contaron con la honrosa presencia del Arzobispo Kissag Mouradian, Primado de la Iglesia Apostólica Armenia de Argentina y Chile, quien habló sobre los sacramentos, la celebración de los santos, y la visión de la Iglesia Armenia acerca del ecumenismo. El tema motivó diversas preguntas, un profundo diálogo, que continuó en un almuerzo fraternal. Por la tarde, se realizó un estudio sobre la Carta Apostólica “Puerta de la fe”, de Su Santidad Benedicto XVI, relacionada con la declaración del Año de la Fe para el mundo católico, que durará desde octubre de 2012 hasta noviembre de 2013.
Durante todo el día jueves 12 de enero, los participantes se dedicaron al estudio de “La nueva evangelización por la transmisión de la fe cristiana”, un documento que será tratado por la XIII Asamblea General Ordinaria (Sínodo), de la Iglesia Católica Romana, a realizarse a mediados del año en curso. Bajo la orientación del P. Antonio Francisco Lelo, doctor en Liturgia, se profundizó el tema del catecumenado en el momento actual del mundo, atentos a las secuelas de la pluralidad en la sociedad contemporánea. Los presentes intercambiaron impresiones y experiencias acerca de la vida de las comunidades armenias católicas, y plantearon proyectos de participación. Monseñor Boghossian presentó el directorio litúrgico armenio católico del año 2012, y anunció que en el mes de julio de 2013 se realizará la Jornada Mundial de las Juventud, en Río de Janeiro y cada Parroquia incentivará a sus jóvenes a participar de dicho encuentro con el Santo Padre en Brasil.
Finalmente, los participantes recibieron los saludos y la bendición de Su Beatitud el Katolicós Patriarca Nerses Bedrós XIX, quién se comunicó telefónicamente con los participantes en ese encuentro desde el Líbano.

Fuente: http://parroquianarek.blogspot.com/