domingo, 3 de junio de 2012

LAS FLORES HABLAN



El pensamiento de Mons. Richard Williamson
Obispo de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X
Número CCLV (255) - 2 de junio de 2012
Traducción del inglés y subtítulos de Diario Pregón de La Plata


Dios es Ser infinito, Verdad infinita, Bondad infinita, infinitamente justo e infinitamente misericordioso. Así enseña su Iglesia, y la idea es grande y hermosa, de modo que yo no tengo objeción. Pero después me entero de que su Iglesia también enseña que por sólo un pecado moral el alma puede ser condenada por toda la eternidad a los severos y crueles sufrimientos que van más allá de toda imaginación, y eso no es tan agradable. Yo empiezo a objetar.
Por ejemplo, yo nunca fui consultado antes de que mis padres decidieran traerme a la existencia, ni fui yo consultado sobre los términos del contrato, por así decirlo, de mi existencia. Si yo hubiese sido consultado, bien podría haberme opuesto a semejante tan extrema alternativa entre la felicidad inimaginable y tormentos inimaginables como enseña la Iglesia, ambos sin fin. Yo podría haber aceptado en vez de eso un “contrato” más moderado, según el cual, a cambio de un más acotado Cielo, yo me habría enfrentado al riesgo si sólo un Infierno más abreviado, pero yo no fui consultado. Unas posibilidades interminables se me aparecen fuera de toda proporción respecto de esta breve vida de mi persona en la tierra: 10, 20, 50 e incluso 90 años que están aquí hoy, se habrán ido mañana. Toda carne es como hierba – “Así (a los hombres) los arrebatas, y son como un sueño matutino, como la hierba verde; que a la mañana está en flor y crece, y a la tarde es cortada y se seca” (Ps. LXXXIX, 6).* En esta línea de pensamiento Dios parece tan injusto que yo seriamente me pregunto si él realmente existe.
El problema nos obliga a reflexionar. Supongamos que Dios efectivamente existe; que él es tan justo como su Iglesia dice que es; que es injusto imponer a alguien una muy pesada carga sin el consentimiento de esa persona, que esta vida es breve, un mero soplo de humo comparada con lo que debe ser la eternidad; que nadie puede ser ser en justicia deudor de un terrible castigo si él no ha tenido conciencia de cometer un terrible crimen. Entonces, ¿Cómo puede el supuesto Dios ser justo? Si él es justo, entonces lógicamente toda alma al alcanzar la edad de la razón debe vivir el tiempo suficiente al menos hasta conocer la elección por la eternidad que está haciendo, y el significado de esa elección. Ahora, ¿cómo es eso posible, por ejemplo en el mundo actual, donde Dios es tan universalmente abandonado y desconocido en la vida de individuos, familias y Estados?
La respuesta sólo puede ser que Dios se encuentra antes que los individuos, las familias y los Estados, y que él “habla” dentro de cada alma, antes que a todos los seres humanos e independientemente de todos ellos, de modo que incluso un alma cuya educación religiosa ha sido nula y sin valor sigue siendo consciente de que está haciendo la elección cada día de su vida, que ella sola está tomando esa decisión por sí misma, y que la elección tiene enormes consecuencias. Pero una vez más, ¿cómo es eso posible, dada la falta de Dios en todo el mundo a nuestro alrededor, como en el mundo nuestro de hoy?
Porque el “hablar” de Dios a las almas es mucho más profundo, más constante, más presente y más atrayente que el hablar de cualquier ser humano o de los seres que nunca jamás podrán ser. Él solo creó nuestra alma. Él continuará creándolas a cada momento de su existencia sin fin. Él es por lo tanto más cercano al alma en cada momento singular que incluso sus padres que se limitan a juntar sus cuerpos –a partir de elementos materiales que son sostenidos en la existencia sólo por Dios. Y la bondad de Dios está igualmente detrás y dentro y debajo de todas las cosas buenas que el alma jamás podrá disfrutar en esta vida, y el alma es profundamente consciente de que todas estas cosas buenas son meros efectos secundarios de la infinita bondad de Dios.
“Cállate”, dijo San Ignacio de Loyola a una pequeña flor, “Yo sé de quién estás hablando”. La sonrisa de un niño pequeño, el diario esplendor de la Naturaleza a toda hora del día, la música, todo el cielo es una obra maestra del arte y así sucesivamente  -- incluso amado con un amor profundo, estas cosas dicen al alma que hay algo mucho más, o – Alguien.

“En Ti, Yahvé, me refugio; no quede nunca yo confundido”  (Ps. XXX, 2). **



Kyrie eleison.

NOTAS DE DIARIO PREGÓN DE LA PLATA
* Mons. Richard Williamson cita el Salmo 89 versículo 6, traduciendo del siguiente modo: “In the morning man shall flourish, in the evening he shall fall, grow dry and wither”. Hemos preferido citar la Biblia en la versión de Mons. Juan Straubinger, en versículos 5 y 6 del Salmo. La traducción del inglés sería: “En la mañana el hombre florecerá, en la tarde caerá, creciendo seco y se marchitará”
* Igual que la nota anterior. Tomamos la cita de la Biblia de Mons. Juan Straubinger. En inglés Mons. Williamson consigna citando el Salmo 30, 2: “In thee, O God, have I hoped, let me never be confounded”. Su traducción sería: “En ti, Oh Dios, he esperado, jamás permitas que me confunda”.

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