viernes, 24 de septiembre de 2010

CIENTO VEINTE CRUCES POR LOS MUERTOS EN CAUTIVERIO

a Cosme Beccar Varela contrapicada

Por Cosme Beccar Varela

Buenos Aires, 24 de Septiembre del año 2010 - 1002

e-mail: correo@labotellaalmar

Ciento veinte cruces, una por cada uno de los muertos en cautiverio bajo esta tiranía. Las clavaron catorce señoras y cuatro o cinco jóvenes hijos de los muertos o de los otros novecientos secuestrados en los campos de concentración del régimen, el 21 de Septiembre, mientras la "juventud dorada" de esta argentina insoportable se emborrachaba y se golpeaban a botellazos unos a otros en los jardines de Palermo (y algunos aprovechaban para robar), "festejando" el inicio de la primavera.

Las  clavaron en el pasto que adorna la entrada del edificio donde se sientan los Generales de más alto mando, sus oficiales y suboficiales y por encima de ellos, la terrorista Nilda Garré. Ahora el elegante edificio es de ella y le mandó poner como título: "Ministerio de Defensa".

Colgaron también varios carteles, uno de ellos, entre dos de las columnas que coronan la gran escalinata de honor que da acceso al edificio. Éste decía: "Nilda: ¿participaste en el secuestro de los Born?". Al parecer Jorge Born le reconoció la voz cuando la oyó hablar en una acto público. Como se sabe, en su secuestro, los "montoneros" asesinaron a Alberto Bosch y al chofer de los Born además de cobrar un rescate de u$s 60.000.000 de 1974, que equivalen a unos u$s150.000.000 de hoy. Otros carteles muestran fotografías de los diarios de los años 70 dando noticias sobre otros crímenes de los "montoneros".

Se habían instalado con unas pequeñas carpas ubicadas debajo de un ombú que está al costado Norte de la gran explanada que hay entre el edificio y la salida a la vía pública. Entre las 5 y las 6 de la tarde del 21 de Septiembre estuve con las 14 señoras, dirigidas por la valiente Cecilia Pando, dos jóvenes y un señor. Los visitantes éramos tres, uno de ellos el Dr. Alberto Solanet, Presidente de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia,  los otros dos, el Dr. Ernesto Martín Rodríguez y yo. Durante todo ese tiempo, un joven barbado nos rodeaba como un moscardón sacando fotos desde todos los ángulos, algunas desde muy cerca, con total desfachatez. Sospecho que era un agente de la SIDE.

Durante esa hora vi salir y entrar a un buen número de hombres que obviamente eran militares, todos vestidos de civil. Ni uno solo siquiera miró en dirección a las cruces. No vi ninguno de uniforme. Las ventanas de la enorme fachada estaban cerradas. Nadie se asomó y si miraban la escena lo harían desde atrás de los vidrios. La fachada parecía un enorme bostezo de la soberbia aburrida del poderoso frente a la protesta minúscula de las heroínas cuyo justo dolor hubiera suscitado en cualquier persona con un resto de buenos sentimientos, algún gesto de condolencia, aunque fuera furtivo y fugaz.

Volví ayer a la misma hora, aproximadamente, y la escena era la misma.  Volví otra vez a la noche y la demostración se mantenía sin cambios dignos de nota. Y hoy (24/9) nuevamente y pude ver que la cantidad de heroicos guardias era igual. Sólo que me contaron algunas novedades. Anoche, un Coronel, aparentemente no obedecido por sus subordinados a quienes mandó hacerlo, retiró personalmente el cartel que interpela a la ministro Garré y lo escondió entre unos arbustos. Uno de los jóvenes custodios de las cruces lo encontró y se lo dio a la valiente Cecilia Pando quien subió la escalinata para volver a colgarlo. Un grupo de soldados de la guardia del Comando en Jefe trató de interceptarla pero ella fue más rápida y llegó antes a las columnas para reponer el cartel. Los soldados la dejaron hacer y se retiraron.

¡Qué valientes son esas 14 mujeres y esos cuatro muchachos! Pero, ¡ay dolor, qué pocos! Otra cosa sería si en la explanada hubiera habido aunque más no fuera 500 hombres rezando por los muertos, víctimas de sendos homicidios cometidos por la tiranía y por la liberación de los novecientos que aún mantiene en cautiverio, para muchos de los cuales ese cautiverio es el pabellón de la muerte. Y alternando las oraciones, gritando consignas contra la injusticia de la que son víctimas estos y los 40.000.000 de argentinos que esta tiranía despoja y oprime.

Hay 60.000 retirados de las FFAA. Con que un 1% de ellos se hubiera hecho presente la protesta hubiera cambiado completamente de cariz y hubiera pasado a tener un significado político, inmensamente más efectivo que el testimonio de las heroicas mujeres.

¿Qué decir de los civiles que critican al gobierno en privado o en internet, pero que tampoco estaban? ¿O de los civiles que se organizan en asociaciones anodinas cuya pugnacidad real no existe?  Estos ni siquiera tienen la excusa de perder sus pensiones militares.

Hay muchas más cosas por decir, pero no quiero molestar a nadie. Sólo quiero informar el hecho porque los diarios han guardado un repulsivo silencio. Sólo "Pagina 12" del 22/9/2010 publicó una noticia malintencionada, como es de suponer. "La Nación", "Clarín" y los demás diarios no dijeron ni una sola palabra.  ¿A eso le llaman "libertad de prensa"? Si las madres o abuelas de plaza de mayo hubiera clavado 120 tridentes, símbolos del padre de la mentira, en el mismo lugar, para repudiar la lucha contra la guerrilla, esos mismos diarios, la TV y las radios hubieran dado la noticia en tono laudatorio y la hubieran repetido hasta las náuseas.

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