viernes, 25 de junio de 2010

SALDAR UNA DEUDA DE GRATITUD CON LA COMUNIDAD ARMENIA

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Por Súlim Granovsky

El siglo XX fue un siglo genocida, particularmente por el exterminio armenio a manos de los turcos y la Shoa que desencadenó el nazismo.

Mi madre, Paulina, había vivido en Odesa durante el zarismo antes de emigrar a comienzos del siglo XX a la Argentina donde constituyó su familia.

Nos contaba a sus hijos que cuando se avecinaban los pogromos de los cosacos del Zar, los armenios escondían solidariamente en sus hogares a sus vecinos judíos.

Mi madre, pues, ha sido quien inspiró este trabajo. De ella heredé mi deuda de gratitud con la comunidad armenia.

Puede accederse  gratuitamente en internet  www.exterminioarmenio.com.ar  a la versión virtual completa de mi libro  GENOCIDIO ARMENIO, EL EXTERMINIO SILENCIADO.

El libro comenta en la página 33: “El 1° de julio son asesinados armenios y asirios en Merzifon, Telemen y Mardin. Ese mismo día un grupo de 2.000 soldados armenios que integraban los batallones de trabajadores forzados son masacrados en las cercanías de Kharput. Asimismo, el gobernador de Sivás conmina a los armenios de la ciudad (unas 48.000 personas) que partan en las caravanas antes del 5 del mismo mes. Dos diputados, el qadi (juez religioso) y el muftí (jefe religioso) intervienen en la deportación.”

“El gobernador del campo de concentración de Der el Zor informa a sus superiores la saturación por los deportados y sugiere derivarlos a Kirkuk (norte de Irak actual), al sur de Alepo o al este de Siria”.

“Comienza para los musulmanes el sagrado mes de Ramadán. Durante todo ese período recrudecen las masacres y las deportaciones ordenadas por los funcionarios turcos y los Jóvenes turcos. El comandante del cuarto cuerpo del ejército de Alepo protesta al Dr. Reshid, gobernador de Diarbekir por los cadáveres que se arrojan al río Éufrates, provocando su contaminación y epidemias. Talaat instruye a Urfa, a Der el Zor y a Diarbekir para que entierren los cadáveres en vez de arrojarlos a los lagos o los ríos”.

En la página 34 de su libro, contiene el siguiente párrafo: “El 30 de julio llegó la orden de deportación a las seis aldeas armenias ubicadas en las cercanías del monte de Moisés (Musa Dagh). La población había resuelto resistir, por lo que encaró la epopeya conocida como Los cuarenta días del Musa Dagh, hasta que el 14 de septiembre fueron rescatados por una nave de guerra francesa. La inmortal obra de Franz Werfel figuró en el índex de las obras prohibidas por Adolf Hitler en Alemania. Por otra parte, el gobierno turco se ha dedicado a sacar permanentemente de circulación los libros, ejerció presión sobre la empresa de cine estadounidense Metro Goldwyn Mayer para que se evitara su filmación en 1935. La censura y prohibición fueron logradas por la presión ejercida por el Departamento de Estado norteamericano. En Buenos Aires, Yemil Digdanian, un armenio de Mardin, de habla árabe, comienza a editar un polémico periódico en ese idioma, criticando y denunciando los crímenes del Imperio otomano.”

Sobre la ciudad cabecera de Diarbekir (cuyo nombre original es Dikramagued), en cuya provincia se encontraba la ciudad de Mardin, expresa (página 30): “Diarbekir tenía un 35% de armenios sobre una población de casi 300.000 personas. Ese 35% contaba con 200 escuelas, unos 7.000 alumnos y 250 docentes. Los turcos formaron expresamente una Comisión para el extermino de los armenios compueta por el alcalde, funcionarios y legisladores. En venganza por el inexistente envío por los armenios de 40 bombas a Van, comenzaron las persecuciones: acuchillamientos, cuerpos ahogados en el río, fusilamientos (antes obligados a cavar sus propias fosas), deportaciones, mujeres arrojadas a los harenes de los turcos ricos.”

Finalmente, entre las páginas 27 y 28 se expresa lo siguiente:

“Posiblemente más crueles que los mismos militares genocidas, eran las bandas de asesinos reclutados expresamente porque tenían antecedentes penales (presos criminales liberados que eran estimulados exacerbando su odio anticristiano o prometiéndoles recompensas). Encima se consideraba que prestaban un servicio a la Patria. Todos trabajan directa o indirectamente juntos en la Organización especial: gobierno, el CUP como partido monolítico y bandidos reclutados en las cárceles. En esas manos estaba el destino de los niños.”

“Cuando un líder turco dice “esta vez haremos un trabajo completo” está advirtiendo que ningún armenio, cualquiera sea su edad, está a salvo. Para los nazis tanto los adultos como los niños judíos o gitanos, indistintamente miembros de las razas inferiores, debían ser eliminados en bien de la pureza aria. En ocasiones a los turcos no les importaba el grupo étnico o religioso del niño sojuzgado. No pesaba el carácter étnico del niño sino la posibilidad de convertirlo a edad temprana para hacer de él en el futuro un turco islámico, circuncidado y con nuevo nombre. Era el precio para salvar la vida. Sin embargo esas sobrevidas eran casuales. los niños armenios padecerán los asesinatos, las torturas, asesinatos y deportaciones camino a la muerte, como sus compatriotas adultos. Obviamente la crueldad se exacerbaba porque la capacidad de aguante de un niño es naturalmente inferior a la de un adulto para afrontar las marchas forzadas con hambre, sed, recibiendo castigos corporales de los mismos gendarmes que delante de ellos asesinaban a sus madres a garrotazos o con cuchillos y serruchos para ahorrarse las balas. los episodios más crueles tuvieron lugar en Trebisonda y las seis provincias de anatolia (Sivás, Diarbekir, Jarput, Erurzum, Bitlís y Van, estas dos últimas cuna de la nación armenia), en Urfa y Marash. El tratamiento en Trebisonda recorre todo el espectro de los asesinatos imaginables. Tal vez el más despiadado era de naturaleza psicológica al obligar a los niños a presenciar las deportaciones de las mujeres, a los enfermos y los viejos en las caravanas que teóricamente se dirigían al destierro en los desiertos de Siria”.

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