miércoles, 17 de noviembre de 2010

3 DE DICIEMBRE: HOMENAJE A SEINELDIN

Seineldin

Los participantes, militares y civiles, del Pronunciamiento militar del 3 de Diciembre de 1990 y nuestras familias, invitamos por este medio, a los compatriotas que nos quieran acompañar, al acto recordatorio que se llevará a cabo en el cementerio de La Chacarita frente al panteón que guarda los restos de nuestro líder el señor coronel Mohamed Alí Seineldín, el próximo 3 de Diciembre de 2010 a las 11hs.

¡Por Dios y por la Patria!

Comisión Acto Recordatorio del 3 de Diciembre de 1990

LA VUELTA DE OBLIGADO

Vuelta de Obligado

Por Antonio Caponnetto

Este 20 de noviembre del 2010 se cumplen 165 años de la batalla de la Vuelta de Obligado. La gloriosa y memorable fecha no les pertenece a quienes hoy oficialmente la festejan. Tampoco al partido que representan, ni a los agentes regiminosos que alrededor de ese partido medran y lucran corruptamente. Rosas no admite comparación con sus ídolos populistas, ni cuadra su presencia en ninguna galería de próceres latinoamericanos, a más de uno de los cuales hubiera lanceado a campo traviesa.

Las celebraciones gubernamentales son ultraje y mentira. El Rosas que reivindican no existió. El Rosas que existió los habría fusilado.

Nada de esto ya importa. Vencedor del tiempo y del espacio –como los héroes genuinos- los argentinos cabales rinden tributo a su memoria, a quienes cayeron en la Vuelta de Obligado, y a quienes –cuando hacerlo supuso riesgos fieros- reivindicaron la verdadera talla del Ilustre Restaurador de las Leyes.

Quieran hacer justicia los versos que enhebramos:

Ni cuzcos ladradores ni doctores me traigan,

ni tibios lomos negros de chiripá o levita,

que no vengan logistas a hollar estas barrancas,

donde el duelo y la sangre supieron darse cita.

Auséntense los torvos, cismáticos o flojos,

espadas sin cabeza, sin blasón ni coraje,

esta Vuelta del río reclama en sus orillas

la vieja aristocracia del sufrido gauchaje.

Ninguna voz rendida se escuche en el remanso

del Paraná poblado de recuerdos fecundos,

ninguno se presente de los que han hocicado,

una vez y por siempre los he llamado inmundos.

Que no lleguen tampoco los que enturbiaron nombres

de patriadas antiguas galopando en montón,

ni los profanadores de la historia se acerquen,

sólo quiero a los fieles de la Federación.

¡Encadene el oleaje, mi General Mansilla,

atenace torrentes, eslabone los vientos,

que silven los boyeros, y en las cañas tacuaras

flameen los pendones amarrados con tientos!

¡Usted, Coronel Thorne, desenvaine cañones,

camarada Quiroga: honre al padre que hereda,

Capitán Tomás Craig, ancle el buque al pellejo

y usted, Ramón Rodríguez, con su furia proceda!

Si la tierra trepida sabrán los extranjeros,

que las almas batallan con leal veteranía

invisible y perenne como un yelmo de plata

como ajorca que enlaza la fiel soberanía.

Comandante Barreda, Artillero Palacios,

alumbren las estrellas de este patrio noviembre,

y en el último ataque que cada puño sea

la semilla que labre, que coseche y que siembre.

Nada importa esta tarde que la proa invasora

nos aventaje en fuego de metrallas filosas,

mis mazorqueros tienen bayonetas caladas

y me sigo llamando Don Juan Manuel de Rosas.

Resistí a los falsarios, la conjura de escribas,

en mil páginas negras que fraguó belcebú,

venceré a los que intenten torcer mi empuñadura,

yo soy el heredero del sable de Maipú.

Mañana cuando lleguen las horas más aciagas,

aunque ni un ceibo quede en mi pampa plantado,

Señor, se alce una boca para gritar de nuevo:

No han de pasar por esta Vuelta de Obligado.

¿PARA CUANDO EL PLAN DE DESARROLLO?

Alberto_Asseff

Por Alberto Asseff

Un concepto de Talleyrand a Napoleón: "Su Excelencia, esto no es un crimen. Es peor, es un gran error". Nuestra política comete varios crímenes, dicho con mucho horror y sin ningún rubor porque a estas realidades es ineludible no encubrirlas. Empero, la cuestión es aún más gravosa. Cuando no incurre en delitos, cae en gravísimos errores.

Es un inexcusable yerro que sigamos sin un Plan Estratégico de Desarrollo. Somos un país que se excede en recurrir a "papá Estado", pero inconcebible y contradictoriamente desde ese padre no descienden señales orientadoras para nuestro desenvolvimiento programado, pensado.

Todos los países requieren del pensamiento estratégico. No interesan las posturas ideológicas. Los liberales también planifican el porvenir. La diferencia es que ellos reconocen en el Estado a un socio no todopoderoso y a su vez éste acepta que el papel de la iniciativa privada es imprescindible. Pero los dos juntos programan el camino.

Nosotros estamos en el escenario más incómodo: tendencia irrefrenable al viejo estatismo, pero el Estado continúa, a pesar de que engorda, cada día pensando menos y dirigiendo poco.

Está claro que con una política que se agota en las expectativas y pujas electorales y que se revuelve en un internismo interminable y patológico, es imposible reformar al Estado y otorgarle funcionalidad a partir de atender a su cerebro, ese que parece, alarmantemente, ausente. Este Estado es el reflejo de esta política. Son inescindibles.

