martes, 29 de mayo de 2012

LA PERLA DE ANGOLA



Por CLAUDIO CHAVES

El “gran cuadrazo político” que es Cristina, al decir de Aníbal Fernández, Randazzo y demás exégetas de la medianía, ha caído en un planchazo que por el peligro que encierra, para el relato kirchnerista, conviene pasarlo por alto  rápidamente, y olvidar. 
Olvidar y ¡cuanto antes mejor!
Así, supongo, deben colegir  las principales espadas de este espacio, en el supuesto que continúen escuchando o leyendo los discursos de la Señora. A esta altura  cuesta seguirle el tranco.
Es que Cristina de tanto exponerse a sus palabras (lo hace diariamente) se embarulla e ingresa en vizcacherales intelectuales, donde los más expertos jinetes caen con sus cabalgaduras de bruces sobre el barro… de la filosofía, sin alcanzar a la amazona que vuela a baja altura. La raleada troupe de intelectuales ya no saben de que disfrazarse para explicar lo imposible. La prudencia revolucionaria, si la hay, se convoca a silencio.

Ciertamente  me encuentro entre los que, ya, no leen a la Señora. Si bien no tengo un segundo de kirchnerismo, lo que me hace inmune a sus sueños, tiempo atrás abordaba con  curiosidad epidemiológica sus razonamientos. Ya no. He dejado de hacerlo por prescripción médica.
Pero como uno tiene amigos que con  voluntad  vesánica continúan la lectura, uno de ellos,  me advirtió acerca de las ideas que la Señora desplegó en su discurso, en la reunión bilateral con el Presidente Dos Santos, en Luanda.
Ingresé por lo tanto al sitio oficial y allí me encontré con la perla de Angola.
Cristina dijo:

“El siglo XX encubrió guerras civiles a través de dictaduras militares con proscripciones al movimiento político al que yo pertenezco, con lo cual me siento absolutamente identificada con la historia de este país… (Angola)
A partir del año 2003, cuando asumió la presidencia el doctor Néstor Kirchner, nos empeñamos en reindustrializar una Argentina que también había sido arrasada, no por una guerra civil en los términos en que se desarrolló en Angola, pero sí por numerosas dictaduras militares donde en definitiva ciudadanos uniformados se enfrentaban con la otra civilidad que no era uniformada, por lo cual hablo también de guerras civiles encubiertas. Ustedes fueron escenario en esas guerras de liberación y en esas guerras también posteriormente a guerras civiles de los últimos vestigios de la guerra fría. Y nosotros también, en la República Argentina y en toda la región, con las dictaduras militares sufríamos los vestigios de esa guerra encubierta que las grandes potencias desarrollaban en nuestro territorio y que cuando se retiraban dejaban todo como tierra arrasada” (Sic.)        

A los kirchneristas de paladar negro les va a resultar dificultoso explayarse y explicar las palabras de la Señora. A nosotros, no. De modo que vayamos a las cosas, como nos ha propuesto ella.
Primero: Las dictaduras militares que desplazaron al peronismo encubren una guerra civil. Si esto es así, a la dictadura de 1976 le cabe esta aserción. Es una novedad, fundamentalmente por  provenir del progresismo, que siempre ha negado  que se  tratara de una guerra,  sino más bien  de un safari.
La justicia y el parlamento  debieran  atender a estas palabras, pues hasta ahora solo se ha escuchado y reparado a un solo bando.
Y si ha sido una guerra civil, como nos anoticia Cristina y los muertos están en ambos lados, el Estado nacional debiera asumir su responsabilidad extendiéndola a ambos contendientes.
¿Volvemos a la teoría de los dos demonios?

El otro punto inquietante de su verborragia incontrolada  es  cuando afirma  que nuestro país también fue  escenario de la guerra fría, donde se enfrentaron las grandes potencias. Esto es, que si de un lado estaba el Ejército nacional que expresaba los intereses geopolíticos del capitalismo norteamericano, como siempre lo manifestó el progresismo y la izquierda. ¿Del otro lado, de la izquierda insurreccional y los Montoneros, quién estaba?
Al botón de la botonera el que sale o el
¿Adivina el lector?
Claro. ¡La Unión Soviética! Con lo cual nos viene a contar Cristina que sus amigos, los heroicos jóvenes idealistas, vulgarmente conocidos como guerrilleros, también fueron agentes extranjeros infiltrados en nuestro territorio. ¡Lo que sostenía el General!
¿Habrá querido decirnos esto Cristina? ¿O se enredó en sus palabras?       

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