miércoles, 2 de febrero de 2011

CUATRO MÁRTIRES ARGENTINOS DE LOS ‘70: GENTA, SACHERI, AMELONG Y LARRABURE

Jordan Bruno Genta

 

Por Héctor Hernández

(Colaboración para Santa Iglesia Militante)

Conferencia en San Rafael, IVE, 18 de enero 2011.

Cuatro mártires…

 

Sumario:

I Cuatro argentinos - 1. Genta - “Genta se nos va” – Conversión - Sus ideas – Patria - Brazo armado de la Patria - Pedagogo del “Oh juremos con gloria morir” – Legado - “La Argentina que yo quiero” - La señal del cristiano - 2. Sacheri – Herencias - Centro de una red - Dos libros – Tercermundismo - Cristo Rey - Laicidad responsable - Una red - “Sin sangre no hay redención” - 3. Amelong - Testimonio de su esposa y de un amigo - 4. Larrabure - En la plenitud de sus amores – Secuestro - Rezar, cantar el Himno y morir

II. Doctrina del martirio - Confesores y mártires - Caso típico - Mártir por un hermano - Mártires por la Patria

III. Los requisitos en los cuatro casos - A. El primer requisito. La muerte dolosamente causada por otro - B. El segundo requisito - 1. Genta y Sacheri - El comunicado de las 553 palabras - Benedicto XVI - Aparte del comunicado - 2. Amelong - 3. Larrabure - C. La aceptación religiosa de la muerte (Tercer requisito) - 1. Genta - 2. Sacheri - 3. Amelong - 4. Larrabure - Se cumple con los tres el tercer requisito - Mensajes de Larrabure - Diario del cautiverio de Larrabure – Conclusiones – Testimonios – Sacheri – Genta – Amelong – Larrabure -

IV. Tipos ganadores - 1. Testimonio inglés (Genta) - 2. La derrota del tercermundismo (Sacheri) - La faja del libro - 3. Huelga trágica solucionada (Amelong) - 4. “Larrabure nos venció”

****************

          I. Cuatro argentinos

          1. Genta

“Quien puede decir la verdad y la calla, será juzgado por Dios”

(San Justino mártir).

          El Primero es Jordán Bruno Genta, nacido en Buenos Aires el 2 de octubre de 1909, hijo de padre ateo y anarquista (Carlos Luis), que tomó de un monje hereje esos nombres y no lo hizo bautizar, y de Carolina Coli, muerta muy joven, cuando nuestro héroe tenía 13 años. Eran tres hermanos.

          Cursó el secundario en el Colegio Mariano Moreno, ingresó marxista en Filosofía y Letras en 1926, egresando en 1933 no ya en esa línea pero sí como una promesa para el ateísmo cultural argentino, como que se hizo discípulo dilecto de Francisco Romero. Tenía “una inteligencia poderosa, una pasión inflamada y una fuerza de liderazgo que cautivaba a quienes se acercaban a él” (Mario Caponnetto, “Biografía”).

         Tuberculoso, luego de que ambos se graduaron se casó el 15 de febrero de 1934 con una condiscípula, María Lilia Losada, y debido a su enfermedad buscaron el clima cordobés de Bialet Masse, donde ella trabajó como maestra rural. Tuvieron dos hijos.

         “Genta se nos va”. Estaba ocurriendo algo raro en Genta: su maestro Romero se da cuenta, y entonces envió a su cofrade Alejandro Korn, que andaba entonces por Córdoba, a rescatarlo ideológicamente, el cual le espetó consternado al joven esposo: “Genta, Ud. Se nos va”. Para retenerlo en las filas del ateísmo le ofrecieron sin éxito una beca en Francia. No hubo caso, y no sería la única vez que rechazaba irse de nuestra tierra.

          Conversión. Es que la enfermedad favoreció que leyera a Platón y Aristóteles, ignorados en su Universidad de Buenos Aires, pero habría más…

          Un año duró esa especie de retiro serrano y felizmente restablecido se radica en Paraná, Entre Ríos, profesando en cátedras que gana por concurso en la Universidad Nacional del Litoral y en el Instituto Nacional del Profesorado. “Buenos sacerdotes”, “laicos notables” y sobre todo la gracia, “hicieron lo suyo” (Antonio Caponnetto, Semblanza, p. 7); conoce la verdadera historia argentina, empieza a escribir, hasta que en 1940, - ya había tomado partido por la Cruzada Española encabezada por Franco contra el Comunismo (1936)-, Nuestro Primero recibe a los 30 años el santo bautismo en la Inmaculada Concepción de Santa Fe de la Vera Cruz y contrae el sacramento del matrimonio.

          Con la crisis del sistema se avizora una salida política militar y pronuncia en el Círculo Militar de Buenos Aires dos conferencias (1941 y 1943), de las que brotan sus trabajos La formación de la inteligencia ético-política del militar argentino y La función militar en la existencia de la libertad. A partir de allí están trazadas las coordenadas de su pensamiento y su especificidad vocacional docente, centrada en las fuerzas armadas, donde obtuvo una influencia incomparable que ningún civil ni militar obtuvo en la Argentina y que ya les voy a contar.

          - Queridos amigos universitarios: nuestra tarea de “pensar la Patria” según la doctrina del “orden natural y cristiano” implica asumir su doctrina de su brazo armado, sobre todo hoy en que después de Malvinas le ha sido amputado. Habrá que volver a justificar lo in-justificable porque es evidente: que la Argentina debe volver a tener fuerzas armadas. Empecemos hoy en esa tarea que es de todos, bajo la guía de Genta.

          Designado interventor en la Universidad Nacional del Litoral, es desplazado, pasa a dirigir el Instituto Nacional del Profesorado Secundario en Buenos Aires, donde coloca el retrato de Juan Manuel, e inaugura la Escuela Superior del Magisterio, “tal vez la más importante de sus realizaciones pedagógicas”. Pero en 1945 es cesanteado en todos sus cargos y no vuelve a ocupar ninguna cátedra oficial, recluyéndose en una de filosofía, privada pero viva, hasta su muerte.

          “ ´Mi cátedra es mi palabra´.´Y también es mi vida. Mi palabra me compromete a mi solo. Yo no hablo respaldado por ninguna institución, ni por ninguna fuerza´”; - nos decía. “En efecto, - glosa Antonio Caponnetto- lo cuidaban los arcángeles” (Semblanza , p. 13/4)-

          - Queridos amigos: En esta Argentina de 2011 en que casi no hay Universidad, el ejemplo de recluirse en su casa para construir en ella la verdadera, presidida por la teología y la filosofía, es de una actualidad absoluta.

          Años después, echado de todas partes, cuenta Mario yerno y discípulo Caponnetto, que

          “en la década de los cincuenta le fueron propuestos un decanato y el dictado de varias cátedras en la Universidad de Lisboa. Por la misma época tuvo oportunidad similar en la Universidad Autónoma de Gudalajara (México). Sin embargo, Genta no aceptó ninguna de estas propuestas. No deseaba abandonar el país en momentos que visualizaba difíciles” (Estudio preliminar a Combate,p. 13, nota 4).

          Su respuesta en una ocasión fue: “si Dios dispone que uno rinda el testimonio entero, prefiero que me maten en mi Patria” (Gelonch Villarino, “Testimonio”, por Internet).

          Retengan por favor lo del testimonio entero, porque tiene que ver con su teoría de la Patria.

          En 1952, con más de 40 años, recibe a Cristo en la Eucaristía.

          Sus ideas. Sinteticemos los grandes mensajes que trasmite Genta a estas jornadas: la función de la verdadera Universidad es “la contemplación de la Verdad inmutable y el cuidado del alma de la Nación” (Acerca de la libertad de enseñar y la enseñanza de la libertad, cit. por Caturelli, p. 865); el filósofo como el hombre que se prepara, socráticamente, para la muerte; la pedagogía de los grandes arquetipos como Sócrates el educador, Aristóteles el filósofo, San Francisco el hombre del amor, Don Quijote, el caballero, Shakespeare el artista, San Martín el soldado, Claudio Bernard el investigador; la teoría de la Patria que le lleva a preconizar un estilo militante y a reivindicar la verdadera historia y la función importantísima de sus fuerzas armadas.

          ¿No nos podrán decir que forzamos las cosas al exaltar a un tipo que mezcla todo relacionando a aquel Sócrates que prefirió morir a ser expatriado con Santo Tomás, con la filosofía, con la Universidad y con el Himno Nacional Argentino? (A esto último lo vamos a ver en seguida)…

          Genta no completó su vocación metafísica, - dice Caturelli - pues la “postergó a sabiendas como un sacrificio personal, porque se consideraba llamado a cumplir una misión que le condujo a un compromiso inmediato. Los supuestos ya estaban dados y los llevó adelante con un coraje y una ´imprudencia´ [comillas grandotas] inauditos” (Historia de la filosofía en la Argentina, p. 867).

          Este Veterano de la Guerra de Malvinas - ya se verá qué significa esto - les enseña a Uds., jóvenes argentinos y amigos vecinos:

          Patria

           “Ni Dios ni la Patria, ni la familia, son bienes que se eligen. Pertenecemos a ellos y debemos servirlos con fidelidad hasta la muerte. Desertar, olvidarlos o volverse en contra es traición, el mayor de los crímenes [...] Asumir conciencia de nuestro divino origen, de que Dios mismo ha venido en la carne para inmolarse en la Cruz por amor a los hombres; asumir conciencia de la verdadera historia de la Patria; saberse heredero, continuador y responsable de una gran empresa nacional y del honor familiar, es proclamar la nobleza de origen, el blasón del hidalgo, sea rico o pobre de bienes materiales. El general San Martín, como Don Quijote, era hidalgo pobre y expresión cabal del caballero cristiano” (p.457).

          Brazo armado de la Patria

          “Expresión carnal, concreta, viviente de la Patria en soberanía, son las Fuerzas Armadas; con ellas ingresa en la Historia Universal y con ellas perece. Misión específica de las Armas es la defensa de la unidad, de la integridad y del honor, así como de todo lo que es esencial y permanente en la Patria: los supremos intereses de la Nación. Y es la herencia sagrada del primer Ejército patricio que comandó don Cornelio Saavedra y del Ejército de la Independencia que organizó y condujo a la victoria el héroe nacional don José de San Martín” (p.461).

          La discusión va más allá de refutar la concepción de “las fuerzas armadas para la democracia”, subordinadas a los políticos de turno. Como dice Orlando Gallo, las FFAA hacen al ser mismo de la Nación.

          No se trata de un sector más o menos necesario en la vida del país que atiende a su defensa. Dado el pecado original, si no hay fuerzas armadas no hay soberanía, y si no hay soberanía, que es un atributo del Estado, no hay Estado argentino. Las FFAA son vertebrales. No son solamente necesarias para la defensa. Son, además, el sector más específico y típico de la comunidad política en el que se enseña a los ciudadanos el patriotismo y el amor a la bandera, sobre todo vivencialmente.

          Y esto es así cualquiera sea la experiencia concreta que haya habido del tema en la Argentina. El Presidente Lula, de Brasil, lo dijo claramente: nos armamos - ¡y vaya si Brasil se arma!- porque como tenemos muchos bienes tenemos que defenderlos.

          La Argentina está desarmada como parte de su rendición en la guerra de Malvinas. Pero sigamos con Genta.

          Pedagogo del “Oh juremos con gloria morir”. Que no hay ninguna mezcla indebida de cosas que deban estar separadas lo enseña el P. Leonardo Castellani en una síntesis notabilísima que hizo de Genta. En la dedicatoria que el maestro cura le hizo al maestro laico al dedicarle el libro Martita Ofelia… lo categorizó como “el pedagogo del Oh juremos con gloria morir” (Edmundo Gelonch Villarino, “Jordán Bruno Genta: pedagogo del ¡oh juremos!”, Gladius, 58).

