lunes, 27 de diciembre de 2010

“AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR, O LAS FORMAS PROTEICAS DE LA DEUDA”, POR FRANCISCO JAVIER LLORENS

a con deuda-sin deuda

Publicamos a continuación el artículo del Sr Francisco Javier Llorens, severo crítico del último gobierno militar, quizá no menos crítico de los que siguieron. A continuación, el texto completo del trabajo:

El profesor Salvador Treber, ex director del Banco Central en los tiempos de Alfonsín, y por lo tanto uno de los responsables de la estatización de la deuda privada, publicó recientemente en La Voz del Interior una disparatada nota referida a ella, que en honor de la verdad me sentí obligado a refutar. La misma fue publicada como una simple carta de lectores por dicho diario, gravemente mutilada en su esencia.

Por esa razón les envío su texto, con algunos agregados que efectué para dejar bien claro algunos aspectos esenciales de la cuestión. Tales como la inexistente quita en la deuda que proclama el gobierno. La desadministración de la deuda por parte del ministro Boudou. Y el absurdo fenómeno de reestatización de la  deuda pública que ha llevado adelante el gobierno, como consecuencia del garrafal error que cometió en el arreglo de la deuda en el 2005. Y lo más importante de todo, los enormes pasivos sociales, y los peligros y acechanzas que esto representa.

Les pido disculpas por la extensión de la misma, pero lamentablemente en este mundo complejo, no es posible  desenmascarar los engaños tecnocráticos a las que nos tienen acostumbrados los gobiernos, con solo un mensaje de Twitter. Con los cuales nuestros gobernantes y la oposición oficialista, procurando disimular sus posturas engañosas, nos trasmiten consignas como si fuéramos escolares.

Felices Fiestas

Javier Llorens

Al César lo que es del César o las formas proteicas de la deuda

La deuda según el ministerio de Economía, que contradice a Treber

La deuda bruta, la deuda neta y su peligrosa relación con el PBI

Los Kirchners, los grandes pagadores de deuda de la historia

La simulación de una quita inexistente

La ingeniería financiera de una quita que no fue tal

Los canjes repetidos como farsa por el ministro Boudou

El error garrafal en el canje del 2005 y la “reestatización” de la deuda

Las formas mutantes o proteicas de la deuda

El revoleo financiero

El enorme pasivo con los jubilados

El Banco Central y el dudoso valor de la moneda

Breve historia de la destructiva deuda externa, que ha vuelto a comenzar

La cuestión social, la deuda interna, y las mentiras del INDEC.

Los sucesos de Villa Soldati que mostraron la realidad

Otros aspectos que los sucesos de Villa Soldati pusieron en evidencia

La contrapartida de la deuda: la rumbosa prosperidad de las privatizadas

Conclusión: el problema de la deuda requiere un sinceramiento brutal

Sr. Director de

La Voz del Interior:

indudablemente que uno no debe (ni puede) salir a cuestionar  todas las falacias que circulan por los medios.  Pero cuando ellas son particularmente graves; provienen de quien goza de autoridad “técnica” como para hacer pasar mentira por verdad; y afecta además a una cuestión decisiva para el país, como es la deuda, creo que uno debe tratar de cumplir con la obligación que tiene toda persona honesta, de oponerse a la exageración de la falsedad. La misma obligación me parece que cabe en el ejercicio de un periodismo honesto, obligado siempre a escuchar las dos campanas.

Con esta introducción me refiero en concreto a la nota del contador Salvador Treber, que su diario publicó el 10 de diciembre pasado, con el sugestivo título “Al César lo que es del César”. Proyectó así admirativamente sobre el difunto ex presidente Néstor Kirchner, quizás sin saberlo, un manto de cesarismo para nada gratuito, muy acorde con su temperamento y procederes, que dejó su impronta en muchos de sus actos.

Especialmente los relacionados con la cuestión de la deuda, en la que supuestamente según el profesor Treber, obtuvo una fenomenal quita. Pero respecto la cual sospechosamente, no quiso saber nada de hacer una mínima e indispensable auditoría, para averiguar sobre la verdad y legitimidad de ella. Con esa supuesta quita -que como se verá no fue tal- eludió esclarecer la esencia de  la cuestión, que habría sido altamente aleccionadora para afianzar  la repetida consigna actual, de Memoria, Verdad y Justicia.

Hablando con parresia (con franqueza asumiendo el riesgo de decir la verdad) si  la Memoria, Verdad y Justicia existiera en relación a la cuestión de la deuda, el profesor Treber  no podría haber dicho los inexplicables disparates que dijo en la referida nota. Los que se ven condensados en el copete de ella,  donde expresa: “La deuda es de U$S 44.560 millones. Lo que antes era una enorme y traumática carga, que condicionaba el manejo de las grandes variables, ya no incide ni afecta la actividad.”

La deuda según el ministerio de Economía, que contradice a Treber

Conforme el último informe de la deuda emitido por el Ministerio de Economía  (www.mecon.gov.ar/finanzas/sfinan/documentos/deuda_publica_30-06-2010.xls)  el monto bruto de la deuda pública a junio pasado era de 173 mil millones de dólares. Muy lejos de los 44.500 millones apuntados por el contador Treber.  A él hay que sumarle la deuda contingente emitida por Lavagna y Kirchner impuesta por el FMI (GDP Units, o ULPBI, Unidades Ligadas al PBI) que quizás por esta razón el ministerio de Economía omite contabilizar. Esta representa compromisos de pagos futuros, por otros 32 mil millones de dólares, con un ritmo de crecimiento exponencial explosivo del 38 % anual promedio, desde el 2006 hasta la fecha; mientras que el PBI creció a un promedio del 7 % anual.

Esto da un total de deuda de 205 mil millones de dólares. Más de cuatro veces de lo afirmado por el contador Treber. Y pese a la supuesta quita del kirchnerismo, un 65 % más elevada que la que nos legó Menem. Monto al que además hay que sumarle las demandas ante el tribunal internacional del CIADI, que algunos expertos estiman en otros 20 mil millones de dólares. Lo que pone en evidencia que al arte de la quita de Lavagna y Kirchner, no fue disminuir la deuda, sino ocultarla.

La deuda bruta, la deuda neta y su peligrosa relación con el PBI

El informe también nos dice que la deuda bruta, excluida la contingente y la no presentada al canje, trepa a 156 mil millones de dólares. Si se le suma el valor actual de mercado de las mencionadas ULPBI (11.200 millones de dólares) la valorización mínima de la deuda reconocida por los Kirchner trepa a 167 mil millones de dólares. Lo que representa el 58 % del PBI. En estos momentos España enfrenta riesgos de insolvencia y una rebaja de su calificación como deudor soberano, porque su deuda pública llegó al 58 % del PBI. España se encuentra hoy ante el mismo problema del que Argentina no pudo salir.

