miércoles, 27 de octubre de 2010

GARRÉ PLANIFICA UNA NUEVA “PURGA” EN EL EJÉRCITO POR “PORTACIÓN DE APELLIDO”

a presupuesto militar

Según informó Carlos Manuel Acuña en un artículo publicado por el Informador Público, se lleva desde hace tiempo una clara política discriminatoria en los ascensos a la jerarquía de oficiales superiores por “portación de apellidos”, en que personal con sobrados méritos profesionales se ven impedidos de acceder a grados superiores porque algún familiar estuvo en actividad en épocas del Proceso.

Planteada la cuestión ante el Congreso, la Ministro de Defensa Nilda Garré se opuso a la presencia del personal de las FFAA perjudicado que había sido citado a la reunión.

Metodológicamente, son ahora los propios oficiales del Ejército quienes deben evaluar a sus subalternos a partir de este año, para proponerlos ante el Ministerio de Defensa. El General de División Luis Federico Anschutz y el General de Brigada Jorge Gómez pidieron su retiro voluntario a causa de enfrentamientos con otros generales. El desprestigio de los mandos y su escaso ascendiente provoca enfrentamientos cada vez mayores entre los chupamedias del Gobierno y sus críticos.

Garré habría instruido al Jefe del Estado Mayor General del Ejército, General Luis Alberto Pozzi, que sea la misma Fuerza la que efectúe la depuración de los oficiales sospechosos por portación de apellido, evitando que el Ministerio pague los costos políticos. El General Pozzi habría aceptado el encargo, presionando a distintos oficiales responsables de implementar administrativamente los ascensos dentro de la Fuerza. El procedimiento consiste en colocar muy por debajo de lo que corresponde en orden de mérito, y a pesar de poseer sobradas condiciones, a quienes tienen “portación de apellido”, de modo que se les impida el ascenso al grado inmediato superior, disfrazando la discriminación injusta por un tema mentiroso de orden de mérito.   

La cúpula de la fuerza se vio contrariada cuando los coroneles a cargo evaluaron con justicia a los oficiales cuestionados por la vida de terceras personas ajenas a su foja. El General César Milani, Director General de Inteligencia muy vinculado a Garré por cuestiones ajenas a sus actividades profesionales (compartían ambos negocios inmobiliarios con edificaciones y terrenos enajenados que fueron adquiridos con fondos reservados), junto con Pozzi, presionaron en el plenario conformado por los generales de menor antigüedad, donde son revisados nuevamente los legajos de los postulantes. Según la nota de Acuña, Milani arengó al resto de los Generales a no dejar solo a Pozzi en su postura de cumplir las instrucciones recibidas.

Los Generales Roberto Enrique Terrado y Carlos Pritz, fueron los únicos que votaron en contra de la injusta exclusión del personal dentro de las vacantes de ascenso. Votaron a favor, siguiéndolo a Pozzi, 27 generales: Lux, Tellado, Milani, Marturet, Carles, Peretti, Dotto, Pelagatti, Ruiz Díaz, Martínez Conti, Calligaro, Landa, Serrano, Paoli, Barchuk, Cundom, Brizuela, Herrera, Brown, Ferrari, Bruera, Canaves, Montero, Castagno, Bossert, Carena, Díaz Bessone. Este último quiso posteriormente enmascarar su voto frente a sus subalternos, diciendo que lo había hecho negativamente, pero fue oportunamente “descubierto” en su intento. En la reunión, el general auditor Lozano, dijo a sus pares: “voten tranquilos por el no, porque estamos legalmente cubiertos”, sin aclarar exactamente de que están cubiertos.

En la Junta Superior conformada por los siete generales más antiguos, último nivel de estudio de los legajos del personal en condición de ascenso en una primera votación, por unanimidad, los generales se opusieron a la política de Garré y Pozzi, sosteniendo los ascensos del personal cuestionado. Pero luego, el propio Jefe de Estado Mayor irrumpió en la Sala llamándolos a la reflexión, intentando convencerlos de a uno, y les habría ofrecido continuidad en sus cargos. Incluso alguno de ellos recibió la oferta de pasar a ser Subjefe de Estado Mayor, cargo que hoy ocupa el general Eduardo Lugani.

Tras la intervención, se habría realizado una nueva votación, y de los seis generales que votaron (el séptimo era el general Daniel Camponovo que por ser el de mayor graduación sólo emitía su voto en caso de empate), cuatro de ellos se mantuvieron en su postura original. Éstos fueron Lugani, Anschutz, Gómez y Aparicio. En cambio dos cambiaron abruptamente su postura adhiriendo a Pozzi. Éstos fueron Carlos Artuso y Raúl Poggi, ambos casualmente del arma de Ingenieros, al igual que el Gral. Milani. Como resultado de esta manipulación de los votos se manifestaron severos reproches y se vivieron situaciones tensas entre los causantes, lo que motivó el pase a retiro de Gómez y Anschutz. Este último, probablemente el de mayor prestigio y ascendiente entre sus pares. El escandaloso episodio no sólo puso en evidencia las fisuras en el generalato sino la ruptura horizontal con el nivel de los coroneles, con un final que sin duda es abierto.

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