          Frente a esto da vergüenza ajena oír que un gobernador provincial argentino haya propuesto de cambiar el Himno nacional proponiendo que diga “o juremos con gloria vivir”…

          Legado. El día 26 de octubre de 1974, en la víspera de Cristo Rey, les enseñaba a Uds., nos enseñaba a todos:

          “Acaso sea mejor para los hombres, y en especial para los cristianos, tener que vivir peligrosamente, expuestos a morir en cualquier momento. Digo que acaso sea mejor, porque aún antes del Cristianismo, el verdadero fundador de la filosofía en occidente, que fue Sócrates, enseñó que la filosofía es una preparación para la muerte. No hay, pues, otro modo de llegar a la Vida verdadera que recorrer el itinerario de Nuestro Señor Jesucristo” (Testamento político, que es una vergüenza que no se reedite, p. 25).

          “La Argentina que yo quiero”. Y en ese mismo discurso les / nos decía también cuál era el prototipo de la Argentina que debemos construir:

          “La Argentina que yo quiero es una Nación como aquella que ya existió, como aquella de 1848, 49, 59, cuando las más poderosas potencias del mundo, Inglaterra y luego Francia, una con Southern, la otra con Lepredour, firmaron con Arana, con Juan Manuel, los tratados más honrosos de la historia argentina. Yo quiero una Nación como aquella en la que un día todo el pueblo porteño fue convocado al puerto, y ante ese pueblo de varones y mujeres fuertes, entró en la rada la fragata inglesa Sharpy, arrió el pabellón inglés, enarboló el pabellón argentino y lo saludó con veintiún cañonazos. Esa Argentina de señores, que obligaba a un trato de señores a los poderosos de la Tierra” (Testamento político, p. 45)…

          La señal del cristiano. Al día siguiente de habernos dejado estas enseñanzas, cumplido su deber de universitario y de patriota, redondea la obra de su vida: se disponía a alabar a Dios en la Santa Misa para después hacer la obra de justicia y caridad de visitar a su hijo enfermo crónico y siempre internado. Va a cruzar la calle Céspedes y le tiran 11 balazos, aciertan 9, y su último gesto es, ¿cuál el último gesto de nuestro primer mártir argentino de los ´70? Un intento de señal de la cruz… La señal del cristiano fue el último gesto de Genta… Cayó bajo los árboles que “se entreveían mientras él daba sus clases”, a pocos metros (A. Caponnetto, Semblanza, p. 25).

“He librado el buen combate..”.

          Ése fue el primero de los grandes cuatro mártires argentinos de los años ´70.

          ¿Quién lo mató?

          Ya veremos un comunicado espeluznante de sólo 553 palabras …, firmado por el Ejército de Liberación 22 de agosto.

***

Carlos Alberto Sacheri

          2. Sacheri

          A pesar de tener estilo y pensamiento diferentes que dividían y dividen en lo concreto a sus seguidores (por ejemplo en la actitud política frente al peronismo), un día apareció Carlos Alberto Sacheri diciéndole a Fernando: “¿Sabés lo que me dijo Genta? – Que yo soy su sucesor doctrinal!” “El Segundo” manifestaba gran alegría por esa honrosa designación hecha por “El Primero”… En efecto, Carlos Alberto Sacheri fue El Segundo.

          Nacido en Buenos Aires el 22 de octubre de 1933, de familia de orígenes piamontés, alemán y viejocriolla, fue formado de chico en la Acción Católica Argentina, cuyo lema era la paz de Cristo en el reinado de Cristo, en la que recorrió todas las jerarquías, y estudio en la buena Escuela Argentina Modelo el primario y secundario. No fue, como Genta, un converso. Era católico de siempre.

          Se casó con su única novia, María Marta Cigorraga, el 19 de diciembre de 1959, en la Iglesia Catedral de San Isidro (ceremonia civil, el 16).

          Herencias. Además de aquella escuela, recibió la herencia del nacionalismo argentino y cordobés al entrar en el grupo de Rodríguez Lonardi, entonces sacerdote jesuita; por donde conoció a su primer titular de cátedra universitaria, el profesor Emilio Komar, que le trasmitió la vocación por la vera universidad de estilo europeo, no burocrática, donde se dialoga en serio en torno de la verdad; y al gran teólogo argentino el P. Julio Meinvielle, con quien siguió durante años las clases, el rigor ortodoxo y el vigor dialéctico de la Suma Teológica. El Padre ponía al joven Sacheri como ejemplo de la fecundidad del tomismo.

          Gracias a esta vinculación se fue becado a Canadá, donde fue discípulo de Charles de Koninck, el gran defensor de la primacía del bien común contra Maritain y los personalistas, y se licenció y doctoró en filosofía. Se vinculó al Movimiento de La ciudad Católica, movimiento que preconiza la formación para una acción de concertación de las buenas fuerzas en los distintos niveles, más que una organización monolítica. Adquirió nivel de promesa filosófica católica internacional con dos conferencias multitudinarias de Ciudad Católica en Suiza y en un congreso en los Estados Unidos representando a su Universidad canadiense.

          Tenía todas las posibilidades de quedarse en Canadá, pero un día se le oyó definir su vuelta, en una actitud semejante a Genta y también a Larrabure, con un parecido que veremos con Amelong: “quiero hacer como Komar, quiero enseñar en la Argentina”.

          “Plugo a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”

San Pablo, 1 Corintios, 1, 20-25.

          Centro de una red. Fue el principal animador del Movimiento La Ciudad Católica y la revista Verbo, al que le dio un carácter más argentino y concreto que el que le venía de su estilo francés, fundando el Instituto de Promoción Social argentina. Ganó por concurso el cargo de profesor de Filosofía e historia de las ideas filosóficas en la UBA [lo tengo tipeado y queremos publicarlo], una cátedra multitudinaria donde atraía a los buenos y era un maestro en el arte de la discusión lúcida con todos sin enojarse nunca, con argumentos de hierro y caridad por todos reconocida. Por concurso fue secretario académico del CONICET. Fomentó la investigación y las relaciones de todos nosotros entre todos nosotros, se incorporó al Movimiento Unificado Nacionalista Argentino. Dio infinidad de cátedras en la UCA. Restauró, como Secretario, la Sociedad Tomista Argentina cuando después del Concilio se empezó a decir que “Santo Tomás ya no va más…”.

          Fue un Tejedor admirable enseñándonos, en el catolicismo siempre carente de liderazgos laicales, a unir a la gente en la caridad y en la Patria, priorizando el fin, y no poniendo la lupa en las diferencias… Fue un maestro en ese arte…

          Me dijo Aníbal D´Angelo Rodríguez que, a diferencia de otros maestros del nacionalismo, “no fue atrabiliario”.

          Dos libros. Un décimo del clero del país se alineaba como Sacerdotes del Tercer Mundo, un Movimiento que, confluyendo con una verdadera infiltración atea y materialista en la Iglesia producida con motivo, antes y después del Concilio, en definitiva negaba la trascendencia y primacía de Dios y la infalibilidad de la Iglesia y reducía el Cristianismo a una acción revolucionaria, muchas veces violenta pero siempre atea, ignorante de su Doctrina Social y sirviendo de furgón de cola al marxismo internacional.

          En estos momentos en que la Doctrina Social de la Iglesia se ha olvidado en la sociedad y adentro de nuestras filas, en que gran parte de los miembros de la Iglesia consideran que el problema social no tiene que ver con la fe reduciéndose la política a opciones acatólicas, y hay muchos que dicen que debemos limitarnos a predicar el derecho natural y olvidarnos de Cristo, es oportuno recordar la acción y la doctrina sacherianas.

          Además de enfrentar la situación con la red católica patriótica que iba formando, Sacheri escribe 50 artículos periodísticos en el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, que formaron el libro El orden natural, un sintético, orgánico e inteligente manual de Doctrina Social de la Iglesia. Hay que comprar y estudiar ese gran librito, del que existe reedición novísima.

          Y por la otra (enfrenta además la situación, digo) con una actividad impresionante de artículos, de conferencias que se multiplicaban por todo el país, no sólo denunciando al tercermundismo, sino dando la salida católica. No sólo exhibiendo las conexiones policiales de una minoría de tercermundistas con el terrorismo marxista y su inserción en el plan subversivo internacional, sino dando la visión teológica justa del origen del problema, en lo que el Movimiento defeccionaba esencialmente. Esta prédica se concretó en el libro La Iglesia clandestina, del que me contó el Coronel Juan Francisco Guevara que le puso una faja con una expresión totalmente insólita, …pesimista… profética y hasta chocante y fea … - Ya verán…

         Tercermundismo. La finalidad del tercermundismo, y de todo progresismo católico, les enseñaba Sacheri a Uds., jóvenes católicos argentinos del siglo XXI, y escuchen bien porque esto sigue pasando en la Iglesia

          “no es otra que la de adaptar la Iglesia al mundo, y lisa y llanamente, en vez de intentar convertir y salvar al mundo dentro de la Iglesia. Tal es la tremenda alternativa de nuestro tiempo. El progresismo neomodernista subvierte así todos los conceptos fundamentales de la fe cristiana mediante la interpretación unilateral del espíritu y de los documentos de Vaticano II”.

         El problema permanece y también la solución, que es interpretar el Concilio según la Tradición. La hermenéutica o es de la continuidad, como dice Benedicto XVI, o no es católica, viniere de quien viniere. Y en momentos en que en nuestra Patria desde afuera se quiere destronar a Cristo suprimiendo la cruz de los lugares públicos, cosa a la que no se animarían si antes desde adentro no se lo hubiera destronado, nos sigue enseñando que Cristo manda.

          Digo que Cristo está destronado en la mentalidad de gran parte de los católicos, que niega Su Realeza. Diríase que un gran número de católicos con opinión, obispos incluidos, no tienen claro el tema de que Cristo manda. Cristo es Rey.

          Cristo Rey

         “La disyuntiva es total y no admite posturas intermedias: o bien la civilización se edifica en el respeto de los derechos de Dios y del hombre, o, por el contrario, se edifica en la negación de tales derechos. La primera es la civilización del orden natural y cristiano, la segunda es la de la Revolución anticristiana: «Quien no está conmigo, está contra mí; quien no recoge conmigo, desparrama». Tal es el juicio de Nuestro Señor, tal es el único criterio auténticamente cristiano. Toda tentativa de reconciliación del mundo moderno con la Iglesia que no se funde en una verdadera conversión del mundo a la Iglesia, está condenada de antemano y no servirá sino para «hacer el juego» del adversario”.

         - Se quiere destronar el crucifijo. Los dueños de la democracia, que parece la entienden doctrinalmente como el respeto de la Constitución, revelan una y otra vez que se pasan para el cuarto la Constitución nacional, cosa que sucede también con el aborto, donde con las mejores leyes hacen cualquier interpretación para matar al chiquito en el útero materno.

          Frente a lo cual nosotros como juristas tenemos algo que decir: a) cuando la Constitución escrita desbarra en derecho natural, por así decir, por ejemplo al hablar de la soberanía del pueblo, cosa que es un disparate, nosotros la tenemos por no escrita; b) cuando se tratan temas como la libertad de cultos, la interpretamos como Fray Mamerto Esquiú con la doctrina leontrecina de la tolerancia; c) y cuando se trata de cosas en principio indiferentes, por ejemplo si establece un presidente y un congreso y demás instituciones establecidas, dado que así se estableció (derecho positivo, positum) somos los religiosos reconocedores de la Constitución nacional escrita. Y, además, afirmamos por sobre la Constitución en papel, la Constitución tradicional, con los pactos preexistentes que se remontan en definitiva a la gloriosa Declaración de la Independencia del 9 de julio de 1816, y por sobre ambas el derecho natural y divino.

