jueves, 20 de septiembre de 2012

NOTABLE AVANCE CONTRA LA LIBERTAD




Por Carlos Manuel Acuña

Todo indica que siempre existió en la intimidad del kirchnerismo pero que adquirió intensidad a medida que avanza el fracaso. Primero fueron hechos aislados que en su origen, años atrás, apenas insinuaron una tendencia, después otras señales más firmes comenzaron a tomar cuerpo a medida que avanzaba la corrupción que al comienzo se intentó disimular. Después llegaron las primeras versiones desde Santa Cruz, los negocios pesqueros, inmobiliarios y los compromisos secretos. El primer gran escándalo fue el dinero de las regalías petrolíferas, un tema aún no resuelto pero que habría dejado un interesante saldo de millones de dólares depositados en el exterior. Más tarde, apareció la primera gran crisis con la decisión del gobernador Sergio Acevedo -cargo al que llegó después de dejar la titularidad de la SIDE- de renunciar al puesto y refugiarse en su ciudad natal, Caleta Olivia, para no complicarse con los negocios extraños y el autoritarismo que asomaba. La política adquirió un sesgo comercial y se desvirtuó en su esencia. A partir de entonces los rumores crecieron y se instalaron con firmeza en el escenario político; surgieron testimonios registrables y una convicción se instaló en la vida cotidiana: lejos de limitarse, ese autoritarismo se hizo evidente y ahora es imparable. Así nació el miedo.

A partir del jueves 13 algo se quebró y surgió el primer freno que derivó en la desesperación del oficialismo. Cristina disminuyó su exposición pública y sus principales colaboradores temieron por las formas aceptables de una continuidad en el poder. La Presidente mostraba los alcances de una enfermedad progresiva y se hizo imposible ocultar la verdad. No obstante, el proyecto de reformar la Constitución Nacional no se abandonó y se instalaron los esfuerzos por encontrar un rumbo hacia lo imposible: la reelección. En el camino crecieron las dificultades económicas: sin liquidez no hay subsidios y sin subsidios no habrá votos. Entones lo ideológico adquirió más fuerza todavía y se volcó hacia la reforma del Código Civil y allí, con sutileza, se encontró la posibilidad de la última gran caja que existe en la sociedad argentina: los dólares que están en manos privadas como refugio de los ciudadanos que trabajan y forman esa clase media que llenó las plazas y ciudades del país en señal de protesta y reclamos.

El gobierno calcula que esos ahorros alcanzarían la suma de 200 mil millones de dólares, un verdadero sueño económico que desvela al kirchnerismo. El cristinismo se contentaría con menos y puso la mirada en las aproximadamente 700 mil cajas de seguridad que custodian los bancos. ¿Cómo hacerse del ansiado contenido...? Cerradas las vías de la libertad en el manejo de las divisas, el objetivo kirchnerista quiere salir del paso como sea. El cepo no alcanza y la AFIP, el instrumento para presionar, mira hacia los cuatro costados para encontrar falencias presuntas, verdaderas o inventadas y no duda en intervenir la vida íntima de aquellos argentinos sospechados de haberse refugiado en divisas fuertes para evitar la bancarrota o que se esfumen los esfuerzos de toda una vida. Así, cinco artículos del proyecto de reforma del Código Civil que discute el Congreso, tiene a partir del numerado 1413, cinco artículos específicos que regulan el uso de las cajas de seguridad.

Es aquí donde surgen las dudas que ayer alimentó el propio presidente de la Suprema Corte, Ricardo Lorenzetti. Los bancos no serán responsables de "los casos fortuitos externos a su actividad" y en consecuencia, queda abierta la ruta para cualquier interpretación que permita la apertura forzada de las cajas de sus clientes. Estas, tienen un status jurídico similar al del domicilio particular pero la frase de marras no determina en modo alguno cual podría ser "el caso fortuito" que surja con posterioridad a la firma de los contratos de alquiler. Además, se obligará a los clientes que dejen registrado en un acta pública ante escribano, el contenido que dejan en custodia. La suspicacia indica varias posibilidades: por ejemplo, que la legislación establezca que cuando llegue el momento de ordenar una apertura forzada, no haya coincidencia entre el contenido y el acta. La diferencia podría ser motivo de incautación. Nada se dice acerca de cómo será el manejo de aquellos que deban concurrir cotidianamente a sus cajas por razones de trabajo ni cual será el criterio burocrático que admita los controles, pero lo cierto es que la libertad de manejar, controlar y administrar sus bienes, quedará supeditada a la voluntad del funcionario de turno. La libertad se transforma, así, en una entelequia similar a la que está ausente en Cuba. No se trata de un juego de palabras. Se trata, nada más y nada menos, de la posibilidad de hacer lo que uno quiera con su dinero e inversiones legítimas. En pocas palabras, hablamos de todas las formas que posee esa libertad que todavía custodia la actual Constitución.

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