domingo, 10 de abril de 2011

NUEVIGLESIA, NUEVOBEATOS

a Richard Williamson

El pensamiento de Mons. Richard Williamson

COMENTARIOS ELEISON 195 (9-IV-2011):

El 1° de Mayo, a escasas semanas, Juan Pablo II será declarado " Beato" por Benedicto XVI en medio de una gran celebración en La Plaza de San Pedro en Roma. Pero los Católicos que se aferran a la Tradición saben que Juan Pablo II, mientras fue un gran promotor de la Iglesia Conciliar, fue un destructor efectivo de la Iglesia Católica. ¿Entonces cómo puede ser proclamado "Beato", el último paso antes de ser canonizado, cuando las canonizaciones de la Iglesia son infalibles? La respuesta rápida es que Juan Pablo II no será beatificado como un Beato católico a través de una beatificación católica en la Iglesia católica, sino como un "Nuevobeato" a través de un "Nuevabeatificación" de la "Nueviglesia". Y los "Nuevoprelados", primeros en proclamar la novedad por lo que hacen, son los últimos en reclamar infalibilidad.

Ilustremos la naturaleza de la Nueviglesia a través de una comparación obtenida de la vida moderna. La gasolina pura (bencina, nafta) huele, sabe y actúa como la gasolina. Esta puede hacer que un auto funcione. El agua pura huele, sabe y actúa como agua. El agua no puede hacer que un auto funcione. La gasolina mezclada con tan solo un poco de agua aún puede oler y saber a gasolina, pero ya no actúa más como gasolina -no se puede usar para que funcione un auto. El agua le ha quitado su capacidad de combustión.

La gasolina pura se compara con el catolicismo puro - ¡altamente combustible! El agua pura en nuestra comparación es como el humanismo secular puro, lo que será la Religión global, sin rastro alguno de Catolicismo en ella. Ahora el Catolicismo y el humanismo secular se mezclaron en el Concilio Vaticano Segundo y en sus 16 documentos. Así es que el Conciliarismo, o Nuevo Catolicismo, puede aún oler y saber a Catolicismo, suficiente como para hacer que los "buenos Católicos" esperen que las beatificaciones Conciliares se pongan en la vía de la infalibilidad, así como hacían las beatificaciones en la Iglesia pre-Conciliar, pero en realidad una pequeña mezcla de humanismo secular fue suficiente para que el Catolicismo dejara de funcionar, así como no se necesita de mucha agua para que la gasolina ya no haga combustión.

Así es que las nuevas beatificaciones para los olfatos Católicos desprevenidos pueden saber y oler a beatificaciones Católicas, pero cuando se examinan más de cerca es claro que las nuevas beatificaciones no son para nada la misma realidad. Un ejemplo famoso: una beatificación Católica anteriormente requería de dos milagros distintos, mientras que la Nuevabeatificación requiere de uno solo. Y las reglas de la Nuevabeatificación están significativamente relajadas en algunas otras formas también. Por lo tanto ningún Católico debe esperar otra cosa diferente que un  Nuevobeato que emerja de una Nuevabeatificación. Juan Pablo II fue de hecho un "Beato" del Concilio.

Lo que engaña a los Católicos son los elementos del Catolicismo que aún permanecen en la Iglesia Conciliar. Pero así como el Vaticano II fue diseñado para reemplazar el Catolicismo (gasolina pura) con el Conciliarismo (gasolina-agua), así el Conciliarismo está diseñado para dar paso -digámoslo así- a la Religión Global (agua pura). La procesión va de Dios hacia el Nuevodios, y del Nuevodios al Nondios. Hoy en día aún tenemos a la Nueva Roma empujando al Nuevodios del Vaticano II con Nuevobeatos que le correspondan, pero no pasará mucho tiempo para que verdaderos criminales sean los "Beatos" del Nondios.

Sin embargo, el verdadero Dios no dejará que aquellas ovejas que no quieren ser engañadas lo sean. Ni abandonará una sola alma que no lo haya abandonado a Él antes, dice San Agustín. ¡Cita maravillosa!  

Kyrie eleison.

CICLO DE CINE FRANCÉS

Ascensor al Cadalso

Un encuentro con lo más significativo del Cine Francés.

Una cuidada selección de filmes que marcaron la historia.

Un homenaje a los hacedores de este gran cine.

Idea y Dirección:

JACK BOGHOSSIAN

Miércoles 13 de abril

ASCENSOR PARA EL CADALSO
      (Ascenseur pour l´ echafaud)
               Francia,  1957, 92min.
Un film de Louis Malle

Auspician:

Embajada de la República de Francia - Embajada de la República de Armenia

Armenian Film Program Latinoamérica - Emerald

Entrada libre y gratuita

Centro Cultural del Colegio Mekhitarista de Buenos Aires

Director: Jorge Ulises Murekian

Virrey del Pino 3511 Capital / 4552-3690 / 4554-3878

centrocultural@colegiomekhitarista.edu.ar

DESPROPÓSITOS: CADA VEZ MÁS AUSENTES EL PATRIOTISMO Y EL SENTIDO COMÚN

Alberto Asseff

Por Alberto Asseff

Nos faltan cada vez más. Son los grandes ausentes de la Argentina de nuestro tiempo. Me refiero al patriotismo y al sentido común.

Prácticamente ningún dirigente antepone de verdad los intereses generales – es decir los del país y los de todos – por arriba de los personales o sectoriales. Quien se proponga conducirse por ese noble parámetro se siente más que ingenuo y es mirado como un ‘pobre’ individuo que marcha contra la corriente imperante y no llegará a parte alguna.

Así, vivimos inmersos en recurrentes y cada vez más despropósitos.

La Ciudad de Buenos Aires fue reconocida como Autónoma en 1996. Fue un mandato de la reforma constitucional de 1994. ¿Es admisible que quince años después estemos en la misma discusión sobre los alcances de esa autonomía? ¿Se puede aceptar que la Policía Federal continúe con 15 mil efectivos, pero abandone la custodia de hospitales y establecimientos públicos porteños sin un previo acuerdo? ¿No se puede traspasar la Superintendencia de Seguridad Metropolitana de la P.F a la Ciudad y mantener sí la jurisdicción para los delitos federales? ¿Es lógico que la seguridad de los habitantes sea rehén de una lucha político-electoral?

