viernes, 12 de octubre de 2012

EL DOCE DE OCTUBRE


Por Silvio H. Coppola

            12 de Octubre de 1916. Ante la admiración y la esperanza de la muchedumbre, Hipólito Yrigoyen marcha al Congreso, a efectos del juramento de ley, al asumir la presidencia de la Nación. Primer gobierno constitucional producto de elecciones libres, con el voto universal, secreto y obligatorio, debido a la llamada Ley Sáenz Peña (Roque), quien fuera presidente electo en 1910, que no llegara por fallecer a completar su mandato, siendo su vice Victorino de la Plaza, el que terminara el término y entregara la banda presidencial a su sucesor.

            Hipólito Yrigoyen vivificó el sentir nacional e hizo que gran parte del pueblo argentino pudiera por primera vez, sentirse parte de la nación y corresponsable de su futuro. Por eso y por ese sentir integracionista y americano, instituyó el 12 de Octubre, como el Día de la Raza.

            12 de Octubre de 1973. Juan Domingo Perón, por tercera vez en su vida, asume un nuevo período presidencial. Después de dieciocho años de ostracismo, vuelve al poder, impulsado y sostenido por la mayoría del pueblo, que vio intuitivamente en su política, la continuación de la de Hipólito Irigoyen, correspondiéndole a aquél la integración al país de las clases más pobres y más humildes, que habían sido sistemáticamente ignoradas por sus predecesores.

            Es indudable que para hacer fuerte a un país, se requiere unidad de propósitos y unidad de acción por parte de su población. Sin ello, es imposible el progreso y la trascendencia. Resaltar y apoyar en los hechos lo que nos une a los argentinos y superar las antinomias que tienden a nuestra división y por lo tanto, a nuestra destrucción. Esto fue parte de la política de Hipólito Yrigoyen y de Juan Domingo Perón. Y debería de servir de norte para todo el pueblo, desechando viejos agravios y fertilizando todo aquello que nos una, para lograr así constituir lo que todos anhelamos: una Patria justa y poderosa para todos los argentinos.

            No obstante todo ello y como complemento a la política de los centros imperialistas norteamericanos y europeos, protagonizada principalmente por las ONG de Nueva York y de Londres, que tienen como propósitos de primera importancia la desunión de los pueblos de esta parte del mundo, el poder ejecutivo argentino, haciéndose eco de tal política de cuntracultura, en 2010 cambió la denominación del festejo de la fecha, que pasó a ser “Día de la diversidad cultural”. Así un factor que nos unía, como siempre se afirmó que era la constitución de una nueva raza, debida por supuesto a uniformidad de vida y de propósitos, más que a variables étnicas, pasó a ser un día de desunión, de cuestionamiento y de ataque en particular a los valores argentinos del ser nacional.

            Y apreciamos que todas las ideas de esta naturaleza, no nacen en nuestra patria, sino que aquí las reciben como oro de buena ley y muchos argentinos hacen el juego, con o sin proponérselo, a aquellos que tienen como lema de sus finalidades, el divide et impera, que desde siempre ha dado óptimos resultados para el ataque a nuestra patria y a la unión continental sudamericana. En el caso del gobierno actual, sin plataforma de propósitos de ninguna especie previa al acto electoral, donde se toman medidas de fondo sin ser consultadas y aparentemente sin valoración de ninguna clase, es particularmente grave este ataque a la tradición nacional. Aunque se afirme lo contrario. Ya lo predice el Evangelio: desconfiemos de los falsos profetas y de los lobos disfrazados con piel de cordero. Y podríamos agregar: desconfiemos de las palabras y estemos a los hechos.

LA PLATA, Octubre 10 de 2012.

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