Dicho monto, en base a más que dudosos activos financieros consistentes en acreencias financieras con las provincias por 17 mil millones de dólares, se reduciría a 150 mil millones de dólares. Siendo incluso esta cifra muy lejana de la que consigna el contador Treber. Pero con la reciente refinanciación de la deuda de las provincias, con dos años de gracia y quita del ajuste por inflación, esos activos financieros se licuarán rápidamente, y dejarán de ser tales.

Lo cual a rigor de verdad, se trata de un acto parcial y tardío de Justicia. Dado que el endeudamiento de las provincias proviene de la época de la convertibilidad. Durante la cual, para que la Nación pudiera hacer frente a la deuda, se transfirieron los servicios a cargo de las provincias. Y además se modificó sucesivas veces la coparticipación federal, para mejorar los ingresos de la Nación a costa de las provincias. La cual llegó ahora a una proporción de 72 % para la Nación, y 27 % para las provincias, el más bajo de la historia. Razón por la que estas tienen que mendigar ante el poder central, para poder realizar obras. 

Dichos informes también nos dicen que la deuda en moneda extranjera equivale a 91 mil millones de dólares, con 74 mil millones en esta moneda. Y que la deuda interna en pesos equivale a 65 mil millones de dólares (260 mil millones de pesos).

Los Kirchners, los grandes pagadores de deuda de la historia

Los informes nos dicen  además que Kirchner bien podría haberse llamado Néstor Paganini. Dado que el kirchnerismo desde el 2003 a junio pasado, efectuó pagos brutos a los organismos internacionales de crédito (FMI, BM, BID, etc) por casi 50 mil millones de dólares. Y descontados los créditos recibidos de estos, los Kirchners han abonado sin chistar pagos netos por casi 24 mil millones de dólares. A los que hay que sumar ahora otros ocho o nueve mil millones de dólares, para el pago exprés al Club de París. Pese a que la mitad de esta deuda proviene de la última dictadura, a la que el gobierno tanto denosta.

En total entre el 2003 y el 2009, Argentina efectuó pagos totales por 200 mil millones de dólares, casi equivalente a su PBI promedio durante esos años. Incluidos entre ellos seis mil millones dólares que pagó entre el 2006 y el 2009 por las referidas ULPBI. Y otro tanto destinados a rescates anticipados de deuda, conforme lo dispuesto en el canje del 2005. Los cuales, como se puede ver en la retaceada y atrasada información emitida por ministerio de Economía, tuvieron como principal beneficiario al Citibank. El eterno “agente” de la deuda argentina desde los tiempos de la sangrienta dictadura militar. Pasan los generales, pasan los presidente elegidos democráticamente; pero el Citibank y sus agentes enquistados en el ministerio de Economía, siempre se quedan. 

Kirchner fue así el presidente que mas pagó en la historia. Y otra forma de la quita de la deuda, es el pago de ella de cualquier manera. Y sin embargo la deuda no solo no disminuyó, sino que aumento sustancialmente. 

La simulación de una quita inexistente

Las mencionadas cifras globales de la deuda, evidencian que la quita de deuda de los Kirchners, nunca existió. Y las cifras en detalle lo confirman. El total de la quita anunciada en los canjes del 2005 y 2010, fue de 32.792 millones de dólares. Pero se ocultó que al mismo tiempo se emitieron las mencionadas ULPBI, por un valor nocional de 78.635 millones de dólares, que comprometían pagos futuros por un valor de 37.745 millones de dólares. Y además se entregaron activos financieros (garantías de bonos Brady) por otros tres mil millones de dólares, cosa que el gobierno ocultó celosamente. O sea que en vez de quita, hubo un aumento de deuda del orden de los ocho mil millones de dólares.

La magia de esa quita inexistente, sacada de la galera, consistió en convertir deuda a secas, en deuda contingente atada al PBI. O sea deuda a pagar si se cumplen determinadas condiciones de crecimiento. Pero estas condiciones fueron formuladas de tan defectuosa manera, que la deuda contingente se pagara casi sí o sí. Al punto tal de haberse pagado ya seis mil millones de dólares, razón por la que le queda grande el nombre de contingente.

El artificio para lograr esto, fue ideado por un funcionario del FMI con el chistoso apellido de Borenztein, que viajó especialmente para asesorar a Lavagna y Kirchner al respecto. El mismo consiste en que la participación a los acreedores por el aumento del PBI en cada año, no se pagará sobre el resultado de ese año, sino sobre el acumulado desde el 2003 en adelante. Razón por la que los pagos se incrementan velozmente en forma geométrica. Un disparate parecido a que una sociedad comercial distribuya todos los años, no un porcentaje sobre las utilidades de ese año, sino sobre la de todos los años anteriores. Este disparate evidencia que se trata del pago disimulado de una deuda pura y dura, y no una deuda contingente.

El otro pase de magia que favoreció los canjes del 2005 y 2010, fue la sustancial baja en la tasa de interés internacional que se produjo en ínterin. En el 2005 la tasa Libor cayó al 3,33 % anual, y actualmente está solo al 0,35 % anual. De forma tal que en la realidad lo que hicieron muy modosamente Lavagna y Kirchner, fue comprometerse a pagar sin quita el 100 % de la deuda, a largo plazo, a un módico interés internacional, que actualmente incluso resulta alto.

Simularon a la par para la tribuna, una quita que no fue tal; para disimular la gravísima defección administrativa y moral en la que incurrieron, al no investigar la naturaleza y legitimidad de la deuda. Cuestión sobre la que el bipartidismo de la UCR y el PJ parecen haber encerrado y sellado en una caja negra radiactiva, que ningún poder humano puede abrir.

La ingeniería financiera de una quita que no fue tal

Los números son aburridos, pero sirven para demostrar que dos más dos son cuatro; y evitar que a uno lo estafen, diciendo que da 3 o 5, o le vendan gato por liebre. La deuda en default se canjeo por bonos Par, sin quita; y por bonos Descuento, con una quita del 66,3 %. O sea al 33,7 % de su valor, siendo esta la quita de la que se jacta el kirchnerismo. Los bonos Par al momento de su emisión prometían pagar el 100 % del capital inicial, más 48 % de las ULPBI, más 104 % de intereses, a lo largo de un promedio de  30 años. O sea un total de 251% sobre un capital de 100, lo que significa un interés promedio del 5 % anual. Bastante más alto que la tasa Libor del 3,33 % anual de entonces.

A su vez los bonos Descuento al momento de su emisión prometían pagar en relación al valor 100 de los bonos en default, un capital de 33,7 %; más 48 por las ULPBI, mas 13,5 % de intereses capitalizados, más 79 % de intereses, en un plazo promedio de 25 años. O sea un total de 175 % sobre un capital de 100, lo que da una tasa promedio del 3 % anual. Como se emitieron 72 % en bonos Par, y 28 % en Bonos Descuento, la mezcla nos da que por cada 100 de bonos en default, se pagaran 196 % en un plazo promedio de 27,5 años. Lo que da una tasa de interés promedio del 3,5 % anual, equivalente a la Libor del año 2005, diez veces superior a la actual. ¿Y la quita de capital? Bien gracias.