¿No es una risa que hace llorar de bronca que hasta tengan que hacer huelga los médicos de guardia de un Hospital porque falta custodia policial? ¡Con toda la plata que se gasta y se despilfarra, no hay protección policial en los Hospitales porque se libra una pugna entre la Nación y la Ciudad! ¿No ha llegado la hora de poner fin a este modo disparatado – para ser suave – de (des)gobernar?

50 personas hicieron un piquete en la autopista Illia de acceso al centro porteño e hicieron colapsar el tránsito, con interminable atasco por la avenida Del Libertador. Fue el 6 de abril pasado, pero acaece todos los días. ¿Podemos proseguir con la ‘cultura’ del piquete, antesala de la acción directa subrogante de la justicia institucional? En nombre del ‘progresismo’ vamos raudamente hacia el atraso.

Padecemos a luces vistas y sufridas el creciente narcotráfico y la consiguiente drogadependencia, estimulante formidable del delito. ¿Es tolerable que sigamos sin radarizar nuestras fronteras y, en rigor, todo nuestro territorio? INVAP – esa excelente empresa de alta tecnología – puede fabricar los radares necesarios. ¿Qué se espera? ¿Qué nos transformemos en imperio narco?

Se sabe que el FFCC es el único medio no contaminante y relativamente más seguro para el transporte de cargas y personas. ¿Qué milagro necesitamos para que se planifique una racional y gradual rehabilitación de ese modo de transporte? ¿O persistiremos en mantenernos en el podio del campeón mundial en muertes por accidentes viales?

Es conocido que el Gran Buenos Aires es producto del desquicio con se desmanejó el país durante añares. Sólo un despropósito como política (de la mala, que es la que abunda) pudo asistir impávido al proceso deformante de centralización demográfica para llegar a este desatino actual de que casi un 40% de la población está rejuntada en el área metropolitana en detrimento de un inmenso territorio relativamente desértico. ¿Hay que insistir en rogar a Dios para que nos provean una estrategia demográfica que corrija paulatinamente esta malformación perversa?

Tenemos una Justicia Federal enorme y distribuida por todo el país. Sin embargo, ¿cuántos delincuentes de guante blanco – vulgarmente conocidos como corruptos – han sido condenados en los últimos veinte años por poner un término? ¿Cuántos narcos han ido a la cárcel? Y sobre todo vale un interrogante: ¿Cuánta plata recuperó el país de lo que se hurtó y defraudó al patrimonio común? ¿Cómo lograr que el pueblo confíe si el contexto exhibe que rige la hipocresía y que se burlan en nuestra cara?

¿Qué se intenta hacer para que las palabras que se dicen desde las esferas dirigentes acorten distancia con los hechos reales? Porque hoy por hoy, Marte está más cerca de nosotros que los discursos de la realidad.

¿No es un despropósito que ante la cierta y para nada inventada amenaza de que si son reelegidos nos inundarán de estatizaciones totalitarias (nada que ver con una plausible idea de que el Estado sea un eficaz regulador, en cuyo caso debería ser superinteligente y estar gobernado por gente CAPACITADA y ‘si se puede’ patriótica) no se avance hacia una articulación de una alternativa robusta? ¿O seguiremos con la enfermante cantinela de eso de ‘centroizquierda progresista’ y dislates inservibles por el estilo? Acá si derecha es orden y valores, el 99% del país es de derecha. Y si izquierda es justicia y sensibilidad social, el 99% también es de izquierda. Todos somos todo, sobre todo apetentes de SENTIDO COMÚN y si se ahonda un poco más allá de la epidermis, TODOS TENEMOS VENAS POR LAS QUE CIRCULA LA PATRIA, esa que no se cansa de esperar nuestra acción.

¿No es un colosal despropósito que padezcamos 700 mil desnutridos en el país campeón de la producción de alimentos? ¿Y que salvo algunos discursos no se hace nada de verdad?

¿No es un despropósito que la ignorancia y la pobreza estructural sigan impertérritas e imperturbables a pesar del ‘boom’ de consumo y el festín de gasto público?

¿No es un despropósito que al sector de mayor avance tecnológico y productivo, en vez de estimularlo, se lo demonice, persiga y cuestione, como sucede con el agro?

¿Cómo se explica, si no es porque imperan los despropósitos, que hoy – en medio del ‘modelo’ de consumo que enarbola el oficialismo – tengamos la misma cantidad de operarios industriales que en la década del 90 de desindustrialización?

Por ahora, los despropósitos nos van ganando y el sentido común se ha ausentado por completo. Del patriotismo…, mejor no hablar (porque hay que restituirlo a la escena sin tantas verbalizaciones).

¿QUERÍAN DEMOCRACIA?… AQUÍ LA TIENEN

Cuatro balazos

FOTO DE JOSE NUNO - CUATRO BALAZOS. En la casa del dirigente Roberto Córdoba -cercano a Vargas Aignasse- funciona una cooperativa del plan "Argentina Trabaja”

Una balacera suma tensión a la interna peronista en la capital tucumana

El diputado Vargas Aignasse vinculó a aliados del legislador Cortalezzi con el atentado. Según el parlamentario nacional, lo atacaron porque cuestionó la inclusión de ex referentes bussistas en las listas de acoplados al alperovichismo.

La interna en el oficialismo alcanzó su pico de mayor violencia: el diputado Gerónimo Vargas Aignasse (PJ) denunció que la vivienda de un dirigente de su espacio político fue baleada por militantes cercanos al legislador Armando Cortalezzi.

Según el parlamentario nacional, un grupo de personas atentó contra la casa de Roberto Córdoba, en el barrio Elena White, en donde funciona una cooperativa del plan "Argentina Trabaja". Vargas Aignasse precisó que el hecho se produjo cuando tres cooperativistas cortaban el pasto en el lugar. En ese momento, según el relato del diputado, un grupo integrado por más de 30 personas, que se movilizaban en motos y en camionetas, abordó a los empleados y los amenazó para que dejaran de trabajar.
"Los cooperativistas comenzaron a correr hacia la casa que queda en ese barrio. Nunca los enfrentaron. Cuando llegaron, se produjeron los disparos", relató. Incluso, dijo que entre los agresores habría un hermano del legislador Cortalezzi. "La denuncia está presentada. Vamos a seguir con esto hasta las últimas consecuencias", advirtió.