          Al destronar el crucifijo se ataca a Dios, y también se ataca a cerca del 95 % de los cristianos que hay en la Argentina y se atacan las bases mismas de la Argentina, y hasta la garantía de una moral seria para todos, agnósticos incluídos. Porque el crucifijo integra nuestra tradición nacional, como la integra el habla y el calendario, y es la garantía de una moral seria. (De la remisión a una instancia ejemplar como fuente de toda razón y justicia).

          Laicidad responsable. Hoy que en la Argentina no hay un poder laical, y en que se usa “laicidad” para borrar lo sobrenatural del ámbito público porque - se dice - la única manera de hablar para que nos entiendan es hablar del derecho natural ( y cada vez nos entienden menos, evoco la ley del “homomonio”), es bueno recordar el clericalismo que Sacheri denunciaba y la sana laicidad que ejercía. Sin cacarear “la hora de los laicos”, como se hace con doble juego, ejerció y enseñó la recta doctrina mostrando el camino a los propios obispos, solito en la batalla, según veremos. Hizo, queridos amigos, lo que acaban de hacer Uds. en la más formidable batalla de los católicos argentinos que se recuerda desde 1955, digo la que acaban de librar gloriosa y derrotosa contra el “homomonio”, en que los católicos salieron detrás de sus obispos, al lado de sus obispos, o a pesar de sus obispos pero salieron, demostrando que el catolicismo sigue siendo la fuerza social más importante de la Argentina.

           Recuerdo que en esta última hubo excelencias reverendísimas que hicieron saber su voluntad de que no se saliera a la calle, y el pueblo católico los pasó por encima hasta que en la segunda oportunidad sus excelencias reverendísimas se debieron plegar. Así se hace. No hace falta ninguna orden para defender la Patria y la moral y la Iglesia, la orden ya está dada, y si el obispo traiciona peor para él.

          Una red. Sacheri era el centro en que confluía una cantidad impresionante de gente, de movimientos. Para ellos tenía la condición de hombre indiscutido, ante todo por su bondad, por su caridad inmensa. De otra parte como el intelectual pensador, profesor y escritor garante de la ortodoxia. De otra por su prudencia en la decisión y también en el consejo, pues se convertía en una especie de director espiritual laico que era consultado y que llevaba y dejaba siempre la palabra oportuna, sin trasportar las soluciones que él adoptaría en su caso a la que veía que el otro debía adoptar. Haciéndose débil con los débiles, comprendiendo, no haciendo alarde de coraje sino siendo prudente y valeroso como el que más.

          No convocaba a ninguna cruzada imposible ni extranjerizante ni fuera de tiempo y lugar, enseñaba a ver la realidad y a ver lo que había que hacer. Predicaba más la reforma que la revolución, hablaba de las estructuras políticas y sociales pero propiciaba la reforma interior. Sabía que cualquier solución política debía tener detrás una sedimentación intelectual organizada.

          Para eso hay que superar las capillas, aplicar la caridad en serio y no poner el termómetro en quién es más ortodoxo y quién es más inteligente. Superar las diferencias no por desprecio de las necesarias distinciones intelectuales que los universitarios debemos hacer y que él hacía, sino porque esas diferencias están superadas por un amor grandote a la Argentina y a la Iglesia.

          Y vio claro esto que yo, de parte de él si pudiera invocar algún mandato, se lo digo a Uds. hoy 18 de enero de 2010, chicos argentinos que aman la Patria y que aman la Iglesia.

          “Sin sangre no hay redención”

          “Leía, hace unos días, un texto de San Pablo, de esos textos que son tan terriblemente simples de la Escritura y que uno nunca se cansará de meditarlos, y dice esto San Pablo hablando de la Redención: «Sin sangre no hay Redención». Yo no creo jugar a la fácil profecía –porque son hechos que ya se están dando en la realidad argentina–: en la Argentina de 1973 correrá mucha sangre, y si nosotros los católicos, universitarios católicos, no estamos dispuestos a dejar correr nuestra propia sangre en una militancia heroica, la Argentina será marxista y no será católica. En nuestras manos está eso. Sin sangre no hay Redención, y lo que vale en el orden estrictamente sobrenatural para el cual habla San Pablo de la Redención de Cristo, vale también para la Redención secular de una Argentina, de una sociedad tradicionalmente cristiana que debe reencontrarse definitivamente a sí misma en el sendero del cual la apartó el liberalismo de nuestros abuelos”.

          “No me avergüenzo del Evangelio”

          Romanos 1, 26.

          * El domingo 22 de diciembre de 1974, cuando venía de Misa en su automóvil con su mujer y sus siete hijos, el mayor de 14 años y tres amiguitos y se disponían a entrar a la casa, un automóvil se les apareó y le dispararon un solo tiro que destrozó su cabeza, su sangre empapó a todos y murió.

          Es El Segundo que nos está hablando hoy a nosotros, los argentinos del Bicentenario.

         ¿Quién lo mató?

          - Les prometí un comunicado muy importante de 553 palabras, firmado por los mismos que asesinaron a Genta… Pero vamos a El Tercero…

***

Raul Alberto Amelong          

3. Amelong

         Nacido en Rosario el 13-VIII-1922, Raúl Alberto Amelong, hijo de Juan Augusto y de Manuela del Carmen Sánchez Zelada, era descendiente por vía materna de un Francisco Sánchez Zelada que dirigió el cruce de las tropas de San Martín por el Paso de Matacaballos. El primer Amelong que vino de Francia-Alemania fue de origen protestante, profesor de piano de Manuelita Rosas y a la caída del Restaurador fue deportado a la provincia de Santa Fe.

          Nuestro héroe estudió en la Escuela Mariano Moreno y el secundario en los Hermanos Maristas de Rosario. Se recibió de Ingeniero Químico en la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe. Dirigente deportivo, profesor fundador en el Colegio San Pablo, de la Parroquia de Villa Constitución, Santa Fe, cuyo Párroco testimonió lo que diremos más adelante, era alto funcionario de la empresa Acíndar. Fue fundador de la iglesia del Barrio Cilsa y de la Iglesia de Lourdes, y un barrio de Villa Constitución lleva su nombre. Fue fundador de la Acción Católica en Rosario y el referente más importante de la Acción Católica de Villa Constitución.

          Hizo el servicio militar y continuó un año como subteniente de reserva. De novio con Maruja Martínez Infante en 1944, se casó el 15-XII-1949.

         Deportista con récord mundial por su raid desde Buenos Aires a Asunción y vuelta con un solo caballo (Añá, Mandinga o Diablo), 3.100 kilómetros en 30 días, cuando tenía 21 años, le gustaba mucho el hipismo y, obviamente, los caballos.

          Cuando la familia iba a Misa parecía una procesión, por lo que una vez un tipo, al ver salir tantos chicos del auto, preguntó “¿cuántos son ustedes?”, y uno de los menores respondió “17”. ¿Por qué 17, le preguntaron? - Y, papá y mamá son 2, nosotros somos 10 y 5 caballos”. De los 10 hijos hay dos religiosas y un sacerdote, fallecido, y cuento 31 nietos.

          Me refiere su viuda que una vez siendo novio ella sacó el tema de cuántos hijos tener: “Todos”, fue su respuesta.

          Me dicen sus familiares que él decía: “yo soy tomista, pero me falta mucho por saber”.

          Vivieron siempre modestamente, y pocos días antes del atentado, en mayo, le dijo a su mujer, victorioso: “hemos terminado de pagar todas nuestras deudas”.

          Testimonio de su esposa y de un amigo.

          “Dos eran sus temas. Dios y Patria – dice su esposa en unas anotaciones que con gran desconfianza me entregó su hijo Javier, ya veremos por qué-. No sólo amaba a la Argentina sino que también vivía para su tierra con una profunda formación histórica del pasado y del tiempo hasta su muerte. Su tercer o primer amor era nuestra familia”. Ella cuenta que se dio cuenta ante Dios que su vocación era el matrimonio, y se encomendó a Él, que no la defraudó otorgándole el esposo que le dio. “Raúl empezó durante el noviazgo a ahondar mi fe y a llenar los huecos que había en mi práctica religiosa”. Y añade que cuando tenían cuatro hijos debieron viajar a Estados Unidos con dos y dejando dos aquí, pero que Raúl aceleró la vuelta de su señora para que la quinta naciera en nuestra tierra. Él los quería argentinos nativos.

           Pedro Aznárez no duda que es un mártir y lo recuerda como

          “un tipo muy serio, alguien al cual uno podía acudir en situaciones difíciles. Si Raúl lo decía era así. Sin dobleces. Duro en la defensa de su gente. Amigo de sus amigos. Muy exigente. Una vez en los líos laborales (que lo llevaron a la muerte, agrego) los obreros no lo querían dejar salir de la fábrica y se quedó 8 horas sentado en el auto”, sin resistirse pero sin aflojar.

          [Era un hombre cumplidor de la ley, hasta de los semáforos, y a eso atribuye su viuda su muerte, porque si no se les escapaba…]

          * A los 53 años, el 4 de junio de 1975, alrededor de las 7.20 de la mañana, cuando iba con su hija en su automóvil Torino fue asesinado en la esquina de Córdoba, esquina Guatemala, de Rosario. Recibió más de diez disparos. En la Revista Evita Montonera, nº 6, de agosto de 1973, página 32, la organización terrorista Montoneros se adjudicó el asesinato, que había sido reivindicado inmediatamente después del hecho, según informo el diario La Capital de Rosario.

          “Pero estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad, ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Nuestro Señor”.

Romanos, 8.38

          El Padre Claudio le había puesto a mi conferencia otro nombre, … yo volví al nombre viejo que le había puesto pero estoy cumpliendo en lo que él pedía … “La marea roja sobre la Argentina”…

***

Argentino Del Valle Larrabure

          4. Larrabure

          El Cuarto vino con nombre patriota, Argentino, y mariano, Del Valle, Larrabure por apellido y nacido el 6 de junio de 1932 en San Miguel del Tucumán, hijo de Cirilo y de Carmen Conde Contardi, el hermano menor de una familia de 8.

          Estudió en la escuela “Mitre” en San Miguel de Tucumán, siempre se destacó como alumno, “le gustaba ser soldado desde chiquito” y postergó por decisión paterna dos años el ingreso al Colegio Militar, el 1 de diciembre de 1952. El secundario lo había cursado en el colegio salesiano “Tulio García Fernández”, siendo abanderado, siempre el mejor, medalla de oro, múltiplemente premiado.

          Sus superiores lo califican al egresar como “leal, sobresaliente deportista y camarada. Sobresaliente”, y es destinado al Regimiento de Infantería 19 de su ciudad, hasta fines de 1953. Las calificaciones de los jefes dejan un aspecto ciertamente original cuando señalan que “supera sus apariencias”, porque se exhibe como sencillo y modesto, y en seguida le formulan elogios importantes. En esos juicios se destaca el aspecto moral , pero en los técnicos descuella. Aparece el calificativo de “franco y leal”, y de deportista. Siguen los distintos destinos (La Plata, Buenos Aires) y se casa el 8 de diciembre de 1955 con Marisu, María Susana de San Martín. Tienen dos hijos.