El sociólogo José Ingenieros escribió un libro titulado “La simulación en la lucha por la vida”, y ahora bien podría escribirse otro titulado “La simulación en la quita de la deuda”. Lo que si debe reconocerse es que hubo una quita y periodo de gracia de dos años en los intereses. Los que previamente habían sido aumentados enormemente con los canjes, recanjes, y nuevas emisiones de deuda que se practicaron entre 1995 y el 2001. Que culminaron con el ruinoso megacanje de Cavallo de ese año, del que se dijo entonces que anunciaba el default, por el que está citado a juicio oral penal. Se podría decir entonces como síntesis, que los intereses que habían sido aumentados criminalmente por Cavallo y Marx y otros, fueron reducidos a niveles razonables por Lavagna y Kirchner. Nada más.

La quita de capital si resultó brutal en el canje de los bonos en poder de los jubilados, en manos de las AFJP. Las que recibieron bonos en pesos Cuasi Par atados al CER, con una quita del 30 %. Y luego otra quita adicional hasta la fecha del 33 %, como consecuencias de las mentiras del INDEC. Debiendo soportar además un económico interés del 3,31 % anual; encontrándose en estos momentos esos bonos en manos de la ANSES. Se cumplió así nuevamente el principio de la deuda, que dice que los primeros que la pagan son los jubilados.

Los canjes repetidos como farsa por el ministro Boudou

Paradojalmente, por efecto de la caída de tasa de interés, y otros detalles técnicos, hay casos puntuales en los cuales el canje de deuda no hubo quita, sino una mejora para los acreedores, cosa que el gobierno se encarga prolijamente de disimular. Como es el caso de determinados bonos atados a la tasa flotante Libor, que fueron reemplazados con bonos a tasa fija con mucho mayor interés. O el caso de los bonos Brady, que cuentan con una garantía colateral para el pago del capital, que se valorizó enormemente por la caída de la tasa internacional de interés.

Específicamente este es el caso del actual canje de los bonos Brady, implementado por el ministro Amado Boudou  y su secretario de Finanzas, émulo de Marx, Hernán Lorenzino. Quienes se cuidan mucho de decirle al público que este canje, al revés de la “doctrina Kirchner”, significa una mejora para los acreedores. Y no una quita, sino un aumento de deuda para el Estado, a quien le hubiese convenido seguir pagando la deuda en default.

Nuevamente los aburridos números nos cantan la verdad. Conforme el prospecto publicado por Economía, el deudor recibirá cash diez años antes de lo convenido, un pago de capital de nada menos que el 66 % del total de la deuda. Y por el saldo del 34 %, recibirá un menú de bonos Descuento, Globales, y ULPBI, que si los liquida de inmediato en el mercado, obtendrá otro 19 %. Totalizando de esta manera un valor cash del 84 % de la deuda. Si opta por mantener esos valores en cartera, cobrara finalmente importes por un 94 % de la deuda en default, más un 24 %  adicional en conceptos de intereses. Que harán que la operación en términos financieros sea sumamente ventajosa para el tenedor original de los bonos; especialmente si se trata de Bonos Brady Discount. Y máxime si adquirió los bonos Brady a los precios de ganga del default.

Haciendo honor al dicho de que el drama se repite luego como farsa, el ministro Amado Boudou en el 2009, canjeó bonos ajustados por CER, afectados por las mentiras del INDEC, por bonos a tasa flotante, en directo beneficio para sus tenedores y en perjuicio para el estado. Luego en el 2010, reabrió en términos escandalosos el canje de deuda del 2005, en beneficio de los  banqueros compinches que habían acaparado bonos en default a precio de ganga, y concretaron una fabulosa ganancia con ese pase de manos. Y de quienes en el 2005 se equivocaron al elegir bonos en pesos ajustables por el CER, y con el nuevo canje se los sacaron limpiamente de encima.

Ahora Boudou abrió el canje de los bonos Brady, para que esa ganancia se potencie extraordinariamente, incluso en beneficio de los tenedores originales de los bonos; al no efectivizarse en dicho canje quita alguna, sino una sustancial mejora para los acreedores. Al mismo tiempo que la información respecto todas estas operaciones se hundieron en una absoluta intransparencia, como nunca antes había existido en el ministerio de Economía, ni en los peores tiempos de Marx y Cavallo.

Esto estuvo acompañado de las onerosas recompras de deuda, previstas en el canje del 2005, equivalentes al pago de las ULPBI. Que podrían haberse destinados a otras necesidades mucho más urgentes que hay Argentina, en vez de hacer oscuros negocios con el Citibank.

Cabe entonces las preguntas de ¿para quién trabaja realmente Amado Boudou, y su secretario Lorenzino? ¿A favor de los banqueros, o de los argentinos? ¿Se trata de un converso del ultramonetarismo del CEMA y la UCEDE al peronismo? ¿O como Mariju Alsogaray, se trata de un infiltrado de estos en el gobierno, conscientemente consentido por este, para hacer buena letra ante los intereses financieros que dominan el mundo? Para de esta manera, como se verá más adelante, poder reiniciar un nuevo ciclo de endeudamiento externo.

Esta subrepticia misión explicaría el indecoroso y fanático ultraverticalismo que practica el mencionado ministro. Parecido al de los súper terroristas anarquistas rusos, que luego se comprobó eran los más fieles agentes del zar. Como lo hizo notar José Ingenieros, toda simulación requiere una sobreactuación, actitud que también distingue al kirchnerismo.

El error garrafal en el canje del 2005 y la “reestatización” de la deuda

Lo que no dice ni el informe de Economía, ni tampoco el contador Treber, es que la estrategia de la renegociación de la deuda de LavagnaKirchner en el 2005 fue absurdamente errada. Ya que el plan de sustentabilidad de ella, preveía que Argentina volvería inmediatamente a los mercados financieros internacionales, para poder hacer frente a los pagos. Algo tan torpe como incumplir y ofender al usurero, y pretender luego que este le vuelva a prestar.

Como esto lógicamente no sucedió -como era de prever incluso  por parte de un humilde almacenero- el kirchnerismo primero, entre el 2005 y el 2008, efectuó colocaciones de deuda con el gobierno de Venezuela, por un importe de 9.300 millones, equivalente al pago al FMI. A tasas cada vez más elevadas, hasta llegar a la colocación que hizo a mediados del 2008, a una tasa similar a la del megacanje de Cavallo y Marx, indicativa de que la cosa no iba más.

A la par con la complicidad del Banco Central, y los bancos Deustche, JP Morgan, y Citibank, entre 2006 y 2007, simuló colocaciones de deuda (Bonar V y VII) a través de estos bancos, por un importe de seis mil millones de dólares. Monto que en realidad, mediante triangulaciones, fue aportado por el Banco Central apelando a sus reservas. Razón por la que el Banco Central tiene en realidad seis mil millones de dólares menos en sus reservas, al haber sido sustituidas con inversiones derivadas de títulos públicos argentinos. 