Cortalezzi, en cambio, desmintió tener alguna vinculación con el hecho y cargó contra el diputado. "Me enteré por La Gaceta, no sabía nada de esto. Es más un tema policial que se debe esclarecer; no veo un hecho político. Hay que determinar responsabilidades y el porqué esas dos bandas causaron ese escándalo en un barrio tranquilo", afirmó el legislador.

Luego, fue duro con Vargas Aignasse. "No entiendo sus cuestionamientos, él trabaja en muchos lugares y con muchos barrabravas. Pero no me llama la atención, porque constantemente viene agrediendo y diciendo cosas sobre el acople que lidero. Tiene que tranquilizarse y no mezclar política con hechos delictivos. Él baja a los circuitos (electorales) tres veces por año sólo para comprar dirigentes y de eso la gente se da cuenta", arremetió Cortalezzi.

En rigor, la disputa pública entre Vargas Aignasse y dirigentes alperovichistas de la capital comenzó a principios de año, cuando el diputado cuestionó que en el acople que lideran Cortalezzi, Ramón Cano y Guillermo Gassenbauer haya ex referentes del bussismo, como Miguel Brito (director de Arquitectura y Urbanismo) y el edil Javier Morof.

"Si esto tiene que ver con que haya dicho que me avergüenza y que me da asco que bussistas entren a la lista oficial, que entonces me ataquen a mí. Si con esto pretenden que me calle la boca, no lo van a lograr. Ratifico lo dicho y denuncio una falta de compromiso ideológico en la lista que encabezan Cano y Cortalezzi", retrucó Vargas Aignasse.

Fuente: Portal nacionalista Ayohuma

LA EVANGELIZACIÓN DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR

Aguer Hector

Ponencia de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en la Asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina (Roma, 7 de abril de 2011)

En la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, Pablo VI recomendaba orientar la religiosidad popular mediante una pedagogía de evangelización (n. 48). Teniendo en cuenta sus valores la llamaba gustosamente “piedad popular”, es decir, religión del pueblo, más bien que religiosidad. Es ese nombre, piedad popular, el que se ha tornado preponderante en el magisterio reciente de la Iglesia. En el Directorio sobre piedad popular y liturgia, publicado en 2001 por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, se expresa con claridad la distinción. Por piedad popular se entiende las diversas manifestaciones culturales, de carácter privado o comunitario, que en el ámbito de la fe cristiana se expresan principalmente, no con los modos de la sagrada liturgia, sino con las formas peculiares derivadas del genio de un pueblo o de una etnia y de su cultura (n. 9). Siguiendo a Juan Pablo II se la reconoce como un verdadero tesoro del pueblo de Dios. En cambio, la religiosidad popular es descrita como una experiencia universal: en el corazón de toda persona, como en la cultura de todo pueblo y en sus manifestaciones colectivas, está siempre presente una dimensión religiosa. Se afirma, además, que no tiene relación, necesariamente, con la revelación cristiana, aunque en las regiones en que la sociedad está impregnada de algunos valores cristianos, da lugar a una especie de “catolicismo popular” en el cual coexisten, más o menos armónicamente, elementos provenientes del sentido religioso de la vida, de la cultura propia de un pueblo, de la revelación cristiana (n. 10). La distinción entre piedad popular y religiosidad popular es clara en el orden conceptual, pero el discernimiento de la vivencia de ambas realidades no carece de dificultades, y sin embargo resulta fundamental para poder ofrecer criterios y orientaciones pastorales útiles para la evangelización.

El encargo que se me ha asignado es precisamente proponer Criterios y orientaciones pastorales para reforzar la fe de los fieles católicos y la auténtica vivencia sacramental ante la irrupción de expresiones desviadas de religiosidad popular.

La dialéctica fe - religión

Notemos, ante todo, que la piedad popular –según el texto citado anteriormente– se verifica en el ámbito de la fe cristiana; en cambio, la religiosidad popular no implica, de suyo, una relación necesaria con la revelación. Aquí surge una problemática de carácter teológico y pastoral: la vinculación entre fe y religión. Las relaciones entre fe y religión constituyen una cuestión muy delicada y con larga historia en Occidente. En el siglo XX se han sucedido la vigencia de un fuerte secularismo y una nueva aparición de lo sagrado, manifestada en la difusión de sectas y diversos movimientos espiritualistas y pseudorreligiosos. Así, en los hechos, en los vaivenes culturales y sociales, se confirma una relación dialéctica entre fe y religión. La filosofía iluminista del progreso con el propósito de edificar el Regnum hominis como si fuera el Reino de Dios en la tierra, proporcionó el aliento ideológico del secularismo; bajo su influjo la actitud religiosa queda sofocada o resulta absorbida en la indiferencia. La cultura secularista invita a organizar la vida personal, familiar y social como si Dios no existiera; bajo su imperio desaparecen los signos de la trascendencia. Pero hay que reconocer también que la mentalidad propia de la Ilustración, característica de la cultura moderna, ha ido penetrando progresivamente en la Iglesia y ha conducido a una reducción de la dimensión sobrenatural del cristianismo, a un vaciamiento de su realidad mistérica. Se difundió ampliamente, hace unas décadas, la reducción ética y social de la salvación cristiana, en clave horizontalista. En ámbito anglosajón y protestante floreció una teología de la ciudad secular y de la muerte de Dios que proponía un cristianismo sin religión; en esta postura podía reconocerse la elaboración extrema de una dialéctica de tipo luterano entre fe y religión y la afirmación de una dependencia de la interpretación del cristianismo respecto de los fenómenos culturales.