          En la Escuela Superior Técnica del Ejército siempre tuvo las mayores calificaciones, egresando como Ingeniero Militar, y haciéndose cargo de una fábrica militar en Campana, comenzando a dar clases en la UCA. Es destinado a Villa María y dos años a Brasil, donde elogiaron la velocidad con que aprendió el portugués y siguió formando una foja de servicios intachable. Realizó investigaciones importantes en química y fue condecorado en aquel país. Se cree que tuvo participación en el diseño del Proyector misilístico Cóndor, que después de Malvinas fue destruído por disposición de los Estados Unidos.

          En la plenitud de sus amores. Volvió en 1974 a Villa María, donde además fue profesor de Química en las hermanas rosarinas, y Subdirector en la Fábrica Militar, donde aúna su vocación científica química y práctica organizativa y su amor al Ejército Argentino. Vivía, a los 42 años, la plenitud de sus vocaciones, el amor de su familia, el calor de la ciudad de Villa María, y la unión y fraternidad entre civiles y militares. “Él tenía ese don de hacer sentir bien a la gente que le rodeaba”. La fábrica producía elementos para la actividad civil y militar, había sido fundada en 1937, era una de las 14 que dependían del Ministerio de Defensa. Ocupaba a 700 civiles, y había una subunidad militar con 70 soldados y 15 oficiales.

          Había tenido ofrecimientos de dentro y fuera del país para dejar su Ejército, pero como Genta, como Sacheri, como Amelong, ser argentino para él era una vocación , en su caso desde el nombre, que había que cumplir aquí. Y en verdad que la cumplió.¡Y cómo la cumplió!

          Secuestro. El domingo 11 de agosto de 1974 el Ejército terrorista Revolucionario del Pueblo, fuerte de unos 70 hombres, tomó la Fábrica Militar, entregada por la traición de los soldados infiltrados Tagassich y Pettiggiani, se apoderó de fusiles y explosivos y se lo llevó secuestrado, a sus 42 años.

          El comunicado sobre el sorpresivo asalto que los guerrilleros llaman “El combate de Villa María” señala que “fueron detenidos el subjefe de la unidad enemiga, mayor Larrabure y el capitán García. Este último se resistió y fue herido por un disparo de escopeta”.

          Poco después, cuando ya había sido trasladado a otra, se descubrió una casa en Córdoba donde estuvo detenido. A partir de allí – 25 de noviembre de 1974- pierde el trato de prisionero de guerra y comienza una vida de calvario, sufriendo más torturas que agravan su situación. Desde el 18 de noviembre de 1974, en que asesinan a un militar en situación semejante, Ibarzábal, tenido largo tiempo vivo y torturado en una especie de ropero por los defensores de los derechos humanos defendidos pro Hebe de Bonafini hoy, la familia piensa que si los terroristas se ven cercados lo matarán (p.143).

          En el verano de 1975 escribe una larga carta, se ocupa de todos, desde la familia a la gente de su querida Fábrica, alude a haber “vivido momentos muy inciertos”, que dice va superando, pero machaca una despedida: “Si están todos juntos, sean fuertes. No tengan mucha esperanza de volverme a ver. Sepan que siempre los quise mucho” (Un canto a la Patria, p. 151).

          El análisis minucioso de todo lo que dejó escrito en su crudelísimo cautiverio nos muestra, según su hijo Arturo, una maduración en la fe, de la que nunca se había apartado.

          Rezar, cantar el Himno y morir. El 19 de agosto un joven industrial que estaba secuestrado en un lugar contiguo al suyo “oyó durante largos ratos una voz entrecortada por accesos de tos [Larrabure era asmático] que rezaba. Hacia el atardecer …oyó que ese mismo compañero de encierro, en voz muy alta [¡¡¡] si bien con evidentes problemas respiratorios o de garganta, cantaba el Himno Nacional”. Luego un grito ahogado y el silencio. Un discípulo práctico de Genta el Primero - se acuerdan?- , “el pedagogo del Oh juremos”…

          “Sin sangre no hay redención” para la Argentina

          Los defensores de los derechos humanos lo habían tenido secuestrado 372 días, los defensores de los derechos humanos le habían aplicado torturas, y los defensores de los derechos humanos lo asesinaron en Rosario, el 19 de agosto de 1975.

          ¿Quiénes fueron?

          -Ya te dije que el ERP. No hay dudas.

“Yo por mis obras te mostraré la fe”

(Santiago)

***

         II. Doctrina del martirio

          Estamos ante cuatro grandísimos católicos argentinos de los años ´ 70, pero el título de esta conferencia va más allá y reza mártires argentinos…

          Confesores y mártires. Como Uds. saben, cuando la Iglesia declara que alguien es santo enseña que está en la visión de Dios. Y los santos se dividen en confesores de la fe, por una parte, y en mártires, por otra.

          Los confesores de la fe son aquellas personas que han practicado todas las virtudes no “masomenos” sino “en grado heroico”. No que eran buenos tipos sino buenísimos, perfectos, digamos, pero que no han muerto violentamente. Han alcanzado la perfección de la caridad (Bonnet, p. 12).

          En cambio, el mártir - dicho rápidamente- es aquél al que matan por la fe.

          Caso típico. El caso típico de martirio es el de un católico al cual se le quiere hacer decir que Cristo no es Dios, bajo amenaza de muerte, y como el tipo se niega lo ejecutan. O al que le quieren hacer firmar la supremacía del Rey de Inglaterra sobre el Papa, y Tomás Moro se niega.

          Éstos son casos fáciles para un examen sobre “martirología”.

          La cosa es interesantísima, y para los que estamos acostumbrados al derecho estatal moderno el derecho canónico puede resultar extraño. Porque la Iglesia no tiene un derecho ni democrático ni nada racionalista, muy tradicional y jerárquico, lleno de costumbres del Papa y los obispos, de modo que cuando el Papa, que externa y comparativamente parece tener a los ojos del jurista moderno un poder absoluto, decide algo, eso es palabra santa pero él no puede apartarse de la Tradición y de sus principios, aunque su decisión muchas veces no tiene precedentes exactos.

          Cuenta André Frossard que cuando Juan Pablo II estaba por salir a canonizar a Maximiliano Kolbe había una gran expectativa entre la gente, porque si salía revestido de rojo lo estaba canonizando como mártir y si salía de blanco lo canonizaba como confesor. En realidad, había sido declarado beato como confesor, no como mártir.

          Porque no había sido matado por afirmar una verdad directamente de fe, un dogma, y ni siquiera una verdad moral doctrinal, sino porque a la hora de los bifes había practicado la caridad en grado heroico ofreciéndose por Cristo a morir en lugar de un laico padre de familia preso y condenado a morir de hambre por los carceleros nazis. La ejecución de la pena de muerte se cumpliría por omisión de darle alimentos, (no por emanación de gas como se ha dicho), pero cuando ya no daba más le aplicaron una inyección letal.

          Santo Tomás se planteó el problema con San Juan Bautista, a quien no mataron porque le pidieran negar que Cristo era Dios, o por una verdad teórica o moral católica en un simposio de ética, sino por denunciar un adulterio concreto y determinado, con nombre concreto y determinado. “Herodes, dijo, y no habló abstractamente, no te es lícito acostarte con Herodías, dijo refiriéndose a una mujer en concreto, porque ella es la mujer de tu hermano”. No hizo votos para que respetara una sana antropología sino que dijo claramente con ésa no y eso está mal. La ley de Dios se cumple - o se incumple- en concreto y él lo denunció en concreto.

          Benedicto XIV (no XVI) define al martirio como “el voluntario sufrimiento o tolerancia de la muerte, por la fe en Cristo o por otro acto de virtud referido a Dios” ( De servorum Dei beatificatione et de beatorum canonizatione, cit. por Fuentes, “Presentación” del libro Sacheri: Predicar y morir por la Argentina, 6-VI-2008, p. 2).

          Y he aquí que con San Maximiliano, a pesar de que murió no directamente por la fe, sino por la caridad fundada en la fe, el Papa salió con vestimentas rojas ( Frossard, ´No olvidés el amor. La pasión de Maximiliano Kolbe, p. 14), y dijo:

           “Por lo tanto, en virtud de mi autoridad apostólica, he decretado que Maximiliano María Kolbe, quien después de la beatificación era venerado como confesor, sea venerado en lo sucesivo también como mártir” ( Juan Pablo II, en Fray Contardo Miglioranza, San Maximiliano Kolbe, p. 315).

         Mártir por un hermano.

          “Mártir por un hermano”, dijo Juan Pablo II en el discurso de canonización. “No constituye esta muerte, afrontada espontáneamente por amor al hombre, un cumplimiento especial de la palabra de Cristo? ¿No hace esta muerte a Maximiliano, de modo especial, semejante a Cristo, Modelo de todos los mártires, que ofreció su propia vida en la cruz por los hermanos?¿No tiene una muerte semejante una especial y penetrante elocuencia en particular para nuestra época?¿No constituye un testimonio de especial autenticidad de la Iglesia en el mundo contemporáneo? (en Miglioranza, p. 315)

          Mártires por la Patria. Santo Tomás enseña que también por el bien de la república se puede ser mártir.

          “El bien de la república es el más alto entre los bienes humanos, - dice el Maestro-. Pero el bien divino, causa propia del martirio, es más excelente que el humano. Sin embargo, como el bien humano puede hacerse divino al referirse a Dios, cualquier bien humano puede ser causa del martirio en cuanto referido a Dios” (2-2, 124, 5, c.).

          Sintetizando las cosas, pues, para que se justifique el título de esta conferencia nuestro cuatro deben haber sido 1) muertos dolosamente por otra persona humana; 2) y por odio a la fe o a bienes o virtudes humanas referidos a la fe; y 3) que hayan aceptado o tolerado la muerte que les ha tocado.

          Queda dicho que, contra lo que sostienen teólogos liberacionistas como Rahner, Boff o Sobrino ( cfr. Fuentes, “Presentación…”), quienes no cumplen dichos requisitos no pueden ser considerados mártires. Y me remito a lo que señalé en dos capítulos en mi libro Sacheri…, en el sentido de que una persona como el P. Mugica que fue conocida por su adhesión práctica a la guerrilla comunista, a la cual llevó muchos chicos, teniendo como a modelo al Che Guevara o a cualquier enemigo de la fe, no puede cumplir el segundo requisito. (Que el P. Mugica haya cambiado meritoriamente de bando no quita ni pone rey).

          No se trata de, por respeto a ciertas conductas humanamente ejemplares de algunas personas que se juegan la vida en medio de la cobardía general, hagamos un relativismo de la fe. Puede ser mártir el que refiere su sacrificio ejercitando una virtud que no es directamente la fe, a la verdadera fe.

          Aquéllos que dicen “eso no va, porque lo mató la guerrilla”, o “no va, porque se metieron en política”, me deben, en doctrina, la refutación al propio Santo Tomás cuando dice que es posible hablar del martirio de quienes ´mueren por la Patria´, y en los hechos concretos tendrán que demostrar que nuestros mártires de Cristo Rey de los años `70 fueron hipócritas o estuvieron errados, o eran heterodoxos o imprudentes, o que murieron por otra cosa.

          En cuanto a la objeción de que no puede ser mártir alguien a quien matan después de la obra realizada por la cual lo matan, le responde un clásico en la materia, Capizucchi, con el caso de San Juan Bautista, “ya que sigue siendo verdad que uno es perseguido y sufre por la obra buena”, si bien ésta haya sido hecha antes (Capizucchi, Controversias de martirio, en Pedro Lumbreras, “Apéndices al Tratado de la Fortaleza de la Suma Teológica”, edición BAC, t. IX, pp. 884-885).

          Queda dicho, entonces, que todos aquéllos que se enrolaron entre los que según veremos precisamente mataron a nuestro cuatro héroes, no pueden ser mártires de la Iglesia Católica. Ante todo tiene que ser por la fe o por una virtud referida a la fe, y estos tipos eran enemigos de la fe.