Ante el agotamiento de esas modalidades, a continuación el gobierno se vio obligado a manotear cuanta caja y cajita encontró a su paso, apelando para ello a diversas argucias, revestidas de justicia social. Comenzó en la primavera del 2008, con la gran caja de las AFJP. Pese a que una de las clausulas implícitas pactada con los banqueros en el Canje del 2005, era que las AFJP no se tocaban. Luego la siguió con la ANSES, la Lotería Nacional, y la FFRE, AGP,  FGS, IAF,  INDER, INSSJP, SRT, etc. Correspondiendo estas siglas a distintos organismos oficiales relacionados con los ferrocarriles, puertos, jubilados, militares, seguros, obras sociales, riegos del trabajo, etc.

Finalmente, ante el agotamiento de estos recursos, al gobierno no le quedó otra en el año 2010, que manotear la gran caja del Banco Central. Lo que desencadenó la rebeldía y posterior renuncia del presidente del Banco Central Martín Redrado. Quién considero que su complicidad con el gobierno kirchnerista había llegado ya a un límite inaceptable. Que ponía en serio riesgo la estabilidad de la moneda, como más adelante se expone.

Esta modalidad de apelar a cualquier recurso para atender el pago de la deuda, como consecuencia de una renegociación de ella absolutamente opaca, improvisada, e irresponsable, se compadece con las declaraciones que efectuó la Sra. Presidenta ante un medio internacional, a quien aseguró que si era necesario vendería la Casa Rosada para cumplir con la deuda.

Esta actitud revela una empecinada voluntad de pago, a cualquier costo. Y también un notable autoritarismo financiero al servicio de la deuda; dado que en las facultades de la Presidenta, no está la de disponer de la Casa Rosada por motivo alguno, y menos para el pago de deudas. No obstante el gobierno efectuó notables inversiones destinadas a proteger, modernizar, y embellecer la Casa Rosada; como si quisiera aumentar el valor de venta de esta. Cuando debería haber destinado esos importes a paliar la afligente situación social, que se manifiesta en las personas sin hogar que pasan sus noches en las veredas aledañas a la Casa Rosada.

Como consecuencia de ese desesperado manoteo de cajas estatales por parte del gobierno, se puede ver en el informe de Economía de junio pasado, que el50 % de la deuda pública (78 mil millones de dólares) era con ¡“Agencias del Sector Publico”! nacional. Un disparate parecido a decir que el bolsillo derecho le debe al izquierdo, o que este es acreedor del derecho. Que en realidad como se verá, esconde una “estafa piramidal” parecida a la del judío norteamericano Madoff. Consistente en pagar a los viejos acreedores, con el aporte de los nuevos “acreedores”, cualquiera sea la naturaleza de estos.

Y esto a su vez pone de manifiesto, la intención de usar las cajas del Estado como un “crédito puente”, hasta tanto se pueda salir honorablemente de nuevo a los mercados de deuda externos. Una vez que se haya arreglado con el Club de Paris, y liquidado la deuda en default. Misión que parece haber sido encomendada al mediocre alumno del CEMA Amado Boudou

Otro 14 % de la deuda (22 mil millones de dólares) era con organismos multilaterales de crédito (FMI, BM, BID, etc). Y el restante 36 % de ella (55,5 millones de dólares) con el sector  privado. Monto que también excede largamente a los 44.560 millones de dólares anunciados por el profesor Treber como monto total de la deuda.

Las formas mutantes o proteicas de la deuda

Las consecuencias de este reestatizacion de la deuda, convirtiendo deuda externa e interna privada, en deuda interna intra sector público, es enorme. Al contrario de lo que sostiene el profesor Treber, de que la “enorme y traumática carga, que condicionaba el manejo de las grandes variables, ya no incide ni afecta la actividad”.

El revoleo financiero

Las previsiones del Presupuesto Nacional para el 2011, ponen claramente en evidencia que el problema de la deuda está lejos de haber terminado. En un festival de bonos, se prevén en él operaciones de crédito público, o sea colocación de deuda, por 160 mil millones de pesos. O sea 40 mil millones de dólares. Equivalente al 77 % del Presupuesto de la Administración Central,  que trepa a 197 mil millones de pesos. Se prevé además para el pago de los servicios de la deuda, 50 mil millones de pesos, incluyendo el pago a fines del año que viene de las ULPBI. Lo que representa ¡la cuarta parte! del Presupuesto de la Administración Central. Y una suma equivalente a los montos destinados al pago de los jubilados pertenecientes al régimen de reparto, a quienes el gobierno les negó el beneficio del 82 % móvil.

Cabe entonces el interrogante  ¿quién realmente soporta esa deuda interna intra sector público? Y el despejamiento del mismo nos lleva directamente a  las formas mutantes o proteicas de la deuda. Que cambia su apariencia como el camaleón, e incluso simula quitas, pero que de una u otra forma, ostensible o veladamente,  continua omnipresente.

El enorme pasivo con los jubilados

Desde los tiempos de Cavallo, los jubilados han sido los que han soportado el principal peso de la deuda. Como la punta de un iceberg, hoy este pasivo se manifiesta en los 400 mil juicios previsionales existentes que atiborran los tribunales, al punto de ponerlos en riesgos de colapsar físicamente. Razón por la que se decretó una feria judicial extraordinaria para ellos. Metáfora que muestra que los pasivos con los pasivos, son una enorme carga pasiva que puede hacer colapsar cualquier cosa.

Se estima que esos 400 mil juicios, reportarán sentencias promedios de cien mil pesos (25 mil dólares) cada una, los que en consecuencia arrojarán un monto de deuda de 10 mil millones de dólares. Pero si esas sentencias se hacen extensivas a todos los pasivos regulares,  que son más de cuatro millones, su monto treparía a los 100 mil millones de dólares. Esta es la razón por la que la ANSES apela, y apela las sentencias; y las vuelve a apelar, aunque este seguro de perderlas. Y luego además las ejecuta mal, para forzar así nuevos juicios y sus consecuentes rastra de apelaciones. Pese haber sido apercibido por la CIDH por la violación a los derechos humanos que esto representa.

Esto porque la ANSES no pretende ganar los juicios. Lejos de ello, lo que pretende es no hacer extensiva la jurisprudencia dictada en esos juicios perdidos, al resto de los jubilados, que aun no iniciaron demandas. Y desalentar además con la tardanza y aparente ausencia de los resultados de esas demandas, que mas jubilados se sumen a las demandas actuales. Y así se lleven a la tumba junto con ellos, ese pasivo de la deuda oculto.

