sábado, 5 de noviembre de 2011

MONS. AGUER PIDIÓ CAMBIAR VIAJES Y FIESTAS DE EGRESADOS POR ALTERNATIVAS ÚTILES Y EDUCATIVAS




Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata y Presidente de la Comisión Episcopal para la Educación Católica, advirtió sobre “la peligrosa moda” de los “viajes y fiestas de egresados” de las escuelas secundarias, en su reflexión televisiva semanal, en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV).

Sobre los “viajes de egresados” recordó que, en sus tiempos de estudiante, no existían, pero en la actualidad “son al parecer una categoría obligatoria” y que “el problema de los viajes de egresados es que, en realidad, se trata de una “semana bolichera” vivida, generalmente, en Bariloche. Los chicos van a repetir allí, durante una semana o diez días, lo que hacen todos los fines de semana en el boliche cercano a su casa”.

Propuso al respecto “alternativas” como “viajes de verdadera instrucción, viajes culturales,  de estudio e investigación o deportivos. Hay deportes de aventura que a los adolescentes tendrían que fascinarles. También pueden ser viajes solidarios, para ayudar a comunidades educativas necesitadas”.

A modo de ejemplo detalló que alguna vez sugirió a chicos “la posibilidad de que todo ese dinero que juntaron y que iba a parar a manos de una empresa que los puede decepcionar podía representar una ayuda muy importante para una escuela del interior del país o de algún barrio necesitado”. De inmediato agregó que “no se enojaron ni dijeron que no, ni les pareció extravagante la propuesta” pero notó que iba contra una moda “arraigada favorecida por los mismos padres de familia, en una especie de dudosa complicidad. A uno le hace pensar que, quizás, ellos están satisfaciendo aquí una posibilidad que no vieron realizada cuando eran estudiantes”.

Luego se refirió a la moda de las “fiestas de egresados” donde “en estos últimos meses del año, hay fiestas de egresados casi todos los días. La “discotecas” o “boliches” encontraron en la moda estudiantil, que los mismos empresarios han potenciado, un filón aprovechable para convertir la diversión de los jóvenes en una mercancía. Los chicos de cuarto o de tercero se ven arrastrados también en ese torbellino que se llama “caravana”. Es una caravana de fiestas que dura toda la noche y, al día siguiente, si van al colegio, aparecen hechos unos zombies”.

Mons. Héctor Aguer comentó que “todo eso es algo muy extraño” y que “es lógico que un joven quiera divertirse y que piense que tiene todo el tiempo del mundo por delante” pero que “habría que tratar de hacerles reflexionar sobre esa realidad. ¿Qué está simbolizando esa manera de divertirse o de festejar? Y digo “esa manera” porque todo el mundo sabe que se cometen muchos excesos tanto en los viajes de egresados como en las fiestas de fin de curso. Hay iniciaciones sexuales, desbordes, desarreglos, hay bebida en exceso y hay también, en algunos casos, droga”.

Consideró que todo esto significa “que no han entendido bien lo que se les ha querido trasmitir a lo largo de todo un proceso educativo que ha durado muchos años. Estoy pensando, sobre todo, en los colegios de gestión eclesial donde, incluso, cuando hay alguna iniciativa buena de la institución que podría ofrecer una alternativa razonable y divertidísima, suele ser  boicoteada por los mismos padres de familia. Si tienen que ir al viaje o a la fiesta organizada por la escuela, también organizan otra paralela, porque que la moda debe ser cumplida rigurosamente”.

Finalmente afirmó que, como con toda moda peligrosa, habría que pensar “qué podemos hacer para ir cambiando esta moda. Las modas no son incambiables. La misma palabra “moda” alude a un uso o una costumbre que está en vigencia por un determinado tiempo y en un determinado lugar” y que es necesario para eso proporcionar “a nuestros chicos alternativas verdaderamente válidas, entretenidas, útiles y que sean, esto es fundamental, profundamente humanas y cristianas”.

Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“Hay modas transitorias y, en cambio, otros usos y costumbres que se tornan permanentes, que como vulgarmente se dice: “se hacen cultura”. Algo de esto tiene que ver con lo que ocurre en los últimos cursos de los colegios secundarios. Sobre todo en la segunda mitad de ese último año”.