          (Dejo de lado, por otra parte, que la Iglesia no acepta en principio que sea mártir aquél que haya muerto por el hecho de que fue vencido en una guerra, pues no se cumpliría el 3er. Requisito).

***

          III. Los requisitos en los cuatro casos

          A. El primer requisito. La muerte dolosamente causada por otro.

          Es evidente que con los cuatro se cumple el primer requisito. Los cuatro fueron muertos por otros hombres, en forma dolosa.

          Es un hecho que Genta, Sacheri y Amelong fueron asesinados con armas de fuego, y que grupos guerrilleros se autoadjudicaron el hecho.

          Y si destinamos un párrafo a Larrabure es porque Página 12 y otros órganos proguerrilleros, que alguno por lo menos es subsidiado por Su Majestad Británica, según veremos, han querido introducir dudas, diciendo que Larrabure se habría suicidado.

          Esto no es cierto por las siguientes razones: 1) El ERP tenia el medio de comprobar fehacientemente que no lo mataron ellos, sacando fotografías, que de hecho sacaron no pocas a Larrabure en su largo cautivero, y no lo hicieron. 2) La explicación que años después le da Luis Mattini, seudónimo de Arnold Bremen, jefe del ERP después de la muerte de sus primeros Santucho y Arteaga, es totalmente inconvincente, y no aplicaron sanciones. (Libro Símbolos y fantasmas, de Germán Ferrari, Sudamericana, Buenos Aires,2009, p. 81). 3) Veremos que Larrabure no tenía fuerzas ni espacio para suicidarse. 4) Los peritos dicen que lo asesinaron. Presumiblemente le aplicaron una especie de mazazo, antes o después lo habrían anestesiado con alcohol, y lo estrangularon.

          B. El segundo requisito

          Que los cuatro refieren su vida a Dios, y refieren a él todo lo que hacen, especialmente cuando arrecia el combate y su hora decisiva, y lo hacen asumiendo la muerte como altamente probable, es indiscutido, lo que empieza a autorizar que mueren por la fe, el segundo requisito.

          Que los cuatro se caracterizan por su doctrina y práctica católica es indudable. Su confianza en Dios aumenta con el peligro.

          Que no murieron por ninguna razón detectable que sea algo distinto de una cuestión ideológicopolítica ligada a la religión o a la política o a la vida moral que ellos ligan a la religión, es indudable. No aparece otra razón. Veamos con algún detenimiento.

         1. Genta y Sacheri.

          El comunicado de las 553 palabras. Les prometí hablar de un comunicado de 553 palabras y voy a cumplir ahora. Cuando lo matan al Segundo, que es nota de tapa de la revista Cabildo, después que mataron al Primero, que también fue nota de tapa de la revista Cabildo, al director Ricardo Curutchet le hacen llegar un comunicado que se atribuye los asesinatos. (Y amenazan a Curutchet de paso…).

          “Sr. Director de la revista Cabildo don Ricardo Curutchet. ¡Presente! Carísimo hermano en Cristo Rey: nos dirigimos a Ud. con la confianza que nos dan los dos contactos mantenidos con la comunidad nacionalista católica y la revista Cabildo, su más digno exponente, en las personas de los queridísimos aunque extintos profesores Jordán B. Genta y Carlos A. Sacheri. Nos guía la certeza de que seremos atendidos por Usted con la caridad cristiana que ilumina cual antorcha sagrada, su cosmovisión escolástica, virtud ésta enseñada por Cristo y de la que fueron devotos fervorosos Santo Tomás y San Agustín…”.

           Y sigue consignando que ambos fueron muertos en la fiesta de Cristo Rey, sólo que uno según correspondía al viejo rito, otro según el nuevo. Se mofan de la fe.

          Hay un dato decisivo: el texto usa fraseología de un conocedor de las cosas de la fe católica, y en 553 palabras, 17 veces se menciona a Cristo y 7 veces a Cristo Rey.

          En la doctrina del segundo requisito, y dado que debe tratarse de una muerte por causa de la fe, se exige lo que se llama el odium fidei. El odio a la fe aquí está clarísimo.

          Benedicto XVI. “Aunque el motivo que impulsa al martirio sigue siendo el mismo y tiene en Cristo su fuente y modelo, han cambiado los contextos culturales del martirio y las estrategias ´ex parte persecutoris´, - enseña el Papa actual- que cada vez trata de manifestar de modo menos explícito su aversión a la fe cristiana o a un comportamiento relacionado con las virtudes cristianas, pero que simula diferentes razones, por ejemplo, de naturaleza política o social. Ciertamente, es necesario recoger pruebas irrefutables sobre la disponibilidad al martirio, como derramamiento de la sangre, y sobre su aceptación por parte de la víctima, pero también es necesario que aflore directa o indirectamente, aunque siempre de modo moralmente cierto, el ´odium fidei´ del perseguidor. Si falta este elemento, no existirá un verdadero martirio según la doctrina teológica y perenne de la Iglesia”. (L´Osservatore romano, ed. Española, 5-V-2006, p. 6).

          Pareciera que el odium fidei de los firmantes del comunicado está clarísimo, y que la mofa respecto de la religión lo refuerza. Está clarísimo que hay una pluma religiosa resentida detrás. El comunicado es firmado por “Ejército de Liberación 22 de agosto”.

          Es cuestionable que haya sido ese u otro grupo guerrillero, pero, si no lo fuera, la otra hipótesis ha sido que fueran los servicios de inteligencia del Estado, que responderían a López Rega. Recuérdese que la denuncia de Genta y de Sacheri y de Cabildo contra el gobierno de entonces (aunque los sacherianos matizaran y distinguieran y no denostaran al peronismo en bloque) eran contundentes, con López Rega en la tapa, y que Cabildo fue clausurada reiteradamente y lo mismo las revistas subrogantes. Asimismo, no hay que olvidar que entre los motivos de ataque al “Brujo” estaba su oposición al catolicismo y a un altar de la Patria anticatólico. Además, Sacheri en La Iglesia clandestina denunciaba una Logia Anael a la que se vinculaba López Rega. (Pero por otro lado circula otra versión que vincula ambas muertes a un grupo montonero… no sé…).

           Edmundo Gelonch Villarino recabó la opinión de un sacerdote y profesor universitario amigo y no pudo menos que dictaminar:

          “El escrito es blasfemo. Agravado, además, por erl hecho de que quienes lo escriben conocen muy a fondo el contenido de la fe católica. Tiene la gravedad de la blasfemia que puede considerarse como ´odium fidei´”.

          Otro sacerdote, Superior General y autor de libros de teología, dictamina a pedido del profesor Gelonch:

          “Estimo que se trata de un sarcasmo demoníaco, que implica el ´odium fidei´”.

          Aparte del comunicado. Si la militancia de Genta y Sacheri y lo que pensaban y representaban y cómo lo representaban, es indudable, y hay total ausencia de todo otro motivo razonable que no fuese directamente la fe para su martirio, es evidente que las distintas probables fuentes de su muerte registran su animosidad contra la fe.

          Nos parece, pues, de toda razonabilidad decir que el segundo requisito se cumple en ellos acabadamente.

          Genta y Sacheri mueren, según el comunicado de sus matadores, por Cristo Rey.

          Y la única explicación posible de sus muertes, aún si pudiera prescindirse del comunicado, es que murieron por aquello de que habían hecho una empresa en sus vidas. Por la divulgación de la verdad católica, en la que nadie ha podido ni podrá encontrarles defección ni heterodoxia alguna, por la eficacia con que lo hicieron, y por el modo de combatir lo que se opone a la fe católica.

          Ellos representaban la doctrina de la fe católica, y la representaban con autenticidad personal y con eficacia.

          Por la fe católica que incluye la Doctrina Social de la Iglesia, y que sólo puede negar quien niegue el Reinado Social de Cristo. Lo que implica que dicha doctrina está incluida, en sentido amplio, en la Fe Católica.

          Quienes niegan que la Iglesia tenga, en virtud de su función, una doctrina a aplicar obligatoriamente en el orden social, tienen una concepción protestante de la misma, una iglesia reducida a una sociedad más, a un conjunto de fieles que no es sociedad perfecta o soberana, persona necesaria de derecho público.

          En ese sentido, habiendo refutado en mi libro Sacheri… las observaciones del profesor Bosca, que atribuía las muertes de nuestros grandes a una interna peronista, a ese capítulo me remito y pongo de relieve el apartamiento del mismo respecto de la Doctrina Social de la Iglesia, al seguir la filosofía del liberal Hayeck (capítulo 26 del libro).

           Lo propio de Genta y de Sacheri sería, si es así, una muerte directa por la fe, y no indirecta.

           De todos modos, si así no fuese y se hablase de causas políticas, es evidente que ellos encararon toda su política bajo relación a la fe. Vía indirecta. Morir por la república, “el más alto de los bienes humanos”, según enseñanza de Tomás de Aquino.

           2. Amelong

           Quizá convenga detenerse brevemente en recapitular algo sabido y que es presupuesto de lo que diremos. Si nosotros admitimos – como lo hacemos - estas dos verdades de derecho, a saber que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo y que ella constituye la religión verdadera, y si admitimos la verdad de hecho de que tanto el Ejército Revolucionario del Pueblo como los Montoneros, a pesar de sus diversos orígenes, eran materialistas, marxistas, que preconizaban la lucha de clases y el advenimiento del socialismo, alineándose además bajo la égida de Cuba y a través de ella a Rusia, incursos en la calificación de tal doctrina y en tanto consecuente con la doctrina, movimiento intrínsecamente perverso, hay que decir que ellos deberían ver lógicamente como a sus enemigos a la auténtica fe católica y a sus egregios representantes.

           “Permanecer firme en la verdad y la justicia contra los asaltos de la persecución” (Hedde, Dictionnaire de Theologie catholique, y 2-2, 124, 1,c). Se requiere para la palma del martirio “el odio a la fe o a toda buena obra realizada en relación a la fe, sea en el matador, sea en el acusador, sin importar que éstos sean católicos o no”. “Es necesario de parte del perseguidor el odio de la fe o de toda buena obra en tanto que dirigida por la fe del Cristo” (DTC, col. 226).

          “No es necesario que el perseguidor se haya decidido a matarlo por el odio a la fe: es posible que él crea castigar un verdadero crimen imputado calumniosamente a la víctima. Es necesario entonces probar que el acusador procedió por odio a la fe. El caso se presentó en los primeros tiempos del cristianismo, porque los cristianos eran acusados por sus enemigos de toda suerte de crímenes odiosos” (col. 226). El motivo de fondo debe ser la fe. Nerón invocó el incendio de Roma (col. 226

          De hecho, como he comprobado en el libro, los dirigentes de ambos movimientos, ERP y Montoneros, le dan la razón a Sacheri ( y a Genta y a Caturelli y al Episcopado) cuando consideran al tercermundismo como cercano a ellos y una posible vía de trabajo conjunto con la Iglesia infiltrados en la Iglesia.

          Así las cosas, las figuras de Amelong y de Larrabure fueron para ellos como el paradigma de lo que ellos, que también defendían doctrinariamente el odio, odiaban. Diríase que el comunista coherente y militante el odium fidei a lo católico es algo consubstancial. Lo que exigiría, a los fines de nuestra prueba, acreditar simplemente que eran tales, comunistas coherentes en lucha. Ahí están las cosas. El Ejército Peronista Montonero mató a Amelong, y el Ejército Revolucionario del Pueblo, luego de infinitas torturas, liquidó a Larrabure, y ambos previeron las cosas, perdonaron y mandaron a sus familias perdonar, y murieron santamente.