El Banco Central y el dudoso valor de la moneda

Otros receptores de pasivos de la deuda, somos todos los argentinos, a través del Banco Central. Esto como consecuencia de la política de pagar deuda a la alemana post Primera Guerra Mundial, emitiendo pesos para comprar dólares, con total desprecio de la inflación que ello puede generar. Según el último balancete del Banco Central, entre títulos, letras, y adelantos transitorios, el Estado le debe al Banco Central 31 mil millones de dólares. A los que hay que sumarle los seis mil millones de las mencionadas colocaciones truchas de deuda, con la intervención de este banco. Lo que hace un total de deuda del Estado con el Banco Central de 37 mil millones de dólares.

A su vez el Banco Central entre letras, depósitos en moneda extranjera, y pases pasivos de cortísimo plazo, le debe al público otros 37 mil millones de dólares, cuando en el 2002 no tenía deuda alguna. Transfiriendo así enteramente la deuda del Estado para con él, al resto de sociedad. De esa manera las reservas brutas de Banco Central, de 51 mil millones de dólares, son reservas netas por solo 14 mil millones de dólares. Las que en tiempos de la contabilidad habrían significado un dólar a ¡10 pesos!

Si a las reservas netas del Banco Central les restamos los seis mil millones permutados por títulos de la deuda, en la convertibilidad esto habría significado un dólar a ¡17,50 pesos¡ Como se puede ver, el Banco Central esconde engaños muchos más graves que los del INDEC. Que atañen a todos los argentinos que cobramos, pagamos, y ahorramos en pesos.

En un corsi y ricorsi de la historia, hemos vuelto así al huevo de la serpiente donde se origino la deuda, en los tenebrosos tiempos de Martínez de Hoz. Quien se jactaba que el Banco Central tenía las reservas brutas más altas de la historia argentina, obtenidas mediante endeudamiento externo. Pese a que las reservas netas eran igual que hoy, cercanas a cero. Seguidamente las reservas se esfumaron, y así nos quedó enquistada una impagable deuda externa y eterna, que incidió ferozmente en la historia socioeconómica de nuestro país. De la cual en la década del ’90 se hizo cargo directamente el Estado, o sea todos los argentinos. Al mismo tiempo que se le prohibió al Banco Central endeudarse nuevamente, para que no volviera a las andadas; camino que hoy nuevamente transitamos.

Actualmente los sojadólares que obtiene con abundancia el país, de cuyo saldo todos los años se fuga la mitad (razón por la que en vez de 50 mil millones de dólares de reserva, deberían haber 114 mil millones, al haberse fugado desde el 2003 hasta la fecha 64 mil millones de dólares) le dan una supuesta apariencia de solidez al Banco Central. Ayudado también, como en las postrimerías de la convertibilidad, por el tipo de cambio notablemente bajo de Brasil, nuestro principal socio comercial, que hace que nuestro tipo de cambio aún parezca competitivo.

No obstante el Banco Central, al haber quemado ya todos sus cartuchos financieros, se ha vuelto un adicto dependiente a la cosecha anual de soja. En un marco de cambio climático de alto riesgo, con el fenómeno de “la Niña” cada vez más frecuente, que en consecuencia, con una sequia similar a la de la campaña agrícola del 2008-2009, nos puede deparar a los argentinos en cualquier momento, un escenario con corridas bancarias y picos inflacionarios, demasiado conocido por todos nosotros. Riesgo que no parece haber sido percibido por el profesor Treber.

Breve historia de la destructiva deuda externa, que ha vuelto a comenzar

Bíblicamente, en un principio la deuda externa con los bancos privados internacionales, no era pública. Era de empresas públicas que fueron obligadas por Martínez de Hoz a endeudarse con esos bancos, y entregar las divisas obtenidas al Banco Central; y de empresas privadas que por su cuenta hicieron otro tanto. Luego las divisas del Banco Central se evaporaron, a la par del crac bancario del año 1980, y seguidamente el Banco Central se hizo cargo de esas deudas con los bancos internacionales. Siendo estos eventos en definitiva, la causa última de las hiperinflaciones que asolaron a Argentina entre 1980 y 1990.

Con el Plan Brady de 1990, el Estado se hizo cargo de esas deudas, liberando al Banco Central, y las empresas públicas de ellas. Delegando la consolidación de las mismas, nada menos que en el Citibank, el principal artífice de la deuda. Y en pago parcial de esta, privatizó las empresas públicas y los fondos jubilatorios. Y además emitió títulos de deuda, que los bancos acreedores se encargaron de diseminar por todo el mundo.

Según Cavallo y Marx, con esas medidas la deuda supuestamente quedaba arreglada para siempre. A costa de la extranjerización de los bienes públicos de todos los argentinos, como si hubiésemos perdido una guerra. Y a costa de los jubilados, que vieron reducidas a un mínimo sus jubilaciones; como consecuencia del desvío de los aportes previsionales a las privatizadas AFJP. Agravado esto con la merma de los aportes patronales que dispuso Cavallo, con la finalidad de mejorar la competitividad de la industria, aquejada por el tipo de cambio bajo de la convertibilidad. Ese inmoral arreglo de la deuda, cuya imagen más patética fue Norma Pla, violó así la regla fundamental de la humanidad, de honrar a los antepasados.

Pero seguidamente el sostenimiento de una convertibilidad insustentable, diseñada exclusivamente para favorecer la expatriación de las enormes ganancias de las  empresas privatizadas a cambio de deuda, demandó una nueva ola de endeudamiento. Que fue solventada con la emisión de nuevos bonos, colocados a los jubilados a través de las AFJP, o diseminados por todo el mundo. Al que se sumo el endeudamiento cuasi criminal de las provincias; efectuado de manera similar al que se hizo con las empresas del estado, en los tiempos de Martínez de Hoz.

Como eso no fue suficiente, seguidamente entre 1995 y el 2001 se concretaron sucesivos canjes, que culminaron en el megacanje del 2001, con tasas y costos cada vez más desorbitados. Que anunciaban un próximo default. En esta instancia los bancos internacionales, con el Citibank y el Chase JP Morgan a la cabeza, concretaron un auto salvataje. Consistente en internalizar los bonos de la deuda que tenían en el extranjero, sustituir con ellos las reservas financieras de los bancos argentinos, y alzarse con estas. De esta manera buena parte de esa deuda, pasaron a detentarla compulsivamente, contra su voluntad, los ahorristas de los bancos acorralados en el “corralito”.

A la par los bancos zafaron del default, al convertir la deuda en bonos que habían internalizado, en “Préstamos Garantizados” con el impuesto al cheque. Y además por imposición del FMI, fueron compensados integralmente por el Estado, para que sus balances no contabilizaran pérdidas. Y como si eso no fuera suficiente, por imposición del FMI el valiente Congreso argentino, derogó la ley de subversión económica que mandaba directamente en cana a los banqueros.

Entre el 2001 y el 2003, gracias al bipartidismo de De la Rua y Duhalde, Argentina se convirtió en el Far West financiero. Que luego se hizo extensivo a todo el mundo; pero nunca con la absoluta impunidad con la que asoló a Argentina. Esta salida de la convertibilidad por efecto de una deuda insostenible, deparó un nuevo evento hiperinflacionario, cuyas secuelas persisten; y la virtual destrucción del sistema financiero argentino, que perdió toda credibilidad ante la sociedad.