Cuando parecía que, en la segunda mitad del siglo XX, los signos de lo sagrado se eclipsaban completamente en las conciencias y en las manifestaciones más imponentes de la cultura occidental, la naturaleza religiosa del hombre volvió por sus fueros con la irrupción de una ola de espiritualismo que abrevaba en las fuentes más diversas: reminiscencia de antiguos paganismos, fascinación ante las religiones del lejano oriente y una explosión de movimientos religiosos libres que ofrecían una fuerte valoración del contacto íntimo y directo con lo divino, su vivencia vibrante, emocional. En las grandes ciudades se extiende la mentalidad típica de la Nueva Era, movimiento cultural inclasificable, conglomerado de actitudes espirituales que incluye desde una nueva concepción del hombre y su relación con el cosmos hasta los viejos errores del gnosticismo y del ocultismo, más los aportes orientales con sus técnicas de meditación, las artes adivinatorias, elementos de la magia, la brujería y el esoterismo. En grupos minoritarios circula el interés por remedos de revelación siempre al alcance de la industria humana como el channeling o canalización y otros estados alterados de conciencia, el espiritismo y el recurso supersticioso a la comunicación con los ángeles. La nueva religiosidad, como se la llamó hace algunas décadas, está fuertemente marcada por el subjetivismo; la relación con Dios se reduce a la experiencia de sentirse salvado, y esta se identifica, muchas veces, con el mero “sentirse bien”. Se configura así una religión vaga, que responde a una especie de fe inmanentista sin contenidos precisos; de allí la posibilidad de combinaciones sincréticas que incorporan elementos propios de la fe y de la espiritualidad cristiana.

El problema teológico y pastoral de la religión

En la teología católica del siglo XX se han desarrollado interesantes discusiones acerca de la virtud de religión. Algunos autores han reprochado a la tradición escolástica haber recluido estrechamente a la religión en el esquema aristotélico de las virtudes cardinales, haciendo de ella una parte potencial de la justicia y asimilándola a las otras actitudes morales que dicen una relación ad alterum. Se propuso entonces considerarla una virtud moral distinta de las cuatro cardinales, cuyos actos serían sobrenaturalizados por el influjo permanente de la virtudes teologales. No faltó quien hiciera de la religión una cuarta virtud teologal, muy cercana a la fe. La doctrina de Santo Tomás revaloriza el carácter humano de la religión como la actitud que corresponde a la creatura en relación con el creador; en régimen cristiano, la religión se muestra como el lugar humano en que se asienta la fe cristiana, como el sitio espiritual en el que se conectan el orden de la creación y el de la redención. Es impensable un cristianismo sin religión, pero la religión debe ajustarse a la fe y expresar en sus manifestaciones la vida teologal de comunión con Dios. Se puede afirmar que esta virtud constituye el vértice de la moral cristiana. Santo Tomás le atribuye la nobleza que corresponde a una virtud general, que ejerce su influjo sobre la conducta total del cristiano: impera los actos de todas las virtudes y las orienta a la glorificación de Dios. Pero al mismo tiempo requiere el ejercicio de las demás virtudes morales, que tutelan el auténtico bien humano; mediante esa interacción puede cumplirse la vocación del hombre a la adoración de Dios, según la exhortación del Apóstol: ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer (Rom. 12, 1).

Desde la perspectiva que acabo de exponer puede advertirse el significado de un deslizamiento de la piedad popular del catolicismo hacia las formas más genéricas y ambiguas de religiosidad popular, como también el de la mezcla de ambas realidades en expresiones que ponen a prueba la agudeza del discernimiento pastoral. Señalo brevemente las posibles deficiencias que enturbian la autenticidad de la actitud religiosa y de las prácticas consiguientes; ellas pueden verificarse respectivamente en relación a la fe y en relación a la vida moral. El verdadero culto de Dios tiene por alma la fe; cuando esta no reluce con la nitidez que corresponde, las expresiones religiosas penetran en el cono de penumbra de la superstición. Este concepto no se reduce al caso de la idolatría; también designa el falso culto del Dios verdadero, o el de sus santos, especialmente cuando se desplaza la centralidad salvífica de Jesucristo y la dimensión escatológica de la salvación cristiana. En la medida en que las expresiones religiosas adquieren un matiz supersticioso, o caen groseramente en la superstición, se ensombrece la fe; la superstición es una caricatura o un sucedáneo de la verdadera fe. En el ámbito de la religiosidad popular se registra, con frecuencia, la mezcla de formas tradicionales de piedad católica con el recurso a la astrología, la vana observancia, la adivinación y otras alteraciones pseudorreligiosas. El credere Deo del cristiano queda afectado cuando el sentimiento religioso no es orientado por los misterios de la fe sino por el gusto individual, la inclinación a lo maravilloso, las revelaciones privadas y las apariciones dudosas. La religiosidad popular, y sus expresiones periféricas, en cuanto se constituye en práctica alternativa del culto litúrgico y de la vida sacramental, implica un menoscabo del credere Deum. La desviación de las expresiones religiosas hacia la búsqueda preponderante y aun exclusiva del bienestar temporal y de favores materiales coarta objetivamente el dinamismo del credere in Deum por el cual la fe crece como entrega al Señor y aspiración a la santidad y a la vida eterna.

En relación a la vida moral, puede observarse que, sobre todo por la falta de arraigo vital en la oración litúrgica, la piedad popular pierde identidad y fuerza y no solo se expone más fácilmente a la contaminación supersticiosa, sino que también se desglosa de la totalidad de la existencia cristiana para dar cabida a la incoherencia entre la fe y la conducta. Puede así convertirse en un campo religioso-cultural ambiguo que cubre la decadencia moral. El subjetivismo religioso, inclinación preponderante en nuestra época, hace posible un tipo de vivencia espiritual compatible con el secularismo. Este reina en los criterios de vida de aquellas personas que practican formas sincréticas de religiosidad o de los bautizados que conservan vestigios de la piedad popular del catolicismo. Hay que reconocer que muchas personas que se consideran católicas tienen aletargada su conciencia de la relación con Dios y viven sumergidos en el materialismo y hasta en el ateísmo práctico. No han elaborado, a pesar de su participación en algunas prácticas devocionales periódicas, su sentido de Dios; su fe es quizá una lejana referencia teórica a algunas verdades católicas, pero la falta de una experiencia vivida del Espíritu y de la gracia sacramental hace de su religiosidad la cobertura de una manera secularista de enfocar la vida.