          El amigo de Amelong Pedro Aznárez me decía el 7 de octubre de 2010 que

           “la figura de Raúl reunía todos los requisitos para que lo mataran. Católico militante. Funcionario de la empresa Acíndar, que participaba en las negociaciones con los obreros, siendo Subgerente de control de calidad. Socio del Jockey Club (aunque explotando sobre todo la veta deportiva del hipismo de una institución que los revolucionarios suelen considerar digna de las más potentes bombas), con un hijo militar y una hija monja. Además, él había estado un año posterior a su servicio militar como teniente de reserva. Estoy seguro que él llegó a la conclusión de que era inevitable que lo mataran”.

           Con su hijo subteniente combatiente en Tucumán contra la guerrilla y ahora condenado a perpetua por la inconstitucional revancha de dicha guerrilla en la justicia federal, (el juicio de “inconstitucional” lo copio del propiísimo Juez de la Corte Suprema el socialista Dr. Carlos Fayt, que acusa a sus cofrades de aplicar “el derecho penal del enemigo”), apostaban a quién de los dos iban a matar antes los guerrilleros. El padre, jocosa pero realísticamente se “autocandidateaba” – si se me permite la expresión- , invocando su condición de dirigente de una empresa importante como Acíndar, el otro por ser militar. Ya veremos el resultado de la apuesta.

          Maruja Amelong, la viuda de Raúl, le trasmitió ciertas prevenciones a su hijo Javier sobre su entrevista conmigo, porque yo anduve escribiendo “cosas que dice el P. Samuel de nosotros y que no son ciertas”. ¿Qué acusación escribí contra ellos? Y el 9 de octubre a la noche, habiendo releído el capítulo sobre su esposo en mi libro Sacheri…y una versión previa de esta conferencia, me habló para puntualizarme una serie de cosas. No quiere que repita ningún elogio que hizo el P. Samuel sobre ella. Su esposo era un santo.

          3. Larrabure

          Y en cuanto a Larrabure, que es “el enemigo militar”, encontré un texto del “Che” Guevara al respecto, que lo resume todo: “la liquidación del ejército como el verdadero principio de la democracia (si el aforismo no existe, lo creo yo)” (Carta a su madre, 4 de julio de 1954, según Jorge Castañeda, La vida en rojo ... p.97). Esto resume y rezuma el odio visceral que tienen los comunistas contra las fuerzas armadas y de seguridad, el holocausto de servidores del orden que cometieron, y la actual política judicial de benignidad máxima y abolicionismo penal contra los delincuentes y mano dura contra los policías, de la que he tenido experiencia como defensor. Casi siempre el que termina procesado es el policía, y sobreseído el infractor, en lo cual convergen la vertiente comunista y la vertiente abolicionista.

          Y ahora pasemos al tercer requisito, la aceptación religiosa de la muerte, lo cual exige, previamente, que la misma se viera como probable o se previera.

          C. La aceptación religiosa de la muerte (Tercer requisito)

          A los fines del tercer requisito nos preguntamos: ¿nuestros cuatro héroes argentinos de los ´70 conocieron y asumieron la muerte que tuvieron, la aceptaron cristianamente?

           1. Genta.

          Ya vimos lo que dijo el día anterior. Vivió enseñando el tema. “Nos enseñó a vivir alertas, a salir de casa rezando”, porque esperábamos el balazo o la explosión de la bomba terrorista que nos amenazaba a cada movimiento. Ya había sufrido despidos y cárceles (persecución religiosa de 1954).

          A nuestro Esteban, unos guerrilleros que ya habían matado mucha gente, (“perro que ladra no muerde” pero los que amenazaban cumplían) lo torturaban invariable y telefónicamente (testimonio de Lis) diciéndole que le iba a pasar lo que al Almirante Quijada… el que ya había sido liquidado…Una tortura… Y ya vimos lo que siguió haciendo. “Imprudentemente”…, comilleó Caturelli...

          El 30-VIII-1974 dijo en Cordoba: “Si Dios me pide el testimonio entero, le pido que me maten rápidamente, porque no creo tener fuerzas para soportar la tortura. Pero no es a la muerte a lo que más temo, sino a […] enfrentar al Justo Juez con la carga de todos mis pecados”.

          De Jordán Bruno Genta puedo testimoniar - sigue Gelonch, de quien es la cita anterior,

          “la disponibilidad al martirio, como por ejemplo, el derramamiento de sangre y su aceptación por parte de la víctima, que recomienda documentar el Papa Benedicto, para las causas de los mártires”.

          Ya hemos dicho que Genta rechazó toda posibilidad de irse al extranjero…

   “Porque los judíos piden señales, los griegos buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles...”

( 1 Corintios, 1, 22).

          Él sabía lo que le podía pasar…

         2. Sacheri.

          Ya había dado Genta “el testimonio completo”. Carlos estaba presidiendo una reunión del Tercer IPSA Regional en Corrientes en el salón parroquial de la Iglesia de Jesús Nazareno:

           “Le interrogaron si no sentía temor. Entonces el Dr. Sacheri les respondió: «yo sé que para mí tienen preparado algo similar [a lo de Genta], pero las amenazas y esa posibilidad no me harán declinar en esta lucha por Dios y por la Patria»” (Testimonio de Miguel Ángel Aguilar).

           Muerto Genta, en su casa se le oyó decir “el próximo soy yo”.

          Enrique le fue con una lista de amenazados, que empezaba por Genta… con quien ya habían cumplido, y después venía Sacheri… y después Enrique… Ya había enseñado que no hay que agrandar al enemigo, que el terrorismo paraliza los reflejos, que hay que reaccionar… “No les des bolilla…”, fueron sus palabras, y siguió predicando hasta morir. Aceptó lo que con alta probabilidad, podía suceder.

           En el libro relato que a Sacheri le recomendaron que se cuidara, que no se exhibiera tanto. Tomó alguna precaución, pero por poco tiempo.

          Testimonia Gelonch, de nuevo:

          “Tengo la certeza moral de que él [por Sacheri] como muchos filósofos católicos sometidos a persecuciones y amenazas, que no retrocedimos en nuestra obligación de dar doctrina en fidelidad al Magisterio, sabía a lo que estábamos expuestos, todos y habitualmente”.

          El que habla – Gelonch- es un amenazado que no le hurtó el cuerpo, igual que Caturelli, a quien le pusieron una bomba detectada a tiempo. Y sigue Gelonch ambientándonos en la época:

          “Los atentados terroristas documentados en archivos judiciales, por aquellos años setenta, superan los 22.000, con miles de muertos y mutilados a manos de terroristas […] ¿Quién, como Sacheri, que adoptara una actitud definida en pro de los principios cristianos, odiados por el terrorismo, podía actuar y no saber a qué consecuencias se exponía?¿Quién podía escribir y publicar libros como La Iglesia clandestina o El orden natural, sin aceptar, aun tácitamente, las sentencias de muerte dictadas por los “tribunales populares revolucionarios” del terrorismo marxista? De hecho, quienes se relacionaban más con Sacheri, lo preveían. Cuando volvíamos de rezar la última despedida del féretro de Genta, a media tarde del 28 de octubre de 1974, en el Cementerio de La Chacarita, y caminábamos hacia la salida, alguien dijo: “ahora, el próximo es Sacheri´, probabilidad a la que asentimos todos los que formábamos el pequeño grupo. De ellos solamente recuerdo con certeza a Néstor Rocha, que ya falleció”.

          “Pero en todo esto salimos vencedores

gracias a aquel que nos amó”

(Romanos, 8, 36 ss)

          Él sabía…

          3. Amelong

          El 6-X-2010, Maruja Amelong me dijo que no es cierto que él rechazara sistemáticamente ser trasladado en avión o helicóptero desde el barrio de Fisherton, al norte de Rosario, hasta Villa Constitución (como lucía en otro testimonio), sino que ese día sobraba uno para transportar por avión o helicóptero, es decir que faltaba un lugar, y él, caritativamente, se borró y viajó en su auto. Pero su hija Inés me testimonia que él sistemáticamente la llevaba a ella en auto a la Facultad, e iba sin custodia y sin armas, manejando su Torino.

          La empresa llevaba indistintamente a sus altos empleados desde Fisherton a Villa Constitución en avión, helicóptero y barco, pero él rehusó muchas veces estas garantías.

          Desde que vio que lo matarían se encomendó a Dios y perdonó a sus eventuales matadores. Ese día en que lo matan iba conduciendo su Torino llevando a su hija Inés a la Facultad, junto con una amiga, Elena. Inés salió lesionada gravísima, estuvo internada.

          Contra Amelong se había atentado dos veces antes, la primera los Monto se quedaron embarrados en una calle lateral y la segunda se les escapó gracias a su habilidad conductiva.

          Lo que me dijo su hijo lo confirma parcialmente el diario La Prensa, de Buenos Aires, en su ejemplar del 5-VI-75:

           “el Ingeniero Amelong siempre se había negado a portar armas o aceptar custodia, señalándose que en diversas oportunidades afirmó que ´confiaba en la Divina Providencia y que si algún día le tocaba morir en forma violenta, rogaría a Dios para que perdonara a sus asesinos´ ”.

          El 7 de octubre de 2010 su viuda me explica que en aquel entonces ella leyó lo de La Prensa y que ella quería ahondar en el dato. Y al mes de su fallecimiento, en la Misa que por razones de seguridad les celebraba el P. Samuel Martino que se iba hasta el Barrio interno de Acíndar en la casa de Pedro, le pregunta el asunto y éste le cuenta:

          “un día miércoles en que se reúne a almorzar la plana mayor de la fábrica con el Ingeniero Acevedo se habló, como tantas veces, de la situación peligrosísima que se vivía. Y éste preguntó a cada uno qué haría cada uno si los atacaban. El Ingeniero Amelong clavó la mirada en su plato y dijo: ´pediría cinco minutos para poder perdonar a quien me ataque´.

          A riesgo de reincursionar ahora en el segundo requisito, es decir la prueba de que Amelong cumplió con las virtudes comunes de su cargo refiriéndolas todas a Dios, hay que sintetizar lo que me reportó su hijo Javier que el padre dejó instalado en la casa:

          “Si te dicen que te vas a morir en una hora, ¿qué harías? – Seguiría jugando. Hay que hacer lo que tengo que hacer. Se puede tener miedo pero no obrar por miedo, en actitud cobarde. Lo único que falta es que nos dejemos llevar por lo que estos tipos quieren. Siempre nos enseñó eso”.

          Lo cierto es que el clima de perdón se vivió en la familia, pues en la Misa de cuerpo presente, en el comedor de su casa de Wilde y Passo, me dice Maruja el 9-X-2010 que el último rosario, cuando cerraban el cajón, “fue por los matadores, como él lo hubiera querido”.

          Para dar idea del peligro que se corría digamos que antes que a Amelong la guerrilla ya había asesinado al Ingeniero Harris, en Buenos Aires esquina San Lorenzo de Rosario, y que habían secuestrado al Ingeniero Breuss, al que devolvieron con vida.

          Pedro Aznárez señala:

          “La única persona que, fuera de la empresa, protestó contra el secuestro de Breuss fue el P. Samuel Martino, qué par de pel…. tenía el P. Samuel”

          Diremos también que una de las huelgas que hubo fue con el personal superior en calidad de rehén. Al parecer Amelong logró que los rotaran. Es decir que quedaran algunos y otros se fueran a sus casas. Los que se quedaban en la fábrica como rehenes estaban rodeados de tambores con solventes que se amenazaba prender y explotar ante el menor amague de auxilio de la fuerza pública. Los jueces no hacían ni podían hacer nada, -me resume Pedro.