Finalmente, ante la insustentabilidad del arreglo de la deuda concretado por Lavagna y Kirchner en el 2005, parte de la deuda pasó nuevamente a  los jubilados de la ANSES. Y como era en un principio, también al Banco Central. Así la historia de la deuda, en cuyo curso destruyó y corrompió todo lo que encontró a su paso -la política, las finanzas, la moneda, la economía, la equidad y la solidaridad social- peligrosamente ha vuelto a comenzar en un peldaño más abajo.

La cuestión social, la deuda interna, y las mentiras del INDEC.

La otra forma mutante o proteica de la deuda, es la “deuda interna”, que en estos días se puso brutalmente de manifiesto con los hechos de Lugano y Villa Soldati. Como si lo que estaba oculto por las mentiras del INDEC, respecto la cuantía de pobres, indigentes, y excluidos, hubiese estallado a la vista de todos. En forma coincidente con el regreso de las misiones del FMI. Esta vez con el argumento de ayudarnos a mejorar las estadísticas, que en Argentina grotescamente a la vista de todos, se han convertido en “mentirísticas”.

No es casual que estas “mentirísticas” hayan comenzado inmediatamente después de haberse destinado ingentes recursos para pagar cash la deuda con el FMI; cuando debieron haberse destinado a paliar necesidades económicas y sociales mucho más perentorias y urgentes; que hoy muestran toda su magnitud.

Con la falsificación del índice de costo de vida del INDEC, se pintó una situación socioeconómica inexistente. Ayudada por los relevamientos de empleo del INDEC, que desde los tiempos de Cavallo se manipularon para tratar de encontrar un ocupado hasta debajo de las piedras; transformando a un desempleado en un subempleado, y a un subempleado en un empleado. Con total prescindencia si se tratan de seudos empleos; o de empleos basura que según las mismas estadísticas, alcanzan a la mitad de la población ocupada.

La mentira respecto la inflación, permitió también inflar el crecimiento de la economía, conforme lo han puesto en evidencia distintos economistas. Se compensó así a los banqueros por las pérdidas con los bonos atados al CER (que muy oportunamente fueron reemplazados por bonos a tasa flotante de interés) con los bonos atados al PBI.

Además, por las dudas, tanto el gobierno como el profesor Treber se encargan de contrastar la situación socioeconómica actual, con la del fondo del abismo en el que caímos en el 2002; y no con las situaciones socioeconómicas previas. Y menos aún con las existentes antes del aciago año de 1975, cuando Argentina emprendió su interminable debacle que parece aun no haber concluido.

Para el actual gobierno, las estadísticas dejaron de ser así una herramienta para el análisis y diagnóstico de la realidad, para pasar a ser un engañoso recurso de márquetin y propaganda. Con el mismo alcance que las encuestas truchas que se cocinan “conjunta y sincronizadamente” en la quinta presidencial de Olivos, con el puñado de encuestadoras puestas al servicio del gobierno, que incurren en parecidas felonías a las del INDEC. Pero lo peor de las mentiras, es que llevan al engaño a quién las dice; y así el gobierno en los últimos acontecimientos pareció como hundido en una nube de… Úbeda, de la que solo reaccionó a medias.

Los sucesos de Villa Soldati que mostraron la realidad

A través de la televisión los argentinos presenciamos una alucinante guerra de pobres contra excluidos, en una zona previamente “liberada” por la policía. Por un lado (más allá de las teorías conspirativas) habitantes de villas miserias, que con sus chozas y carpas brindaban una postal de refugiados  africanos, dispuestos a dejarse matar para ocupar un área de 10 por 10 metros de tierra. Cuando en Argentina hay inmensos espacios vacios, y latifundistas que detentan superficies de tierra hasta seis mil millones de veces superiores (600 mil hectáreas). Y por el otro lado integrantes de la clase media baja porteña, que vive hacinada en los monoblocks de Lugano; donde por falta de recursos, viviendas, y créditos hipotecarios, conviven esforzadamente abuelos, padres, y nietos.

La reacción violenta de estos últimos, además de la defensa de un parque que no merecía el nombre de tal; parecía también motivada en la indignación que les provocaba que se les facilitara gratuitamente a sus contrincantes, lo que ellos no pueden obtener. Y por un racismo y discriminación por parte de hijos de inmigrantes europeos, hacia los antiguos habitantes de estas tierras, que migrando internamente vienen supuestamente a desplazarlos de sus trabajos.

Finalmente, tras varios muertos, y varios días de absurda inacción por parte del gobierno nacional y de la ciudad autónoma, se desplegó entre ambos bandos un ostentoso cordón de gendarmes, como si se tratara de una fuerza de intervención de la ONU. La gendarmería es una fuerza que tiene por misión cuidar las fronteras, las que como consecuencia del fenómeno de la deuda parecen haberse achicado de tal manera, que ahora están ubicadas en la capital de los argentinos.

Otros aspectos que los sucesos de Villa Soldati pusieron en evidencia

Esos hechos no solo mostraron la absurda ausencia del ejercicio del poder de policía. Mostraron también la total carencia de capacidad y de políticas migratorias, de infraestructura, y de población, para orientar los flujos migratorios provenientes de poblaciones sumamente laboriosas, hacia los enormes espacios vacios que nuestro país detenta, codiciados en un mundo superpoblado.

Mostraron también la inexistencia de un sistema financiero, capacitado para dar créditos hipotecarios y a la producción a largo plazo, y a costos asequibles. Como consecuencia de la enorme desconfianza hacia los bancos, que quedó en los argentinos, tras las sucesivas crisis bancarias con las que fuimos despojados de nuestros ahorros, desde 1980 en adelante. Perpetradas todas ellas en torno de las maniobras de la deuda, que alcanzaron su colofón final, con la catástrofe del 2001. La Memoria, Verdad y Justicia, para que ello nunca más vuelva a ocurrir, es lo único que puede restablecer en los argentinos, la confianza hacia su sistema financiero.

El profesor Treber no parece haber advertido esta destrucción del sistema financiero (que es esencial en toda economía monetaria) como consecuencia del fenómeno de la deuda. El cual, como resultado de sus brutales ilícitos e inconductas a lo largo de treinta años, para lo que contó con la total complicidad del Banco Central, ha quedado reducido actualmente a un ridículo 25 % del PBI. Y se dedica a lucrar exclusivamente con comisiones, tarjetas de crédito, créditos al consumo a tasas usurarias, o con financieras paralelas.

A la par existen ahorros fugados al exterior o bajo el colchón de los argentinos, por la mitad del PBI (150 mil millones de dólares). Que si estuvieran girando en el circuito bancario, se verían multiplicados por cinco o diez veces, e irrigarían a toda la sociedad.

