miércoles, 11 de mayo de 2011

EL NACIONALISMO CATÓLICO ARGENTINO EN LA ENCRUCIJADA

William Wallace

Por Emilio Nazar Kasbo

El Nacionalismo Católico aun espera cristalizar. Intelectualmente no sólo resulta un pensamiento patriótico esclarecedor de sucesos temporales a la luz de la Fe, sino que además es capaz de predecir el futuro político al contemplar el presente.

FORMACIÓN Y PRÁCTICA

¿Dónde está el problema entonces, de su cristalización, de llevar a la práctica tales principios? Precisamente en la práctica.

La Política verdadera, la que busca procurar el Bien Común, es una ciencia y es un arte.

En principio, el Nacionalismo Católico se aplica a la Política desde la faz formativa, desde todo lo que puede aportar a la Política como ciencia. Pero el arte es visto desde afuera, desde lo que el Gobernante o dirigente debe realizar por ocupar tan noble cargo, por el solo hecho de ocuparlo.

El Nacionalismo Católico es capaz de formar personas de lúcida inteligencia, pero al no actuar en conjunto, como una sola persona, aquél que desee tomar dirección hacia una faz gubernamental no será acompañado, y por tanto estará sujeto a los cantos de sirena al igual que Ulises. ¿Cuántos pueden sobrevivir a tales cantos de sirena, a pesar de haber sido adecuadamente formados?

Y el otro problema es el de quien sin estar suficientemente formado decide lanzarse a una acción práctica. Si el anterior se equivoca, como un cirujano en plena operación a quien le ponen un parlante de rock metálico a toda su potencia haciendo estremecer la sala de operaciones, este otro irá de error en error, como un mono con navaja.

Nacionalismo Catolico

WILLIAM WALLACE

El Nacionalismo Católico además siempre está a la espera de que alguien designado por la Providencia surja y lleve el país a buen puerto sacándolo de un gran huracán en altamar. Es cierto que la acción de la Providencia es esencial, pero no menos cierto que debe haber “materia dispuesta” para ello en las personas. El juicio propio invade muchas veces al Nacionalismo Católico, junto con otros vicios menores que provocan desunión.

¿Alguno acaso espera que llegue el Odiseo o alguien como el protagonista de “Corazón Valiente”? Ideas meramente folklóricas o cuasi míticas que no llevan más que a la inacción y a no cumplir con las obligaciones de estado propias de cada uno.

Y aquí es donde quería llegar. Porque este es el centro de la cuestión: las obligaciones de estado propias de cada uno. Quien está debidamente formado y se lanza a una acción solo, o quien sin estar debidamente formado y toma la misma decisión, en realidad están evitando el cumplimiento de sus propias obligaciones de estado. Pero también lo hace quien estando debidamente formado no emprende la aplicación práctica de sus conocimientos en la vida social en un ámbito que salga de lo académico e intelectual.

Es más grave la responsabilidad de omisión de quien está preparado, que la voluntad errónea e imprudente de quien es impulsado a una acción política práctica sin las debidas condiciones.

Por otra parte, hay un error en cierta parte del Nacionalismo Católico que no es menor. Puede ser cierto que haga falta una presencia en las calles, pero eso también resulta insuficiente, y puede llevar incluso a ciertos errores de juicio acerca del Nacionalismo Católico.

Alegria de la Virgen en la Anunciacion

ALEGRÍA CRISTIANA

El Nacionalismo Católico no es un “ogro” como lo pintan los medios de comunicación masivos, sino que es un sistema de vida integral donde la Teología Católica infunde el espíritu patriótico para ayudar a los demás ciudadanos a perfeccionarse, desde el cumplimiento de sus cotidianas obligaciones personales, a las cuales denominamos obligaciones de estado. El Nacionalismo Católico, fuera de su exigencia de Justicia y Verdad, y de Libertad en la Verdad, y de su rechazo al materialismo liberal o colectivista, tiene además una propuesta que es ofrecida por la Doctrina Social de la Iglesia, y que no es tampoco una “tercera vía”. El Nacionalismo Católico es la expresión de la Justicia y la Caridad en la sociedad.

