sábado, 7 de agosto de 2010

¡ISIDRO MURIÓ, CAROLINA Y NOSOTROS EN ASCUAS!

Decile NO al aborto Diario Pregon de La Plata

Por Roberto F. Bertossi (*)

Sr. Director... acaso esto nos conmueve más allá de lo espásmodico; acaso Isidro despertará a nuestra Sociedad Civil? 

ACASO SIQUIERA SE NOS OCURRIÓ CONVOCAR UNA MARCHA EN SOLIDARIDAD CON LA FAMILIA PÍPARO DE LA PLATA

Les dejo la frase -con dos vertientes- de Martín Niemoller (pastor protestante, 1892-1984):
"Vinieron por los enfermos y como yo no estaba enfermo, no hice nada. Vinieron por los judíos y como yo no era judío no hice nada. Vinieron por los periodistas y como yo no era periodista, no hice nada. Vinieron por los cristianos y como yo no era cristiano no hice nada. Finalmente vinieron por mí, pero ya no había nadie que pudiese alzar su voz por mí libertad"
"Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí" 
será?
Ojalá!!!
Un cordial saludo,
Roberto F. Bertossi

 

Decían las crónicas que Carolina Píparo y su bebé seguían graves. Ayer su pronóstico era reservado. Hoy 5 de agosto y en este instante del mediodía, el bebe de la mujer que fue baleada en una salidera bancaria acaba de fallecer según informaron desde el hospital donde era atendido: `sufrió un paro cardíaco alrededor de las 13´ dijeron póstumamente.

Se trata de Isidro, el hijo de Carolina Píparo, quien había sido herida de bala al salir de una sucursal del banco Santander Río en La Plata la semana pasada.

La paz es un sello de una sociedad, es una aspiración, derecho y deseo fundamental de toda persona de bien.
Para ello no se puede ignorar y por ende postergar que ella podría lograrse reencauzando la potencialidad de la comunidad mancomunadamente con la fuerza pública en pos del ideal común de una justa y concreta seguridad que nos libere de esta vida en ascuas.

La eficiencia de la tarea policial está también íntimamente ligada a una mejor relación entre el ciudadano y cada agente policial, una relación que debe recuperar la confianza como condición insita esencial.

Los estudiosos de la sociología criminal entienden que la necesidad de esta interacción puede lograr una "co-producción pública y civil de servicios policiales", procurando con eso llamar la atención sobre el valor, importancia y significación de una relación más simbiótica que debería darse entre la policía y el pueblo porque el pueblo necesita de una policía adecuada y suficiente para asegurar la protección de su integridad física, anímica y patrimonial dado que ese pueblo con sus impuestos le brinda más que los medios necesarios para alcanzar tal finalidad, finalidad truncada una y otra vez por la corrupción, carencias de idoneidad y nefasta politización de funciones.

Tal afirmación comulga con una filosofía de seguridad cooperativa ya que por esta vía se podría recuperar la confianza y la amistad que son como aparcerías imprescindibles entre la comunidad y las instituciones a cargo de la seguridad pública, todo esto con el alcance y el sentido de prevenir, identificar, priorizar y resolver los problemas que afectan harto recurrente y más que frecuentemente a toda la ciudadanía argentina, en mayor o menor medida, con mayor o menor virulencia y crueldad, es decir, vecinos-ciudadanos demasiados expuestos a la violencia y al crimen y, en este caso de Carolina Píparo con su embarazo de Isidro a termino que nació y murió cual bella mariposa.

Pensamos que una estrategia principal de seguridad cooperativa es de carácter preventivo para disuadir la criminalidad -no sólo sus sensaciones e índices-, para disminuir hasta impedir daños y más víctimas, modificando gradual y paulatinamente los factores de comportamiento de la población con relación a la institución policial a la que nosotros le hemos otorgado constitucionalmente la suma de la fuerza y del poder de fuego, colaborando y trabajando para que toda la información y tecnología necesaria y disponible quede oportunamente a disposición de la ardua y difícil misión policial antes o después de producidos los delitos pero, ahora con toda una justicia más comprometida que ya "no mire más para otro lado" al menos, impunemente.
Es cierto que en tiempos pasados, la policía y la sociedad interactuaban inmediata y solidariamente contra el crimen, épocas en que cada policía era conocido y vivía entre su pueblo solucionando casi todas las cuestiones relacionadas con la violencia e inseguridad. También es cierto que entonces cada policía ganaba lo suficiente para vivir dignamente y evitar tentaciones sin necesidad de refatigosos adicionales laborales como en la actualidad.
Más, con el incremento poblacional y con un crecimiento desordenado de las ciudades, fueron surgiendo problemas y desafíos diferentes, aumentando la violencia y la marginalidad sustancialmente haciendo que "nuevos" modelos de policía fueran implementados en tanto se abandonaban aquellas viejas y buenas cooperaciones familiares de hospitalidad y cercanía: "ciudadano-policía" dándose inicio a cierto distanciamiento entre policía y sociedad con características de desconfianza y temor.
Esto último tiene su origen en acciones policiales verificadas en tiempos de la dictadura militar en los cuales los derechos del ciudadano y el ciudadano mismo fueron rasgados, violenta y totalmente violados con infinidad de personas inocentes torturadas, violadas, vejadas, muertas o desaparecidas lo que terminó de distanciar al pueblo de su policía, distancia que aún no se ha acortado ni sanado totalmente como sería de esperar.
Aprovechando los espacios producidos así entre la policía y su pueblo, el crimen organizado fue ocupando los lugares vacíos que fueron engrosando, favoreciendo y facilitando el tráfico y consumo de drogas, raíz central de tantos otros tipos de crímenes que como el de Carolina Piparo y su bebé asolan y afligen hoy con una latencia sin intermitencias a todos los argentinos, a toda hora y en cualquier lugar o circunstancia, sin responsables y responsabilidades funcionales materializadas más allá de hipócritas y descaradas condolencias de forma pero, siempre con la absurda exhibición indolente de alguna estadística que asegura que, "entre nosotros, el delito bajó".
La política pública de seguridad debe contar con un proyecto estratégico, rico en experticia y pertinacia, pleno de financiamiento, bien monitoreado y administrado con ética, legalidad, transparencia y responsabilidad; con nuevas y genuinas fuentes de trabajo -un motivo para vivir y convivir- para que nada malo pase desapercibido sin solución y nos vayamos aproximando concretamente a la tranquilidad imprescindible para, un vivir y un convivir ya sin ascuas.

(*) Docente e Investigador Universitario, U.N.C.

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