Como toda causa que se ramifica en sus efectos, el rechazo de los argentinos a llevar sus ahorros a los bancos, y su preferencia a invertirlos en ladrillos, ha conllevado un inusitado encarecimiento de las viviendas y los materiales de construcción, que desde la convertibilidad hasta ahora,  han aumentado diez veces sus precios. Agravando así, junto con la inexistencia del crédito hipotecario, el gravísimo problema de la vivienda, que en Villa Soldati estalló a la vista de todos.

Esos hechos mostraron también las consecuencias de las políticas codiciosas de las constructoras compinches del gobierno, ante el boom de la construcción. Que alientan la importación de mano de obra barata, laboriosa, y dócil del exterior. Para bajar sus costos en las obras faraónicas y de altísima gama que construyen alrededor del macrocéfalo puerto, en la zona más densamente poblada del país. Agravan así los problemas de infraestructura y población; y sobre todo los de desigualdad e inequidad social, con todas las consecuencias que ello reporta en la seguridad ciudadana.

La contrapartida de la deuda: la rumbosa prosperidad de las privatizadas

Como contrapartida a estas secuelas desastrosas de la deuda,  nos encontramos con el rumboso panorama de las empresas estatales privatizadas; que Menem con el Plan Brady rifó, a cambio de supuestamente extinguir el problema de la deuda. La que empero, tal como lo describe el profesor Treber en su nota, siguió creciendo estruendosamente. En ese marco recientemente la petrolera china CNOOC compro el 50 % de la petrolera Bridas a los Bulgheroni, en 3.100 millones de dólares. Y entre ambas acaban de comprar a la inglesa BP su parte en Pan American, la segunda petrolera argentina, en 7.100 millones de dólares.

A su vez la petrolera china Sinopec, compró la filial argentina de Occidental Petroleum en 2.450 millones. Pero de esta danza de 12.650 millones de dólares en torno de yacimientos que eran propiedad de la estatal YPF, no quedó en Argentina ni para el sellado. Dado que todas esas transacciones fueron concretadas en el exterior, y sin ninguna intervención del estado argentino. Pese que esos bienes están hundidos en el suelo y subsuelo argentino, y supuestamente son propiedad de las provincias argentinas.

Sus gobernantes de dudosa calidad intelectual, y menos aún moral, acaban de prorrogar esas concesiones por hasta 40 años más, sin recibir nada a cambio. Habiendo sido empero estas prorrogas gratuitas -que en Argentina tienen como contraprestación, un sobre pasado bajo la mesa, o un depósito en una cuenta en el extranjero- las que permitieron esas formidables transacciones billonarias en el exterior.

Por su parte YPF acaba de anunciar el descubrimiento de entre 125 y 550 mil millones de metros cúbicos de gas no convencional, en el mismo yacimiento de Loma de la Lata que explota desde hace tantos años. Los que valorizados por el precio de su importación desde Bolivia, representan un monto de entre 55 y 155 mil millones de dólares.

Y también la ex estatal YPF nos anunció, que si los argentinos queremos usufructuar de ese gas, debemos pagarlo como si fuera de importación. O sea quince veces más en dólares de lo que costaba durante la convertibilidad. Y además las ganancias de ello, no quedarán en Argentina, porque se las llevara sustancialmente la española Repsol. Parece un negocio demasiado bobo para los argentinos, el pagar el gas propio, como si fuera importado; y quedarse además sin el gas propio, y sin las ganancias de este.

Además YPF anunció que sus ganancias netas declaradas en Argentina, serán este año un 120 % superiores a las del año pasado, trepando a  más  de seis mil millones de pesos. Una cifra equivalente al 60 % de los dineros que se destinan desde este año al ingreso universal a la niñez. Esta es otra de las consecuencias de la deuda, que el profesor Treber no parece haber advertido.

Por su parte las telefónicas privatizadas, que operan ahora bajo el monopolio de Telefónica de España, tendrán este año ingresos por 40 mil millones de pesos (10 mil millones de dólares) y ganancias brutas declaradas que se llevarán al exterior, por 14 millones de pesos (3.500 millones de dólares) recolectada moneda a moneda de los bolsillos de todos los argentinos, sin distinción de clase. Como un tributo colonial sobre las comunicaciones, que antes la “madre patria” nos lo cobraba sobre la sal. 

Todos estos negocios multinacionales están dinamizados por empresarios seudo argentinos (Bulgheroni, Rocca, Pérez Companc, Macri, Soldati, Eskenazi, Werthein) quienes sin embargo tienen sus empresas holdings radicadas en paraísos fiscales del exterior. Y antes de la última dictadura  militar, eran empresarios advenedizos de tercer o cuarto orden, o simplemente gerentes de multinacionales, como es el caso de Eskenazi.

Este último, gracias a su íntima amistad con los Kirchners, pasó en dos décadas de gerente de una constructora de segundo orden venida a menos, a socio único de Repsol en YPF; además de detentar la propiedad de varios bancos y otros múltiples emprendimientos. Y su función, igual que la de sus otros colegas empresarios, no es representar los intereses argentinos en REPSOL YPF, sino a la inversa, hacer de lobista de REPSOL, ante los gobiernos nacional y provinciales de Argentina.

En un feroz proceso de transferencia de ingresos llevado a cabo en los últimos treinta y cinco años, estos conspicuos emprendedores, a fuerza de vaciamientos bancarios, ilícitos financieros, contrataciones truchas con el estado, estatizaciones de deuda privada, y privatizaciones truchas; se quedaron con lo que pertenecía a todos los argentinos, mientras que muchísimos argentinos se quedaron en la nada.

Conclusión: el problema de la deuda requiere un sinceramiento brutal

Por último, con todo el respeto que merece como persona, no se puede dejar de puntualizar que el contador Treber está especialmente descalificado para verter opinión alguna respecto la cuestión de la deuda. Durante la presidencia de Alfonsín, Treber se desempeñó como asesor y director del Banco Central, entre 1983 y 1986. En momentos álgidos en que la deuda externa trucha privada, se convirtió y aceptó como deuda externa pública legitima.

El mismo Treber reconoce en su nota, que un informe “lapidario” del Banco Mundial de 1983 advertía que, “no menos de 28 mil millones de dólares se contrajeron sin necesidad y solo sirvieron para facilitar la salida de utilidades convertidas previamente en divisas, en especial del sector financiero”. El mismo que acababa de quebrar. En los inicios de nuestra democracia renga, ese fue el núcleo de la bola de nieve de la deuda, que a continuación arrasó con la política, la economía, y la sociedad argentina.

En esa ocasión el profesor Treber tuvo la oportunidad de hablar, y se calló. Por eso ante el tenor de su nota engañosa, mejor que permanezca callado. Salvo que se anime a hablar con la verdad, y reconocer su injerencia personal en esos asuntos, y sus yerros. A ojos vista la cuestión de la deuda requiere de un sinceramiento brutal en todos los órdenes, que está lejos de poder ser encarado por los mismos protagonistas que en el pasado intervinieron en ella, y que en vez de esclarecer el problema, parecen querer ocultarlo.