           También me cuenta Pedro Aznares que una vez el Ingeniero Acevedo señaló “así no se puede seguir trabajando. Al que se quiera ir yo lo indemnizo y le reservo el lugar para volver”. Ni Amelong ni Pedro ni los demás, salvo uno, aceptaron. Y ese uno que se fue, luego fue readmitido. Amelong pudo escapar a los peligros y siguió en la brecha…

          No sólo podía suceder un atentado, sino que era altamente probable. Diríase que en el caso de Amelong era más probable que sí a que no. Al extremo de que su hijo Javier me dice que cuando un sacerdote dijo en el Colegio que había ocurrido un atentado, todos se fueron a rezar a la iglesia dando por hecho que el caído era él.

          La generosidad de la viuda de Amelong se evidencia en lo primero que le dijo a Pedro Aznárez cuando la vio el día de la muerte: “lo que hemos rezado por vos, Pedro”. Pensar en el otro… Le había ido a informar que la empresa le seguiría pagando el sueldo hasta que educara a todos sus hijos.

“Por tu causa somos muertos todo el día;

tratados como ovejas destinadas al matadero.

(Romanos, 8, 36 ss)

         4. Larrabure

En este caso, desde que lo secuestraron asumió todo lo que pasaba refiriéndolo a Dios, como se ve en sus cartas y se ve en su diario. Pudo haber obtenido la libertad a cambio de colaborar con el terrorismo ateo, como lo reconocieron sus verdugos y figura en su Diario. Heroicamente se negó, y hasta se dio el gusto, en su celda que ya en seguida te digo cuánto medía, de indignarse y de enfrentarlos.

“Que no está en palabras el reino de Dios,

sino en realidades”

(San Pablo, 1 Corintios, 4,20).

          Ojo. Acabamos de decir que los defensores de los derechos humanos lo tuvieron en una celda, que él mismo describió, de 2,20 de largo, que los mismos defensores de los derechos humanos diseñaron de 1 metro de ancho, y que dichos demócratas dueños de la democracia pergeñaron de 2 metros de alto. Y ahí pasó no uno ni dos ni tres días sino que estos defensores de los derechos humanos lo tuvieron allí por más de un año, 372 días, hasta que lo asesinaron.

          No una hora, no un día, no un año, 372 días… más de un año en un pozo… y torturado… y malalimentado, y siendo asmático en un lugar húmero, que además se inundaba, y una vez tuvo que pedir que le dieran elementos para sacar el agua del pozo (“cárcel del pueblo”)… Y perdonando. Y aceptando…Y venciendo, según veremos…

          Se cumple con los tres el tercer requisito. La muerte era altamente probable. Siguen en la brecha, no defeccionan, no se retraen, el único que estaba en situación de tener custodia, Amelong, la rechaza, el que estuvo 372 días en un cubículo en que fue torturado, se niega a colaborar con los secuestradores y mantiene su fe. Los dos doctrinarios oradores Los cuatro siguen peleando como pueden, en lo que pueden. Vencen. Ofrecen a Dios todo lo más alto sacrificable, la vida.

          Y el ERP, que lo tenía secuestrado, estranguló a Larrabure el 19 de agosto de 1975. Recuérden chicos para siempre la enseñanza del filósofo “Pedagogo del ´oh juremos´”, aplicada a lo vivo y en la muerte por el militar Larrabure. Un testigo privilegiado, que no lo veía pero contó todo para la historia, oyó que un hombre, con dificultades en el habla (era asmático y lo tenían en una cueva húmeda, que muchas veces se inundaba, lo sabemos por él y por sus carceleros) rezó todo el día. Sí, Argentino Del Valle Larrabure en el pozo rezaba y se hacía oír, a pesar del asma… Que recuperando fuerzas cantó con energía, como se debe, como deben cantarlo Uds., como enseñaba Genta, el pedagogo del “Oh juremos con gloria morir”, el Himno Nacional Argentino. Que oyó un grito ahogado. En su cadáver había gran porcentaje de alcohol en sangre. Hay signos de que le aplicaron un golpe que lo durmió, y de mucho alcohol cuando no tenía acceso al vino, seguramente para doparlo y más de una pericia dice que lo estrangularon. Lo encontraron con cuarenta kilos menos, mal alimentado, y con signos de tortura en los testículos y en el cuerpo...

“Por tu causa somos muertos todo el día;

tratados como ovejas destinadas al matadero.

Pero en todo esto salimos vencedores

gracias a aquel que nos amó”

(Romanos, 8, 36 ss).

“Nadie tiene más amor

que el que da la vida por sus amigos”.

Juan, 15, 13.

          Son los defensores de los derechos humanos…

          Mensajes de Larrabure. La primera carta suya que llegó a la familia exhortaba:

          “a los chicos, que sigan estudiando, no se abandonen, cualquiera sea el desenlace final. Les pido también que no odien a nadie, recuerden el ejemplo permanente del abuelo Arturo, gran médico, arquetipo de la bondad en persona… Arriba el ánimo. A tener fe. Comprendan la situación y llevarla con dignidad” (Un canto a la Patria, p. 103).

           En su cautiverio escribía operaciones matemáticas, poemas, nombres de sus familiares, expresiones de amor a su esposa, dibujo de personajes, fabricó con papeles un juego de naipes. En medio de cuentas y ejercicios intrascendentes aparece “Viva el Ejército Argentino” y “Viva la Argentina” (p. 190), o “Dios los proteja” (p. 195). Entre tantos números y palabras se las ingenió para ir dejando este “diario de su cautiverio”, además de las cartas que escribió y que fueron llegando a sus familiares, o textos que se descubrieron empotrados en las paredes del cubículo.

          El 8 de octubre en una carta que le dejan enviar felicita a su hija por su cumpleaños. Es un saludo normal en que se añade: “debes tener la entereza para sobrellevar este infortunio y aun dispuesta a esperar lo peor”. A su madre le escribe con un equívoco “mamita querida, tal vez Dios nos haga ver muy pronto… Un tirón de orejas…”. ( Lo cual significa que “nos veremos en el cielo” o “Dios nos hará comprender…”, p. 120). El 22 de octubre se concentra en un legado: “a mis hijos y ahijado especialmente, que no olviden mi mensaje: ´Aunque suceda lo peor, no deben odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla” (p. 125). Y se sigue ocupando de pensar en la familia, en los ingresos, en que si es necesario vendan el auto, en que la hija saque el carnet de conductor y que maneje despacio. Le pide al nuevo director de la fábrica que no deje los proyectos. (¿Se incluían en esto cosas relacionadas con el polo petroquímico de Bahía o el proyecto Cóndor?).

          Y fue dejando el diario de su cautiverio, ciertamente incompleto, una obra maestra de un combatiente contra la guerrilla comunista

         Diario del cautiverio de Larrabure

          “A Dios, que con tu sabiduría omnipotente has determinado este derrotero de calvario, a ti invoco permanentemente para que me des fuerza. A mi muy amada esposa, para que sobrepongas tu abatido espíritu por la fe en Dios. A mis hijos, para que sepan perdonar. Al Ejército argentino, para que fiel a su tradición mantenga enhiesto y orgulloso los colores patrios. Al pueblo argentino, dirigentes y dirigidos, para que la sangre inútilmente derramada los conmueva a la reflexión, para dilucidar y determinar con claridad que somos hombres capaces de modelar nuestro destino, sin amparo de ideas y formas de vida foráneos, totalmente ajenos a la formación del hombre argentino […] Mi palabra es breve […] se trata de perdón y que mi invocación alcance con su perdón a quienes están sumidos en las sombras de ideas exóticas, foráneas, que alientan la destrucción para construir un ´mundo feliz´sobre las ruinas”.

          Relata también su rechazo del tercermundismo contra el que escribieron Genta y Sacheri y Caturelli, al defender a las congregaciones religiosas que son las únicas que se ocupan del indio, y relatar la incursión “del ex sacerdote Ferrari” y un grupo que fueron a agitar la zona de Formosa, atacaron la “injusticia burguesa”, repartieron algo y volvieron a sus posiciones burguesas en Rosario. “¿No hubiera sido conveniente cumplir con el milenario refrán ´no les des pescado, enséñales a pescar´? (p. 226).

          Les imputa a los terroristas ser dirigidos desde Europa y sus jefes “no se llaman García, Fernández, Pérez o algún otro patronímico de origen español, itálico, común a nuestra vena”.

          Relata que sólo veía los zapatos, los pies y los ojos de sus guardias encapuchados, y describe minuciosamente el lugar. Imagina que, como el aire que recibe está regulado por sus carceleros, dada su asma puede morir ahogado y pide a Dios “no me castigues muriendo ahogado” (p. 228)

          Lo quisieron catequizar y darle literatura marxista y se rehusó. Le ofrecieron colaborar con ellos enseñándoles a armar explosivos y se negó (p. 232). Las meditaciones obligadas de estos días – remacha- “me reencuentran con Dios, en quien deposito mi esperanza, de quien guardo infinita fe y me someto, sumiso, al destino que me dé” (p. 229).

          Sufre torturas y acepta la muerte, refiriendo su calvario a Dios. En la guerra de los ´70 dirigida contra la Iglesia se alinea del buen lado y no defecciona del Ejército, ubicado en la vereda católica en la lucha (no en el posterior gobierno).

          Larrabure muere refiriendo todo a Dios, y por la causa justa del lado justo contra el enemigo que odia la fe.

          Conclusiones. Los cuatro fueron asesinados (1er. Requisito) y no se pueden albergar dudas razonables de que los cuatro murieron por la fe y por motivos que se ligan a sus funciones y a bienes referidos a la fe (segundo requisito), y que aceptaron la muerte cristianamente encomendándose a Dios. El tercer requisito.

          Testimonios. Ahora daremos algunos testimonios sobre la santidad y martirio de estos hombres. Alteraremos el orden, empezando por Sacheri.

          Sacheri. Habiendo evidenciado en mi libro una cantidad importantísima de laicos que han considerado a Sacheri mártir, lo mismo que a Genta, pienso que adquiere relevancia especial, pues para hablar así se juegan mucho más, los testimonios episcopales en la materia.

          El mismo día de la muerte a Sacheri lo consideran mártir cuatro obispos que lo conocían de primer agua: el suyo propio Obispo de San Isidro, Monseñor Aguirre, que no era del mismo “palo”, el Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y Arzobispo de Paraná, Monseñor Adolfo Servando Tortolo, que repetirá el juicio más meditadamente en otras dos ocasiones y que se identificaba con él, el Arzobispo de Rosario Monseñor Guillermo Bolatti que ibídem, y el fundador y Rector de la Universidad Católica Argentina, Monseñor Octavio Nicolás Derisi, camarada en la tarea universitaria. Me dieron su testimonio en el mismo sentido los discípulos suyos actuales obispos Monseñor Puiggari, Obispo de Mar del Plata y Monseñor Eduardo Taussig, Obispo de San Rafael, Mendoza. El martirio de Sacheri es valor entendido con Monseñor Jorge Lona, quien lo conoció como compañero y me refirió que “nunca le vi un gesto contra la caridad”. No tengo su juicio después de la muerte, pero Monseñor Vicentín, de Corrientes, en vida lo admiraba, le reclutaba auditorios y lo homenajeó al morir.

          Si alguna importancia tienen los fundadores de órdenes religiosas, testimoniaron que es mártir el P. José Luis Torres Pardo, que por lo demás equiparó a Sacheri y Genta, y el P. Carlos Buela.

          En el libro he recogido el elogio que le hiciera Monseñor Zaspe, Arzobispo de Santa Fe, quien consideraba que nos habían matado al único católico presidenciable (le hizo un elogio no en tanto inteligente, ni en tanto técnico de la política, sino en tanto católico... Es que lo mataron por católico, por lo que era y por lo que representaba y por cómo lo representaba, como lo justifico largamente en el libro). O los elogios de Monseñor Aguer y de tantos otros que lo vieron (a Sacheri) un santo, y un santo con la prudencia política, que no todo santo tiene.

          Si cuenta en este elenco el teólogo moral Miguel Ángel Fuentes, diré que el 6 de junio de 2008, haciéndome el honor de presentar el libro Sacheri: Predicar y morir por la Argentina concluyó, remitiéndose obviamente al juicio de la Iglesia, y después de analizar detenidamente los requisitos canónicos y rechazar el martirio de curas o laicos marxistas, “que las condiciones para postular la muerte martirial de Carlos Sacheri está sobradamente justificada”. Y en su argumentación se funda sobre todo en el comunicado, con lo que su juicio viene a abarcar también a Genta.

          Genta. Sin negar que tantas expresiones episcopales avalando su martirio demostrarían en definitiva, y post mortem, las condiciones políticas de Sacheri …, diré que en favor del martirio de Genta no tengo ningún testimonio episcopal, que habría pero sin embargo no sería prudente revelarlo ahora, pero tenemos mucho más que todos esos testimonios… A favor de que Genta fue mártir tengo el altísimo testimonio del propio Carlos Alberto Sacheri mártir, si de algo sirve, cuando habló poco después de Genta en honor de Cristo Rey..., también con el Padre Torres Pardo, igual que Genta … hablando de Cristo Rey... El reporte de la conferencia de Sacheri en el Colegio Champagnat de ese día 24 de noviembre de 1974 dice que consideró la muerte de Genta un acto de martirio. Y que dijo

          “a Ottalagano, que dijo ´la disyuntiva es o peronismo o cristianismo´, que es una media verdad, lo mataron. Pero la verdad entera es que la disyuntiva es o comunismo o cristianismo. En la Argentina de hoy, al que dice la verdad entera, como la dijo Genta, lo matan”.

          Monseñor Tortolo le escribió a Genta: “gracias a Dios Ud. es un vigía y un profeta, hoy que tanto se habla de profetismo” (Edmundo Gelonch Villarino, “Jordán Bruno Genta. Pedagogo…”, Gladius 58, p. 80). No creo que sea un abuso abogadil interpretar que quien en vida lo consideró vigía y profeta al enterarse de su muerte lo haya considerado mártir.

          Y además de las menciones anteriores, para este trabajo me he basado en trabajos de Antonio y Mario Caponnetto, de Miguel Di Lorenzo, de Edmundo Gelonch Villarino, defensores certeros del martirio de Don Bruno Jordán.

          Amelong. Si algún valor puede tener el testimonio del Párroco de Amelong, el venerado Padre Samuel Martino, (fallecido este año, hice su in memoriam en Gladius) , me dijo de él cosas que refiero en el libro:

          “Lo conocí a fondo. Doy fe de la santidad de ese hombre…” Elogió haberlo visto lagrimear con la mención de la Virgen, dijo que invocaba a Dios en toda su vida. “Formaba con su señora la Acción Católica… Un colaborador total de la Parroquia. Unido a la Parroquia, a la Iglesia… Piadoso. Piadosísimo. Padre de 10 hijos y muy cuidadoso de su formación, cuando llegaron a la edad juvenil se hizo una casa en el Arroyo del Medio, para poder formarlos sin malas influencias, con mucho deporte. Fue pilar, con el doctor Bodoyra, del Instituto San Pablo. ¡Cualquier cosa por la Parroquia ha hecho este Amelong! Llenamos el cupo de profesores de primero y segundo año, al principio del Instituto San Pablo, con los profesores que trabajaban gratis, reclutados por Amelong. Él era profesor. Me acuerdo la última reunión en que estuvo. Nos regaló un torno carísimo para el Instituto. En 1958 empezamos a levantar la iglesia de Fátima, a 12 cuadras de aquí, y él compró los lotes, no sé cuántos lotes con plata de él, y además organizó la cosa y la alentó”.

          Y a esto se puede agregar el testimonio de ese laico ejemplar que fue el Coronel Juan Francisco Guevara, que así me lo manifestó.

          Larrabure. Y aunque la referencia proviene de quien no entiende bien lo que es el martirio, Germán Ferrari recuerda que los obispos Bonamín, Tortolo y Bolatti aludieron a que Larrabure entra en la categoría (Símbolos y fantasmas, circa p. 85 )..

***

          IV. Tipos ganadores

          Podemos pensar, pues, que tenemos el inaudito privilegio de cuatro mártires laicos que nos marcan el camino.

          Nos marcan el camino.

          Nos dan la enseñanza de sus vidas y sus muertes.

          Son triunfadores ganadores de la palma suprema, pero permítanme que añada ahora cuatro triunfos muy temporales y concretos suyos. Fueron ganadores. No fueron nada mediocres y ganaron batallas también en esta vida para la causa de Dios y de la Patria.

          1. Testimonio inglés (Genta).

          En la gloriosa guerra de Malvinas el mundo, y en especial los ingleses, quedaron admirados del patriotismo de los nuestros. Y tres escritores ingleses detectaron la causa:

          “Las convicciones espirituales de los pilotos argentinos para lanzarse a la desigual batalla con el arrojo y la pericia con que lo hicieron, las fueron recibiendo del magisterio de Genta, autor prolífico, que defendía la devoción no a la Constitución sino a Dios y a la Patria»” (Hedí-Linklater-Gillman, The Falklands Warr, Londres 1982; traducción castellana: Una cara de la moneda, cap. 17, “El mirlo y el halcón”.

          Llegará la hora en que lo pongamos en bronce en todas las plazas de la República. Bruno Jordán Genta El Primero, veterano de la guerra de Malvinas ganando batallas después de muerto.

          2. La derrota del tercermundismo (Sacheri).

          Un décimo de los sacerdotes del país adscribía, en los ´70, al tercermundismo. Pues bien, según la referencia del Coronel Guevara fue Sacheri el principal causante de su derrota. Dio el ejemplo con su salida al frente, le siguieron los sacerdotes, le siguieron los obispos. Sacheri un triunfador.

          Es que él nos enseñaba así la vocación del laico cristiano:

          “Tal es la vocación propia del laico cristiano; aquello mismo que Pío XII designara con admirable expresión; la consecratio mundi. Me atrevo a decir que ésa y no otra es la gran lección que el laicado católico está llamado a dar, en las actuales circunstancias, a los progresistas en general y al clero en particular. En efecto, muchos son los clérigos que han perdido casi por completo su confianza en la verdad que tienen por misión predicar; bajo las elegantes etiquetas del «kerigma», del «profetismo», etc., cubren su profunda crisis de fe. Su íntima desconfianza no será superada sino en la medida en que los laicos asuman su tarea específica de remodelar el orden temporal según el Evangelio y las encíclicas pontificias. Tantos sacerdotes y obispos de fe tambaleante, propensos a ser arrastrados por la última novelería pseudoteológica o pastoral, recobrarán confianza cuando constaten que no sólo la doctrina social cristiana es una doctrina práctica, sino que para colmo es mucho más eficaz que todo lo vanamente intentado hasta la fecha para solucionar los problemas políticos y sociales. Ya dijo Pío XI [sic] en una ocasión, constatando tantos fracasos: «Se ha ensayado todo; ¿no habrá llegado la hora de ensayar la verdad?»” (p.42).

          La faja del libro. Pero veo caras que me piden que les cuente la faja del libro, que califiqué de totalmente insólita, …pesimista… profética y hasta chocante, fea … y se la cuento advirtiendo que ella revela que él sabía en qué se había metido y asumía los riesgos con todo el cuero. La famosa faja del libro decía: “Seremos fusilados por curas bolcheviques”. El que pueda entender, que entienda. Y si no entiende, relea el comunicado de los asesinos.

          3. Huelga trágica solucionada (Amelong).

          ¿Saben por qué lo matan a Amelong? Al parecer, lo matan cuando supo dialogar con la dirigencia izquierdista de la UOM (no guerrillera) y solucionar una huelga trágica que se llamó “de los 60 días” y traer un poco de paz a la ciudad y su zona. No se lo perdonaron.

          4. “Larrabure nos venció”.

Son los dirigentes del ERP los que reconocen el triunfo de Larrabure. Al mantenerse íntegro en su vida religiosa, en su amor al Ejército y a su Patria, al no ceder al requerimiento de que se les plegara asesorándolos en la fabricación de armamentos, que era su especialidad, con gran habilidad, en medio de infinitos garabatos, poesías, cálculos, nos dejó la historia de su batalla, que no fue la menor en la lucha contra la marea comunista. No lo pudieron quebrar. Se mantuvo en sus trece, quiero decir en el amor a Dios, a la Patria, a su familia, a su Ejército. No colaboró y entregó su vida, pero se ocupó de dejarnos la historia del terrorismo erpiano y su modo de operar y de escarnecer los derechos naturales del hombre. “Larraburu en ese sentido nos derrotó”, le declaró a Germán Ferrari para el libro Símbolos y fantasmas, Arnold Bremer, alias Mattini, que sucedió a Santucho y Urteaga en la jefatura del ERP (p. 81). Y su muerte corroboró ante todo el país lo que significaba la guerrilla terrorista.

          Los cuatro nos dejan su ejemplo, y la intercesión ante Dios por la Argentina.

          Estamos en medio de una Argentina derrotada, vencida, apabullada, dividida, desorganizada, corrompida, prostituída, indefensa, asolada de afuera y de adentro, desgobernada, desjerarquizada, sin fuerzas armadas y sin universidad, sin soberanía política y económica, sometida a la usura y al poder mundial inmoralizante, sin clase dirigente episcopal – salvo pocas excepciones- que defienda a su pueblo, tenemos el inaudito privilegio de cuatro mártires laicos que nos marcan el camino.

          Tenemos un país desvertebrado, donde se persigue a Cristo, donde la inmoralidad avanza al extremo de que tenemos una televisión prostibularia (dicho por Magdalena Ruiz Guiñazú; y Gerardo Sofovich dijo que la gente en la TV está enloquecida y vende su intimidad por cualquier cosa), donde la familia cada vez existe menos y se nos han salido con esta ley inicua y ridícula del “homomonio”, donde no hay participación ni representación política seria, donde no hay estado de derecho, donde tenemos la economía extranjerizada, donde casi el 40 % de la población es pobre y un 10 % miserable, donde es record la venta de autos y las ganancias de los bancos y donde los chicos se mueren de hambre y la única política contra la pobreza parece ser el clientelismo político, un Estado que no tiene fuerzas armadas ni policía ni seguridad ni sistema penal ni universidad.

          No tenemos nada. Tenemos todos los males juntos y potenciados como una maldición sobre la Patria.

          No tenemos casi nada a favor…

          Pero tenemos al Primero, el laico filósofo porteño padre de familia Bruno Jordán Genta, al Segundo, el laico filósofo porteño padre de familia Carlos Alberto Sacheri, al Tercero, el laico ingeniero químico rosarino padre de familia Raúl Amelong, y al Cuarto, el laico ingeniero químico tucumano militar padre de familia Argentino del Valle Larrabure.

          Tenemos a Dios con nosotros y si Uds. queridos amigos lo quieren y no arrugan, con la ayuda de la Virgen de Luján, tenemos el riquísimo patrimonio de estos cuatro mártires de Cristo Rey que presiden la marcha.

          Cuatro estrellas que iluminan el glorioso amanecer argentino.

Fuente: Santa Iglesia Militante