“Los docentes y los educadores en general saben muy bien que ese quinto año no aprovecha demasiado para el conjunto de la formación”.

“Estoy pensando en los viajes de egresados y en las fiestas de fin de curso. Otras veces yo he hablado sobre los viajes de egresados que no existían cuando yo era estudiante pero que, hoy día, son al parecer una categoría obligatoria”.

“Cuando el colegio no los organiza (y por lo general, los colegios tienden a lavarse las manos en este asunto) la organización la realizan los padres de los alumnos”.

“El problema de los viajes de egresados es que, en realidad, se trata de una “semana bolichera” vivida, generalmente, en Bariloche. Los chicos van a repetir allí, durante una semana o diez días, lo que hacen todos los fines de semana en el boliche cercano a su casa”.

“Claro: ¡las alternativas que se pierden son realmente extraordinarias! Por ejemplo viajes de verdadera instrucción, viajes culturales,  de estudio e investigación o deportivos. Hay deportes de aventura que a los adolescentes tendrían que fascinarles. También pueden ser viajes solidarios, para ayudar a comunidades educativas necesitadas”.

“Yo, en alguna ocasión, para desafiar a los chicos que estaban preparando su viaje de egresados les he propuesto la posibilidad de que todo ese dinero que juntaron y que iba a parar a manos de una empresa que los puede decepcionar podía representar una ayuda muy importante para una escuela del interior del país o de algún barrio necesitado.”.

“Recuerdo que en esa ocasión me miraron con azoramiento. No se enojaron ni dijeron que no, ni les pareció extravagante la propuesta pero iba contra una moda ya profundamente arraigada favorecida por los mismos padres de familia, en una especie de dudosa complicidad. A uno le hace pensar que, quizás, ellos están satisfaciendo aquí una posibilidad que no vieron realizada cuando eran estudiantes”.

“Algo semejante ocurre con las fiestas de egresados. Ahora pareciera que, en estos últimos meses del año, hay fiestas de egresados casi todos los días. La “discotecas” o “boliches” encontraron en la moda estudiantil, que los mismos empresarios han potenciado, un filón aprovechable para convertir la diversión de los jóvenes en una mercancía. Los chicos de cuarto o de tercero se ven arrastrados también en ese torbellino que se llama “caravana”. Es una caravana de fiestas que dura toda la noche y, al día siguiente, si van al colegio, aparecen hechos unos zombies”.

“Todo eso es algo muy extraño y que tiene que ver con la idea que nuestros chicos se hacen de la vida. En el fondo, hay que darle importancia a estas cosas porque reflejan una cierta idea de la vida. Es lógico que un joven quiera divertirse y que piense que tiene todo el tiempo del mundo por delante”.

“Sin embargo, habría que tratar de hacerles reflexionar sobre esa realidad. ¿Qué está simbolizando esa manera de divertirse o de festejar? Y digo “esa manera” porque todo el mundo sabe que se cometen muchos excesos tanto en los viajes de egresados como en las fiestas de fin de curso. Hay iniciaciones sexuales, desbordes, desarreglos, hay bebida en exceso y hay también, en algunos casos, droga”.

“Entonces: ¿todo eso qué está significando? Está significando, en el fondo, que no han entendido bien lo que se les ha querido trasmitir a lo largo de todo un proceso educativo que ha durado muchos años. Estoy pensando, sobre todo, en los colegios de gestión eclesial donde, incluso, cuando hay alguna iniciativa buena de la institución que podría ofrecer una alternativa razonable y divertidísima, suele ser  boicoteada por los mismos padres de familia. Si tienen que ir al viaje o a la fiesta organizada por la escuela, también organizan otra paralela, porque que la moda debe ser cumplida rigurosamente”.

“Digo esto a ustedes que no son estudiantes (la mayoría de mis televidentes) pero que sí son padres o abuelos o educadores, porque tendríamos que pensar en serio qué podemos hacer para ir cambiando esta moda. Las modas no son incambiables. La misma palabra “moda” alude a un uso o una costumbre que está en vigencia por un determinado tiempo y en un determinado lugar”.

“La cuestión consiste en  proporcionarles a nuestros chicos alternativas verdaderamente válidas, entretenidas, útiles y que sean, esto es fundamental, profundamente humanas y cristianas”.

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