“Al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”, fue la sagaz respuesta que dio Jesús (para muchos el hijo de Dios, para otros un gran profeta, y para el resto un sabio iluminado) a un adversario que quería hacerle pisar el palito frente al dilema de cumplir con el pago del tributo imperial a Roma. O cumplir con los preceptos de la religión hebraica.

Mutatis mutandi, en las democracias modernas sojuzgadas por un imperialismo financiero que ha asolado al mundo, el dicho sería “al banquero lo que es de los bancos, y al pueblo lo que es del pueblo”. Dicho que tanto el ex presidente Kirchner como el contador Treber incumplieron acabadamente,  al dar, o tratar de defender engañosamente, que a los bancos se les de lo que es del pueblo.-

* Javier Llorens

Coautor junto con Mario Cafiero de “La Argentina robada” Editorial Macchi

Diciembre 2010

La voz del interior

0/12/2010

Opinión - Deuda externa - Kirchner

Al César lo que es del César

La deuda es de U$S 44.560 millones. Lo que antes era una enorme y traumática carga, que condicionaba el manejo de las grandes variables, ya no incide ni afecta la actividad.

Salvador Treber *

La personalidad del fallecido ex presidente Néstor Kirchner era de las que generan adhesiones y enconos. Temperamental, impulsivo, hiperactivo, directo y, a veces, bastante agresivo en sus expresiones, Kirchner defendía con pasión sus convicciones y no cesaba ante los obstáculos para llevarlas adelante.

No es todavía el momento oportuno para discutir –con serenidad y despojados de parcialidad– lo que ha significado su gestión en forma global y extraer conclusiones objetivas sobre lo que dejó.

Lo cierto es que en los cuatro años de su mandato (2003-07), el Producto Interno Bruto (PIB) creció en forma acumulada nada menos que 52 por ciento, que, además de recuperar una caída previa de 20,9 por ciento del trienio 1999-2002, permitió comenzar a escalar a un ritmo tal como nunca había sucedido. Traducido a números, ese fuerte envión, que aún perdura, se refleja en que en los últimos ocho años hubo una expansión de la economía de 89,6 por ciento, desconocida en los últimos 100 años.

Para unos, en elevado grado, es un mérito incuestionable de la conducción gubernamental que imprimió su impulso; para otros, apenas efectos inducidos y generados por un favorable “viento de cola” –tanto en cuantía como en precios– que han beneficiado circunstancialmente la colocación de nuestros excedentes exportables.

En evaluaciones notoriamente divergentes no sólo gravitan factores de concreta medición, sino, muy especialmente, subjetivos y emocionales, sobre cuya posible certeza tampoco es tiempo para dilucidar cuál es el enfoque más cerca de la verdad.

Deuda externa. En cambio, en la evolución registrada en materia de deuda externa no cabe duda de que ha tenido un protagonismo decisivo. Los resultados y la modalidad con que se manejó en esa crucial emergencia, que jaqueaba la marcha de toda la economía, fueron un éxito total.

Para advertirlo, cabe revisar la historia de su piramidal incremento entre 1976 y 2005. La misma comienza a elevarse velozmente en los más de siete años del proceso militar de 1976 a 1983, al pasar de 7.800 millones a 43.500 millones de dólares, es decir, multiplicándose casi por seis. Sobre ese período, el anuario 1983 del Banco Mundial emite un juicio lapidario: no menos de 28 mil millones se contrajeron sin necesidad alguna y sólo sirvieron para facilitar la salida de utilidades convertidas previamente en divisas, en especial del sector financiero.

Durante el gobierno de Raúl Alfonsín (diciembre de 1983-mayo de 1989), la precitada cifra subió a 57.500 millones, que implica un ascenso de más de 30 por ciento, sustentado en la capitalización parcial de intereses que no se pudieron pagar en cada ejercicio fiscal debido a las altas tasas internacionales, que llegaron a 20 por ciento anual.

Pero el “salto” más espectacular de la deuda externa pública se verificó en los 10 años y medio de la administración de Carlos Menem. En 2000, pese a haberse vendido las principales empresas del Estado al capital privado para amortizarla, alcanzaba la astronómica cifra de 124.500 millones, o sea, un insólito incremento de 116,5 por ciento.

La creación de las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones, hacia las cuales se desviaron los ingresos provenientes de los aportes de los afiliados, lo cual desfinanció al sistema público, fue compensada tomando créditos externos por 40 mil millones. Otro tanto se convino para cubrir el déficit de las cuentas externas, con fuertes desequilibrios debido a la vigencia del “uno a uno” o “convertibilidad”, que estimulaba todo tipo de importaciones.

La herencia recibida. Las cinco fugaces presidencias que se sucedieron luego hasta mayo de 2003 tomaron 28.500 millones adicionales a cualquier costo, con lo cual se llegó en 2004 al tope máximo de 152.992 millones. Esa era la situación cuando asumió Néstor Kirchner, con el agravante que uno de sus antecesores –que ocupó el sillón de Rivadavia sólo siete días–, en forma solemne y tono triunfal, proclamó ante la Asamblea Legislativa el default . Ese acto, que su desinformación técnica e ingenuidad provinciana no alcanzaron a medir, implicaba un audaz desafío al poder financiero internacional, el cual nunca habría de perdonarnos.

No obstante, mediante una audaz operación, Kirchner logró la renovación de la deuda con una quita del 67,5 por ciento sobre los importes adeudados, aunque respetó en su totalidad la de los créditos provenientes de organismos y asociaciones internacionales. Ese elevado porcentaje de rebaja es, por mucho, el más alto logrado en la historia financiera del mundo, ya que en los demás antecedentes no se pudo llegar ni a la mitad de esa quita.

A ello se debe agregar la cancelación total, en un solo pago, de lo adeudado al Fondo Monetario Internacional (FMI) –9.850 millones–, que se concretó utilizando reservas extraídas del Banco Central, con lo que se buscó evitar en el futuro la imposición de programas recesivos por parte del organismo.

De esa forma comenzó el ejercicio 2006, acotando la deuda pública en moneda extranjera a 68.500 millones, mientras la contraída por el sector privado se ubicaba alrededor de los 55 mil millones. Es evidente que desde ese momento empezó una nueva etapa, sin grandes problemas en ese aspecto y con decrecientes tensiones, libres de las habituales asfixias que habían hecho muy problemático programar o proyectar la economía y la consolidación de las empresas.

En la actualidad, asciende sólo a 44.560 millones de dólares. Lo que antes era una enorme y traumática carga, que condicionaba el manejo de las grandes variables, ya no incide ni afecta la actividad, sustentando las expectativas de expansión para los años futuros.

Y esto ha tenido como cerebro y ejecutor a Néstor Kirchner, que sólo por ello se ganó una página en la historia grande del país. Al César, lo que es del César.

*Profesor de posgrado de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC