lunes, 8 de agosto de 2011

LA NOVELA DE ZAFFARONI



Por Claudio Chaves

El Juez de la Suprema Corte de Justicia, Raúl Zaffaroni, es un progresista de butibamba y butibarreno, al decir andaluz. Presenta todo el perfil de un hombre preocupado, seriamente, por el sufrimiento y la discriminación de las minorías, cualesquiera fueran ellas. Defiende con argumentos racionales a los malhechores, por ser víctimas de una sociedad injusta y desigual, donde el camino de la delincuencia es lo que les queda luego del retroceso del Estado de Bienestar.
¡De trabajar y hacer changas ni hablar!
Defiende también las despenalización del consumo de drogas, el casamiento igualitario y sospecho que el aborto. También y porque no la eutanasia y el derecho al suicidio. Es un perfecto Progre. Razón por la cual la izquierda vernácula lo defiende a capa y espada. Como progresista, asiste a este gobierno y contribuye con su asesoramiento al desarrollo de la “revolución imaginaria” que desde el poder amenaza a los argentinos.
Hasta acá, no hay problemas, o si. Pero es uno más.
Goza de un muy buen pasar económico gracias, entre otras cosas, al suculento alquiler que le reportan sus departamentos. Con ese colchón económico. Zaffaroni piensa. Zaffaroni escribe. Zaffaroni sienta jurisprudencia. Zaffaroni, finalmente, se prepara para la construcción de un mundo mejor.
¡Ciertamente Zaffaroni es un hombre de novela!
¿Qué diferencia hay entre  Zaffaroni y el Astrólogo o el mismísimo Rufián Melancólico (Haffner) de la novela de Roberto Arlt, Los Siete Locos?
Esos hombres de ficción  soñaban construir una sociedad mejor, hacer la Revolución y para lograrlo necesitaban efectivo, money, plata viva. ¿De dónde saldría? Fácil, de lo  obtenido en la cadena de prostíbulos a establecer en todo el país. Proxenetas al servicio de una sociedad más justa, más igualitaria, nacional y popular. ¡Esto último no lo decía Arlt!
De la ficción a la realidad un notable éxito del progresismo.

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