El Nacionalismo Católico exige de sus militantes una coherencia de vida, además de un específico rechazo a la comisión de pecados mortales que condenan al alma. Y esa es la primera base sobre la cual debe formarse quien adhiere al reconocimiento de Cristo Rey.

No es una cuestión ni de mercadeo ni de ambiciones humanas, sino una cuestión vital en que se reconocen principios teológicos para encauzar la propia vida. Y más allá de las quejas por todo lo que no anda como Dios manda, la alegría cristiana es suficiente testimonio de ello, y es una característica del Nacionalismo Católico que siempre ha de permanecer.

LA ENCRUCIJADA

La encrucijada del Nacionalismo Católico está en el espíritu individualista propio del liberal que ha dañado al alma de cada feligrés católico. Y el desafío está en vencer ese espíritu individualista.

Cuando vienen y dicen al plantearse una inquietud: “hacélo” o “armá tu propia ONG”, lo que están haciendo es hablar en tercera persona, relativizando las palabras del interlocutor y expresando una disidencia y falta de apoyo a la iniciativa. Porque decir “hacélo” es individualismo, mientras que “hagámoslo” es expresión social de la iniciativa.

Semejantes respuestas tienen su faz negativa: la falta de emprendimiento de una acción en común. Pero también tienen una faz positiva: obliga a acudir a sectores que se encuentran fuera del Nacionalismo Católico para predicarles el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia para ser instrumento de conversiones y que muchos salven su alma… siempre que se predique la ortodoxia.

La sociedad actual ya concibe como atomizada a la misma “familia nuclear”, como ha sido dada en llamar. Padre y madre que no se ven porque ambos trabajan fuera del hogar, cuyos hijos son educados por terceras personas fuera del control paternal. Padre y madre que pretendidamente tienen una inexistente “patria potestad compartida” y que acaban dirimiendo sus diferencias en los Tribunales. Una familia que es una yuxtaposición de sus propios miembros, aislada y desencajada del “clan familiar” tradicional. Porque antes existían familias donde el más anciano era el jefe, y dejaba su lugar al primogénito encargado de velar por todo el resto de los familiares, evitando la división de las herencias por el mayorazgo y permitiendo un gran crecimiento económico a la medida familiar y una recta administración de los recursos según las necesidades integrales de toda la familia. Pues esto es lo que fue destruido.

El problema no es el “feminismo”, sino la desnaturalización de los clanes familiares. Y eso es lo primero que debe recomponerse desde el Nacionalismo Católico. Dejar de ver la “familia nuclear” para empezar a conformar nuevos “clanes” de cada familia. Esta es la base personal inicial en la cual se debe trabajar, porque sin la existencia de este fundamental requisito de Orden Natural resultará imposible la instauración de un sistema corporativo católico.

Pater Familias

LA GRAN FAMILIA

¿Y desde dónde se ha de recomenzar esta labor? Desde los abuelos y bisabuelos, o desde el miembro sano de la familia (de la Gran Familia) con más edad. Y lo primero y más básico que deben realizar es la formación en el Nacionalismo Católico de quienes no están formados, en particular de los más pequeños, además de arbitrar en reuniones familiares el modo de salir del atolladero en que nos encontramos.

De este modo, cada familia tendrá un representante legítimo de todo el resto que lo reconoce como tal, conformando una especie de Areópago. Y en tratativas con otras familias que tengan también su representante legítimo, se logra la representación auténtica en el Municipio, pero no en base a elecciones “obligatorias, públicas, periódicas y onerosas para el erario público”.

Y por otra parte, la primera unidad económica es la familia. Así, reunida la Gran Familia bajo una autoridad central, como siempre ha sido, por Derecho Natural, es posible centralizar las necesidades básicas de todos, y que en vez de ir a comprar al supermercado más cercano se realicen compras al por mayor para todos, midiendo sus necesidades mensuales, y logrando importantes ahorros en tales compras “comunitarias” como hoy dirían.

Numerosas son las cosas por hacer, que parten de los deberes de estado incumplidos. El problema es mayor a lo que muchos piensan, y muchos creen no estar “infectados” de aquello que están padeciendo. Porque además muchos consideran que los problemas son todos ajenos y de imposiciones gubernamentales, cuando no siempre es así porque al final, parece que William Wallace es Usted mismo en el contexto de su propia familia…

Corazon Valiente

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