martes, 13 de noviembre de 2012

LA DEUDA INTERNA ACTUALIZADA.




Por Carlos Belgrano
Compatriotas:
 
El 1 de septiembre de 1945, esto es, un día antes de formalizarse la rendición de Japón ante MacArthur, el Emperador Hiroito, que tenía para su pueblo la jerarquía de una suerte de Dios, se dirigió por radio en cadena nacional a todos los nipones, que por vez primera oyeron su voz.
 
En un mensaje muy escueto, entre otras cosas dijo: "Deberemos de soportar lo insoportable y tolerar lo intolerable".
 
Luego de su alocución la población de Tokyo se dirigió en masa hacia el palacio imperial, para clamarle que revocase su decisión.
 
Apiñados contra los muros de su residencia, más de veinticinco mil civiles murieron a consecuencia de la presión que ejercía la multitud, en ese vano intento para que no cesara la guerra, aún después de las dos bombas termonucleares de Hiroshima y Nagasaki.
 
A pesar de haber procurado el 8N que la gente que se encontraba en derredor nuestro, nos acompañara para derribar las vallas que protegían los portones de la quinta de Olivos, no fuimos escuchados y después de una hora desistimos de esa improvisación.
 
No culpo a quienes se negaron a apoyarnos, porque en esencia, no era el espíritu que gobernaba el ambiente en esos momentos.
 
Pero esa flama más bien diletante de la gran mayoría de los protestantes en esa fecha, me ha brindado una lectura, quizás un tanto más desapasionada que en mi entrega anterior.
 
Y la he de resumir en un concepto básico.
 
La ausencia de un espíritu de beligerancia por parte de nuestros Compatriotas, nos habrá de irrogar un notorio aumento de digamos el pasivo social que todos quienes trabajamos honestamente, deberemos de cancelar apresuradamente un día de estos.
 
Le adeudamos:
 
A todos nuestros muertos, caídos por la metralla terrorista, el homenaje necesario para que descansen paz.
 
A nuestros niños y adolescentes un país mejor del que recibimos nosotros, para que puedan edificar un horizonte de esperánzas.
 
A nuestros ancianos, la serenidad que se han ganado luego de una vida de trabajo y sacrificio.
 
A nuestros políticos, el derecho de maldecirlos y repudiarles la cobardía y complacencia que han puesto de manifiesto desde 1983.
 
A nuestros Militares decentes, la posibilidad de renovarles el aval del que gozaron, cuando salieron de sus unidades para defendernos de estos canallas del gobierno, que en su mayoría estan vivos porque "delataron a sus compañeros".
 
A todos los "detenidos políticos" que son tratados peor que a los violadores seriales, su inmediata libertad, por razones humanitarias.
 
A todos nuestros enfermos, que hacinados en hospitales públicos desfalcados, no pueden ejercer el derecho a la salud.
 
A todos los Argentinos que hicieron el esfuerzo de nuclearse tantas veces, con la peregrina idea que todos nuestros flagelos, se habrán de resolver institucionalmente, una explicación más plausible para que caigan en la cuenta, entre otras cosas, que la "movida de Klarín" se encuentra direccionada a no perder sus privilegios monopólicos, nada más.
 
Y que la "clase dirigente opositora" es un mero holograma, compuesta por gente de una supina ignorancia y con una curiosa ausencia de sentido común.
 
A los deudos de todos los Compatriotas que con su desaparición violenta, han enlutado a sus deudos, las herramientas necesarias
para encarcelar a todos los miembros de los poderes judiciales que enarbolan las banderas del "garantismo".
 
A nuestros estudiantes universitarios, la posibilidad académica de no disgustar de todo este torbellino de la dirigencia estudiantil, que no concurre a disfrutar de los beneficios de la gratuidad educativa, sino a destruirla física y estructuralmente.
 
En síntesis, le debemos a toda una Argentinidad aturdida, los antígenos para que puedan proyectarse hacia un mejor mañana.
 
Que está ahora enturbiado, por una inconexión social de tal magnitud, que le permite a casi toda la gente que participó de este último mitin, expresar sus beneplácito por un éxito convocatorio que  aunque no deseen admitirlo, no ha servido para nada.
 
Toda vez, que si algo de positivo se hubiese podido vislumbrar, ello sería una cambio en la actitud de la Presidente, que no se ha inmutado ni un ápice.
 
Confío en que nos iremos ganándo a las grandes mayorías, para que en un tiempo no muy lejano, se convenzan que la elecciónes en la Argentina, ya no se dirimen con los votos, sino con los sistemas electrónicos fraudatorios, como acaeció en la desolada Venezuela.
 
Y para que cuando tomen nota de esa maliciosa efectividad, burladora de la voluntad popular, se encolumnen con nosotros hacia las madrigueras oficiales, para desalojar a esta intrusa y sus socios.
 
Cuando ello sea posible de hacer, las tinieblas que se ciernen sobre esta desdichada Patria se esfumarán y una nueva luz, nos guiará hacia la Argentina que todos los ciudadanos comunes anhelamos.
 
Será ese momento, cuando daremos por cancelada...
 
LA DEUDA INTERNA ACTUALIZADA.
 
Atentamente Carlos Belgrano.-

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