lunes, 19 de septiembre de 2011

ESPEJISMOS ARGENTINOS


Editorial de N Gallo del 17 de septiembre de 2011

Los argentinos gozamos del espejismo, ese fenómeno óptico de los desiertos.
Hace pocos meses, todo parecía indicar que las elecciones de Santa Fe, Capital Federal y Córdoba eran como oasis con agua buena y palmeras de generosa sombra. Pero el 9 de agosto mostró la cruda cara de la realidad. Los oasis dejaron de ser tales y el desierto de valores reconquistó su lugar de privilegio.
Poco tiempo antes, en el 2009, la oposición haciendo causa común con el campo, levantó la polvareda de las caravanas del triunfo, pero la consistencia de los remolinos arenosos  duró poco. Con las alforjas otra vez llenas, muchos  olvidaron las penas.
La crisis del  fin del 2001 y el 2002, pareció emerger de las dunas con estandartes llenos de espejos de colores un año después. Y así, en solo un año, habíamos logrado el milagro de pasar del drama agudo al placer de una esperanza consolidada.
Más atrás, en 1991, un gran jeque hizo revolear su alfombra mágica y convirtió en oro el vil peso nacional.  En 1999, el espejismo brillaba como nunca. Nadie quería rechazar el generoso maná del cielo del 1 a 1. La gran clase media argentina se había acostumbrado a vivir con buenos intereses dinerarios y fáciles trueques con el extranjero, mientras las clases populares comían y se vestían.
La magia se fue extendiendo como lo hacen las sombras del crepúsculo en el desierto, hasta que llegó la noche cruda de negro y  frío. Y ahí, en la oscuridad, no había más espejismos a la vista ni oasis escondidos tras las colinas de arena dorada.
Son muchos los espejismos vividos a los que nos aferramos con desesperación. Obras faraónicas que nos ubican en mundos utópicos, planes de hambre cero que al final solo alimentan de tinta al papel de los expedientes, y los clamores de los oprimidos y excluidos convertidos en lejanos ecos de si mismos.
Y, para complicar todo aún más, como en la Babel de los tiempos bíblicos, las lenguas se confunden. Lo que es libertad para unos, es anarquía para otros y lo que es progreso para aquellos, es decadencia subsidiada para éstos y lo que es orden para los mayores, es represión para los jóvenes. La justicia se confunde con venganza y el periodismo hace de gran jurado, mientras los jueces obedecen al poder.
Es este el relato de un pueblo que pugna por no entrar en la madurez, porque sabe que allí solo habrá trabajo, esfuerzo, solidaridad y entrega, realismo puro y concreto de la vida, sin espejismos o ilusiones ópticas.
Fuente: Envío de Tábano Consultora

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