Como dicen en España, la política nuestra está fuera de tiesto. Mientras la ciudadanía vive azorada por la criminalidad común, la política prosigue el debate sobre las garantías, la policía y demás. Rechazan liminarmente la ley y el orden sin comprender que sin ellos no hay solución para la convivencia argentina. En materia económica, es notoria la oportunidad: el siglo asiático - este s.XXI - quiere comer y tiene para pagar. Además, los problemas ambientales - incluyendo el amenazante cambio climático -, la escasez de agua dulce, la carencia de espacios verdes y productivos y la superpoblación causan correlativas ventajas para nuestro país. Cuidando el equilibrio ambiental, el agua, los bosques, los suelos y poniendo plan y sensatez en nuestro proceso de urbanismo, la Argentina puede emerger, promediando este siglo, como el país de la esperanza. Y erigirse en mentora de las mutaciones que exige el mundo.

Tenemos todo lo que el planeta necesita y carecemos de casi todo lo que a él le molesta o le sobra. Dicho, quizás, con la exageración que autoriza nuestra ansiedad para que no se nos escurra esta situación conveniente.

Empero, existe algo que conspira hondamente contra nuestros intereses nacionales: no somos capaces de prever a mediano plazo. ¡Ni hablar del largo! Si obráramos con larga visión licuaríamos esos enfermantes vaivenes que nos embargan.

Los iroqueses, habitantes de la región lacustre del Canadá, tenían la peculiaridad de adoptar decisiones pensadas para siete generaciones posteriores. ¡Cuánta sabiduría! ¡Qué envidia!

China se caracteriza por ese atributo de los iroqueses al que une la paciencia, otra formidable virtud. Da la sensación de que Brasil anda por ese rumbo como lo explicaría ese concepto acuñado por Itamarati: "con la Argentina, paciencia estratégica". Con esa conducta sofrenan las retaliaciones de la industria paulista frente a las medidas proteccionistas aisladas y fuera de un plan que se adoptan acá.

La política debe ser construcción del futuro. Nosotros adolecemos de política conforme esa definición. A lo mejor tenemos militancia - muchas veces nutrida por las cajas del Estado...-, pero lo que rigurosamente se llama y es política nos falta a luces vistas.

Cuando existe política genuina y proficua - la que abre el rumbo hacia adelante - siempre se halla su guía, esto es la geopolítica y sus parientes de primer grado, la geoestrategia y la geoeconomía.

La política actuando en el espacio geográfico, trazando líneas directrices a largo plazo y planificando el desarrollo económico-social. Es a todo esto a lo que me refiero.

Todos los días se producen reuniones en los diversos ámbitos. ¿Por qué no se organiza de una vez por todas el famoso Consejo Económico y Social como gran foro para el consenso sobre prioridades de inversión, salarios, incentivos tributarios, integración demográfica y territorial ? ¿Por qué no pensar en ese sitio de convergencia cómo queremos que se desarrolle nuestra sociedad?

Hablé hace un tiempo de "crecimiento sin desarrollo". Flagrantemente es lo que hoy nos pasa. Porque paralelamente con el incremento innegable del consumo y con el relativo equilibrio de las cuentas fiscales - que es frágil, al punto que depende de lo que haga Dilma Rousseff con el real a partir de enero - aparecen factores perversos como la droga, la criminalidad, la conflictividad, la fragmentación, la violencia social, entre otros.

Estamos pagando altísimo precio por la adolescencia de un Plan Nacional de Desarrollo Estratégico, al que concibo como orientativo y no imperativo. El buen Estado tiene instrumentos para inducir sin imponer. Un costo es la inflación: el desarrollo sostenido y sólido inhuma esa falacia de que se necesita inflación para fogonear la economía.

No podemos persistir en la inacción ante el urbanismo desordenado que data de más de medio siglo. Ese proceso anárquico es fuente de muchas de las lacras sociales y económicas que nos afectan, incluida la inseguridad. Sólo un Plan de Desarrollo puede enmendar esta falsa escuadra en la que nos movemos.

Nadie habla de una política demográfica, pero es una de las mayores exigencias de este momento histórico.

El pensamiento estratégico posee la virtud de estudiar sesudamente - ¡sí, con seso...! - capacidades y vulnerabilidades del país, determinar cuáles son los pasos para integrar el proceso industrial y tecnológico y cómo asociar más estrechamente a la universidad como formadora de los dirigentes y del conocimiento con la actividad económica. Esas estrategias también marcarán las líneas de la política exterior para que ésta acompañe la apertura de los mercados y les dé certeza.

El Plan abarca - en rigor, es su sustento - lo cultural. Si la Argentina no recupera su autoestima es poco o nulo lo que podremos forjar colectivamente. Autoestima no es conformismo ni vanidad. Es sencillamente, tenernos amor, algo esencialmente sano. Con ese amor por nosotros mismos podremos ir licuando faccionalismos y antropofagias, tan venenosos para que algún día próximo volvamos a tener política.

Algunos se tienen que sustraer a las pequeñeces y banalidades y reflexionar sobre lo que pretendemos para el futuro. Así se empezaría a elaborar el Plan Estratégico de Desarrollo.

* Dirigente de UNIR
www.pnc-unir.org.ar
www.unirargentina.com.ar
pncunir@yahoo.com.ar