Antes de trazar algunas orientaciones pastorales me permito deslizar una observación general. Actualmente nadie desconoce el valor de la religiosidad popular. Estimo que en América Latina hemos superado aquellos planteos reticentes de origen franco-belga que se difundieron ampliamente a fines de los años cincuenta y a lo largo de la década de los sesenta del siglo pasado y que gozaron de considerable aceptación en el clero católico. Sin embargo, me pregunto si nos hemos hecho cargo seriamente de la exhortación de Pablo VI a orientar la piedad popular mediante una pedagogía de evangelización. Sería penoso que después de haber superado el error por defecto vayamos a caer ahora en el error por exceso. Si prevalece una inspiración populista de la pastoral, se puede promover imprudentemente la devoción a algunos santos con criterio exitista y multiplicar los santuarios en los que se les rinde culto sin la debida iluminación de la fe; asimismo, la divergencia entre religiosidad popular e inserción en la vida litúrgica puede inducir la tentación de superarla alentando la recepción ocasional de los sacramentos en situaciones irregulares y contrariando la disciplina de la Iglesia. Una especie de “hegelianismo pastoral” invita a reconocer en ciertas devociones masivas, a veces suscitadas artificialmente, una manifestación del Espíritu divino; este error de juicio, aun siendo desinteresado –ojalá siempre lo sea, y no ideológico– puede hacer de la religión del pueblo, siquiera inadvertidamente, objeto de manipulación.

La formación integral de los fieles

Para presentar algunas sugerencias pastorales asumo como referencia la descripción que los Hechos de los Apóstoles nos ofrecen de la primera comunidad cristiana: los fieles perseveraban asiduamente en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones (Hech. 2, 42).

En la perspectiva de la nueva evangelización, la piedad popular es una riqueza de la tradición católica que puede seguir representando un medio adecuado para la transmisión del cristianismo; para que este propósito se cumpla es preciso reconocer como condición la revitalización de la fe en su identidad y fervor y su arraigo en la cultura de los pueblos. La afirmación de la fe, fundamento de la inteligencia cristiana y de su cosmovisión, proporciona una respuesta al problema de la verdad y a la búsqueda de sentido que angustian al hombre posmoderno. A la vez, la afirmación de la fe es el fundamento objetivo de la experiencia cristiana, de una triple experiencia: experiencia de la gracia, que plasma la personalidad cristiana y acrecienta la santidad de la Iglesia en la vida litúrgica y sacramental; en ella se manifiesta la dimensión sobrenatural del cristianismo; experiencia de la praxis cristiana, a saber, el ejercicio de la libertad como obediencia de amor a la voluntad de Dios y respuesta a su amor primero según el doble precepto de la caridad; en la praxis cristiana son rescatados y cobran solidez y relieve los valores propios de la naturaleza humana; experiencia de la intimidad con Dios, de la relación personal con el Dios Trino, sin panteísmos pseudomísticos ni quietismos alienantes, verdadera coronación de la aspiración religiosa del hombre.

Esta propuesta evoca la estructura del Catecismo de la Iglesia Católica, en la que se reflejan las dimensiones de la fe, de la vida cristiana y de la espiritualidad concebidas como una totalidad, más allá de cualquier posible reduccionismo. La profesión de fe tiene, indudablemente, una dimensión dogmática, doctrinal; ofrece el fundamento firme de la verdad. El cristianismo es, por cierto, una doctrina, aunque no se puede reducir exclusivamente a ella, a una teoría, a un conjunto armonioso y coherente de ideas verdaderas. Pero es necesario, superando un cierto desprecio de lo nocional en el conocimiento de fe, reforzar la formación de nuestros fieles en los contenidos de la fe, para que puedan distinguir lo que pertenece a la religión católica y lo que no pertenece a ella, para que adquieran una serena seguridad en la fe que profesan y sepan dar razón de la esperanza que la acompaña.

La fuente de la gracia es la liturgia sacramental como celebración del misterio de Cristo; en ella es asumida toda la realidad simbólica de lo humano y se la pone en contacto con la vida de Dios según el misterio teándrico del Verbo hecho hombre. La piedad popular es otra expresión legítima del culto cristiano, pero no es homologable a la liturgia y no se debe oponer ni equiparar a ella. Aquí conviene recordar que el cristianismo es una religión, pero no una mera práctica de ritos religiosos.

Asimismo hay que decir que el cristianismo no es primeramente una moral, pero incluye sin duda una dimensión moral. Los criterios de vida que necesita el hombre desconcertado de nuestro tiempo, sus reclamos éticos muchas veces parcializados, fragmentarios, han de encontrar respuesta en el Decálogo y en el Sermón de la Montaña. La ley de Dios muestra el camino para obtener la satisfacción de las legítimas apetencias de justicia y rectitud que suelen expresarse de modo inconcreto en nuestra sociedad.

Por fin, hay que decir que el cristianismo no es primera o exclusivamente una mística, pero que ciertamente también lo es. Enseñar a orar, introducir a los fieles en la intimidad del Dios viviente, proponer la genuina mística católica, es parte fundamental de la misión de la Iglesia y grave incumbencia suya hoy día, cuando pululan tantas espiritualidades subalternas y descaminadas. Nuestras parroquias, por ejemplo, deberían ser escuelas de oración.

La afirmación de la fe y la triple experiencia de la gracia, de la praxis cristiana y de la intimidad con Dios; la totalidad católica expresada en la estructura cuatripartita del Catecismo, subrayan el carácter sapiencial del cristianismo. El cristianismo que presenta la Iglesia en la nueva evangelización es una sabiduría, el Evangelio del cual somos discípulos y maestros es una sabiduría, el Cristo que predicamos, nuestro amor y nuestro gozo, es la sabiduría: Ipse sapientia Christus.

Religiosidad popular y Eucaristía

A partir de las orientaciones conciliares (cf. Sacrosanctum Concilium, 12 s.) la Iglesia ha procurado que entre el culto litúrgico y las prácticas de piedad del pueblo cristiano se establezca una mutua y fecunda relación. El Directorio sobre piedad popular y liturgia ha encarado ampliamente ese problema. Ahora me ocupo del mismo desde un ángulo específico: la escasa participación eucarística y la deserción de la misa dominical de multitudes de fieles que expresan su fe con la práctica más o menos frecuente de diversas formas de religiosidad popular. Este fenómeno es bastante común en toda América Latina. Nuestra Pontificia Comisión dedicó la Reunión Plenaria de 2005 a La misa dominical, centro de la vida cristiana. En la vigésimosexta de las recomendaciones pastorales publicadas como conclusión de aquella asamblea, se decía discretamente: Es necesario valorar la práctica de tantos fieles que asisten a las grandes fiestas y peregrinaciones, y procurar que la Sagrada Eucaristía ocupe en ellas un lugar central, así como aprovechar dichas ocasiones para fomentar una mayor y más viva participación en las misas dominicales. Por mi parte, me baso en lo que ocurre en el extremo sur del continente, pero considero que el fenómeno se verifica prácticamente, aunque en diverso grado, en todas las naciones latinoamericanas. Yo suelo proponer una definición extravagante de la Argentina. El mío es un país en el que los bautizados en la Iglesia Católica no van a misa. No se trata de un defecto reciente provocado por la ola de secularización que nos ha sumergido, sino que tiene raíces muy antiguas. Una cuestión de máximo interés es la relativa al origen de esta situación; las causas probablemente son múltiples, pero sugiero una hipótesis a indagar: desde la primera evangelización no cobró vigencia entre nosotros una cultura coral, una cultura litúrgica, lo cual se manifiesta también en la dificultad de arraigo que encontraron siempre en nuestras tierras las experiencias de vida monástica. Lo cierto es que en la mentalidad religiosa del argentino no aparece reflejada la centralidad de la Eucaristía y la vivencia del domingo; actualmente se lo ha tragado el fin de semana, el week-end, y cuando es largo, peor.

Lo que señalo no es el incumplimiento de un precepto eclesiástico, sino un vacío cultural que se une en relación causal con una percepción incorrecta de la realidad de la Iglesia. A causa de esta carencia, de este vacío, de la deserción eucarística, la Iglesia no es entendida y vivida plenamente como ámbito de una creación integral y de una transmisión de cultura cristiana. Dicho en otros términos: no funciona el vínculo entre el culto y la cultura, o funciona de un modo imperfecto, parcial, limitado a pequeños sectores o a tiempos históricos acotados; no se verifica como un fenómeno popular. Algunos momentos importantes de renovación eclesial con proyecciones culturales significativas han estado señalados por el redescubrimiento del valor operativo de la simbología litúrgica en orden a la configuración de la personalidad cristiana. Esta constatación confirma el diagnóstico.

Sin una referencia neta e intensa a la liturgia como despliegue operativo, contemplativo y estético del orden sacramental, la piedad popular tiende a perder su identidad más propiamente católica y a deslizarse al nivel de una religiosidad popular no exenta de ambigüedades. En este campo queda mucho por hacer: reforzar la catequesis litúrgica de modo que los fieles puedan descubrir y vivir las celebraciones como auténticos momentos de vida religiosa; destacar la realidad sacrificial de la misa, para que no cedan a la seducción de plegarse a otros sacrificios, como los ofrecidos en los cultos umbanda o en ritos de impronta satánica; mostrarles cómo todas las devociones deben conducir a Cristo, nuestro único Salvador presente en la Eucaristía, e inducirlos a la frecuente adoración de ese inefable misterio. Podemos alegar que la ausencia de una cultura litúrgica y eucarística ha sido y es llenada por la práctica generalizada, en nuestro pueblo, de formas más o menos tradicionales de piedad popular. Pero me parece que este sería un magro y engañoso consuelo.

El Directorio citado anteriormente establece que la liturgia y la piedad popular no deben sustituirse entre sí, ni mezclarse. No se favorece la armónica y fecunda relación entre ambas realidades eclesiales cuando la liturgia menoscaba su dignidad ritual y se banaliza asumiendo la fenomenología de lo cotidiano, cuando se torna un hecho de entrecasa; la celebración eucarística –sobre todo esta cumbre del culto cristiano– no puede asemejarse a un tumultoso encuentro pentecostal, a una función de circo para niños o a una divertida sesión de adolescentes floggers. La fidelidad a las fuentes de la renovación litúrgica posconciliar reclama que se ayude a los fieles, mediante un adecuado itinerario mistagógico, para que puedan incorporarse a las celebraciones y participar de ellas consciente, activa y fructuosamente (Sacrosanctum Concilium, 11).

Por otra parte, en América Latina existe una valiosa tradición de expresiones populares de la fe que deben ser rescatadas y fomentadas: procesiones, bendiciones, autos sacramentales, pesebres vivientes y teatralizaciones del Camino de la Cruz. Hay que cuidarse de no menospreciar la dimensión sensible, corporal, simbólica de la espiritualidad católica, precisamente cuando incluso algunas sectas adoptan varios de nuestros sacramentales.

La pertenencia a la Iglesia

Uno de los valores de la piedad popular subrayado por la reflexión pastoral de los últimos años es su espontánea identificación con la Iglesia. Es esta una constatación correcta; sin embargo, la deficiente vinculación con la Eucaristía y la misa dominical, en la medida en que se verifica realmente, menoscaba la conciencia eclesial del pueblo de Dios. La práctica de las formas más difundidas de piedad popular es una manera de expresar la pertenencia católica, pero hay que procurar que esos fieles lleguen a sentirse más plenamente unidos a la Iglesia, que la amen más y le brinden toda su confianza para aceptar y acoger sin reservas toda la verdad que ella nos transmite de parte del Señor.

Muchas veces los miembros de la Iglesia no experimentan que efectivamente lo son. No se trata de encarecer el simple “sentirse” miembros de ella con una percepción superficial; parece, no obstante, que en muchos casos esa pertenencia a la Iglesia es vivida de un modo muy débil y genérico. En realidad, podríamos establecer círculos concéntricos que señalen distintos grados de pertenecer, de experimentar y expresar esa pertenencia; grados que van desde la conciencia clara y el compromiso más cercano, hasta la marginalidad o la casi marginalidad. Sin embargo, corresponde a la esencia de la Iglesia que ella se represente y sea percibida como casa de todos, como morada y familia que acoge cordialmente a todos sus hijos, como madre que puede ocuparse solícitamente de ellos. A este propósito hemos de reconocer como fundamental el testimonio de la unidad en el amor, la fraternidad del agape; en definitiva ese valor testimonial será el que permita a todos los miembros de la Iglesia, más cercanos a más lejanos, experimentar la maternidad de la Catholica. El propósito de hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión (Novo millennio ineunte, 43) se concreta en tareas precisas para fortalecer la vida comunitaria de las parroquias, que son la última localización de la Iglesia, para que puedan incorporar a esa misma vida a los que llegan ocasionalmente y a los bautizados que habitan en la respectiva jurisdicción, de manera que no se sientan necesitados de buscar otras pertenencias socio-religiosas, como por ejemplo la adhesión a las sectas y a sus caricaturas de la auténtica comunidad cristiana.

Una última indicación. Será muy oportuno reflexionar sobre un dato en el que se refleja una de las características más notorias de la cultura vigente: la tendencia al individualismo que invade también la dimensión religiosa de la existencia. La crítica dirigida a la institución eclesial por sectores determinados de la sociedad, de la que se hacen eco los medios de comunicación para incentivarla, viene a reforzar una cierta problematicidad de la mediación de la Iglesia en la relación del hombre –del cristiano– con Dios. La religiosidad en su impostación moderna –herencia protestante, de la Ilustración y del romanticismo– y también en el contexto de atomización cultural propio de la posmodernidad, es reacia a la institucionalización de la experiencia de Dios. La experiencia religiosa libre no acepta ajustarse a moldes comunitarios; el protagonista es el yo solitario en busca de la divinidad y de la identificación con ella. Estos sentimientos pueden colorear también el ánimo de los fieles y disminuir en ellos el afecto de la comunión eclesial. La Iglesia no debe hablar demasiado de sí misma, pero sí mostrar, con el testimonio de la verdad y la vivencia de la caridad, la continuidad real de ella con Cristo, como Cuerpo misterioso suyo. Uno de los principales desafíos que se impone a los pastores de la Iglesia en la nueva evangelización es recuperar para la plena y activa vida eclesial a una multitud de bautizados que por la gracia de la iniciación cristiana están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

AGUER SERÍA EL PRÓXIMO PRESIDENTE DEL EPISCOPADO SEGÚN PÁGINA 12

Mons Hector Aguer

En una nota publicada en el referido medio, firmada por Washington Uranga, se afirma que “La Iglesia premia a un cruzado”.

Según el análisis del periodista, “Apadrinado por el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, su adjunto copó micrófonos definiendo “la patología” de la homosexualidad y argumentando que “consumen más psicofármacos y tienen más tendencia al suicidio”. Fue nombrado obispo de Mar del Plata”.

Refiere que Mons Antonio Marino (69 años), hasta el momento obispo auxiliar de La Plata, fue designado “por el Papa como obispo de Mar del Plata, una sede que en la actualidad se encontraba vacante a raíz del nombramiento del antiguo titular de esa jurisdicción eclesiástica, Juan Puiggari, como arzobispo de Paraná. El nuevo obispo marplatense es un hombre claramente identificado dentro de la corriente más conservadora de la jerarquía católica, directo colaborador del arzobispo platense Héctor Aguer. Fue precisamente el arzobispo de La Plata quien lo impulsó dentro del Episcopado al cargo de presidente de la Comisión ad hoc para el Seguimiento Legislativo, un grupo cuya principal labor fue la de expresar las posiciones de la Iglesia en contra de la reforma del Código Civil que habilitó el matrimonio entre personas del mismo sexo”.

Según el periodista que oficia de analista eclesiástico, que desde el marxismo materialista contempla a la Iglesia Católica como parte de una “superestructura” que surge por la “estructura económica” de la sociedad, descartando de plano todo lo Sobrenatural de la Iglesia, en una corriente de pensamiento que comparte el clero cordobés apañado por Mons. Ñañez y que tiene su centro de activismo en “La Cripta”, el nombramiento es un mensaje “de parte del Vaticano”.

Según Página 12, “con el nombramiento de Marino en Mar del Plata, el ultraconservador arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, posiciona uno de sus hombres de mayor confianza en su carrera por ganar espacios institucionales dentro de la Conferencia Episcopal, en un año que se cerrará con elecciones en el Episcopado para determinar quién sucederá al cardenal Jorge Bergoglio en la presidencia del organismo”. La lectura de Página 12, que mira a la Jerarquía de la Iglesia como una “lucha interna por el poder” que nada tiene que ver con la Tradición y la Fe, es que el actual arzobispo platense sería promovido como sucesor de Bergoglio a fines de este año, cuando el Cardenal abandone su cargo por motivos de edad.

Un dato olvidó Página 12, y es la fuerte presencia de Mons. Héctor Aguer y su llegada mediática a todos los rincones del país, en una acción espiritual evangelizadora que otros no han logrado igualar.

HOY SE VOTA EN PERÚ, EN MEDIO DE ADVERTENCIAS DE LA IGLESIA

PERÚ - ELECCIONES

Los peruanos irán hoy a las urnas para elegir al Presidente de la República que sucederá al dos veces Presidente Alan García Pérez, y a los dos Vicepresidentes, así como a 130 congresistas y 5 representantes titulares y 10 suplentes ante el Parlamento Andino.

Ollanta Humala tendría asegurado su paso al balotaje en las elecciones de Perú, según dos sondeos conocidos este sábado, de Ipsos-Apoyo y del Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica, en la víspera de la primera vuelta del 10 de abril.

Los sondeos confirman además el desplome del ex Presidente Alejandro Toledo en la opinión pública, y dan a Keiko Fujimori como acompañante del ex militar en la segunda vuelta.

Sin embargo, algunos advierten que el final podría ser definido entre la hija del encarcelado ex Mandatario y el conservador Pedro Pablo Kuczynski, quien saliera de las filas de Perú Posible, atendiendo que el APRA votaría a este candidato, pudiendo volcar el resultado electoral.

La agencia AFP divulgó los datos de un sondeo realizado por Ipsos-Apoyo que ubicó a Humala al tope con 28,1% seguido por Fujimori con 21,1%, Kuczynski 19,9%, el ex Presidente Toledo 16,8% y el ex alcalde de Lima Luis Castañeda 12,1%. Toledo, cuyo partido se desprestigió por contener en su plataforma electoral figuras para el matrimonio homosexual y el aborto, se ha desplomado como candidato.

"Hasta el momento quien pasaría a la segunda vuelta (además de Humala) es Fujimori, pero no se puede descartar que Kuczynski dé una sorpresa si es que se produce el domingo un mayor trasvase de votos a su favor provenientes de otros candidatos", indicó Alfredo Torres, director de Ipsos-Apoyo.

El estudio de Ipsos Apoyo se realizó mediante un simulacro con una cédula de voto similar a la que se usará en la elección sobre una muestra de 6.000 electores hábiles, siendo hasta el momento el sondeo con mayor representación hecho durante la campaña electoral. El margen de error de la muestra es de 1,6% hacia arriba o hacia abajo.

CANDIDATOS PROVIDA

Según informó AciPrensa, el sitio web PerúDefiendelaVida.com ofrece una lista actualizada permanentemente de candidatos al Congreso de los distintos grupos políticos, que se declaran a favor de defender la vida desde la concepción ante las elecciones de este domingo 10 de abril, en la página http://www.perudefiendelavida.com/porquienvotar .

En las últimas semanas se han organizado distintos eventos para identificar a los candidatos al Congreso que asumen personalmente la defensa de la vida y la familia. Además, varios medios de comunicación han enfrentado a candidatos pro-vida y anti-vida en debates radiales y televisivos.

Según informa PeruDefiendelaVida.com, la lista de candidatos al Congreso que han apostado por asumir la defensa de la vida está liderada en Lima por Fabiola Morales, número 6 de Solidaridad Nacional, quien busca servir por un nuevo periodo y es conocida por su abierta postura contra el aborto. En este grupo político también figuran Rafael López Aliaga (4), Alda Lazo (10) y Roxana Rocha (12); por Madre de Dios Juan Perry (1); y para el Parlamento Andino José Aliaga (3).

En Alianza para el Gran Cambio, los candidatos a favor de la vida por Lima son Humberto Lay (1), Javier Bedoya (2). Luis Galarreta (8), Julia Valenzuela (13), Claudia Cantella (20) y Raquel Gago (31); por Arequipa Juan Carlos Eguren (1) y Giovanna Aranibar (2); por Lambayeque Yehude Simon (1) y para el Parlamento Andino Hildebrando Tapia (1).

En Fuerza 2011 figuran por Lima Julio Rosas (1), Wilder Ruiz (15), Fernán Altuve (18), Patricia Mormontoy (24) y Martha Chávez (36). Por Arequipa están Julio Sumerinde (2), Angélica Corzo (3) y Juan Dueñas (4). Para el Parlamento Andino destacan Rafael Rey (1), Erika Muller (5) y Manuel Ruiz Huidobro (7).

La lista de Perú Posible presenta a tres candidatos que se han declarado a favor de la vida por Lima: Cecilia Tait (1), Fausto Alvarado (16) y Johnny Lescano (18). En Arequipa figuran Gilberto Díaz (1), Sandra Bolaños (4) y Silvia Valenzuela (5).

En el APRA figuran por Lima Aurelio Pastor (6), Judith de la Puente (9), María del Carmen Barragán (10), Rocío Valencia (11) y Rocío de la Piniella (15).

Para ver la lista actualizada de candidatos pro-vida y anti-vida en Perú, puede visitar la página http://www.perudefiendelavida.com/porquienvotar/

ANTECEDENTES

Durante el gobierno de Alejandro Toledo, su gestión (2001-2006) pareció un ‘talk show’ por las palabras subidas de tono, los amores prohibidos, la inestabilidad, los gabinetes de cinco meses, la pugna por los puestos públicos y los favoritismos a los familiares, que fueron una constante entre sus funcionarios desde que asumió el poder el 28 de julio de 2001.

El militar (r) Ollanta Humala Tasso, ha tenido una posición “antisistema” pero que acabó volcándose al marxismo castrista y venezolano, perdió las elecciones frente a Alan García en el 2006, sobre todo por la gran injerencia del presidente Hugo Chávez en las elecciones, que ahora vuelve con una postura que aparece como más moderada. Pero en su Plan de Gobierno, donde propone el cambio de la Constitución, la revisión de los Tratados de Libre Comercio (TLC), entre otras cuestiones, que implicarán un giro comunista de ganar las elecciones y a una previsible prolongación de su mandato tal como hace Chávez en Venezuela y los Kirchner en Argentina. Los peruanos temen que con Humala el país se convierta en un anexo de Venezuela y el régimen autoritario de Chávez se traslade a dicho país.

Ese proyecto marxista fue combatido por Alberto Fujimori cuando fue Presidente, quien recibiera la herencia de Sendero Luminoso y su terrorismo que causó pánico en Perú durante el primer gobierno de Alan García. Fujimori fue condenado por la Corte Suprema Judicial en el 2009 a 25 años de prisión por homicidio calificado y asesinato con alevosía, lesiones graves y secuestro por las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta (una universidad marxista). Su hija, Keiko Fujimori Higuchi, de 35 años, ahora se presenta como candidata resaltando las obras que hizo su padre, en cuyo gobierno bajo el mando de Montesinos hubo espionaje y corrupción.

Luis Castañeda Lossio, dos veces alcalde de Lima, va por Solidaridad Nacional, ha demostrado con su gestión el embellecimiento de Lima, colocándola entre las ciudades más importantes de Latinoamérica y elevando la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo tiene un punto débil: las muchas obras que hizo contrastan con sus pocas palabras, su escasa locuacidad, su parquedad, que afectan a su imagen mediática. Aparece como demasiado serio y aplicado, demasiado eficiente.

Pedro Pablo Kuczynski, conocido como ‘PPK’, fue ex ministro de Economía de Toledo, se postuló por Alianza por el Gran Cambio, una mezcla de agrupaciones políticas y que ha logrado aceptación entre los jóvenes, especialmente a través de las redes sociales y por la presencia de un muñeco denominado ‘PPKuy’, representado por el cuy peruano. Sus detractores afirman que el ser ministro de Economía y manejar las vinculaciones monetarias no son una garantía de eficiencia y eficacia en el Gobierno como político.

ENCUESTA DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA

Otra encuesta realizada por el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica, otorga a Humala 30,4%, seguido de Fujimori con 23,3%, Kuczynski 17,4%, Toledo 16,1% y Luis Castañeda 11,5%.

La muestra se realizó en base a 1.700 personas el 7 y 8 de abril, con un margen de error de +/- 2%.

En víspera de la elección de este domingo, se conocieron estudios de Ipsos-Apoyo y del Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica. Sin embargo, no se descarta final "fotográfico" entre Keiko y Pedro Pablo Kuczynski.