lunes, 14 de junio de 2010

NO PODEMOS LIBERARNOS HOY DE ESTA TIRANIA PORQUE NO TENEMOS UNA ARISTOCRACIA

a Cosme Beccar Varela contrapicada

Por Cosme Beccar Varela

Buenos Aires, 14 de Junio del año 2010 – 974

 

Para que exista una aristocracia se requieren al menos cinco condiciones esenciales: 1) Sentido del honor. 2) Poder político o una seria aspiración a tenerlo. 3) Prestigio social. 4) Refinamiento de costumbres y 5) Riqueza.
Así decía el Dr. Plinio Correa de Oliveira, brillante pensador católico, profesor universitario y fundador de la Sociedad Brasileña de la Tradición, Familia y Propiedad (TFP).
Como discípulo que fui suyo y de quien aprendí a conocer la cultura católica genuina, única, convincente y sabia, acepto esas características esenciales de la aristocracia, si es que no me explican una definición mejor. Como no conozco ninguna que se le compare y sin negar que pueda haber, en casos excepcionales, aristocracias a las que por razones accidentales  les falte alguna de esas notas esenciales, paso a considerar el tema de este artículo que es la “aristocracia” argentina,.
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"Aristocracia" en su acepción etimológica, quiere decir: "gobierno de los virtuosos". Hay otra interpretación frívola de la palabra que se atiene sólo a la superioridad social de un grupo, aunque carezca de poder político. No estoy conforme con esta última porque un "aristócrata" que se conforme con tener un gran apellido, salir en las "revistas del corazón" y ser invitado a todas las fiestas, no es nada más que un pobre tipo.
La calidad de un país se define por su aristocracia.  Una aristocracia auténtica es un don de Dios que se debe agradecer todos los días, porque es la condición básica del bien común. Una minoría poderosa no aristocrática es una desgracia que puede ser más o menos grave según el grado de maldad de ese minoría.
Inglaterra, por ejemplo, desde fines del siglo XVI hasta el siglo XIX fue gobernada por una supuesta "aristocracia" a la cual le faltaba por lo menos una de las condiciones esenciales de la aristocracia: el honor.
La base de su poder y de su fortuna fueron: el robo de los bienes de la Iglesia Católica iniciado por Enrique VIII; la herejía fomentada para justificar ese robo; el asesinato del rey Carlos I y un cinismo absoluto en lugar del amor a la Justicia que es la virtud inexcusable de cualquier persona que pretenda el poder.
Los "aristócratas" ingleses eran originariamente herejes, asesinos y ladrones.  Esas lacras no se lavan con el transcurso de los siglos ni con la elegancia de los salones palaciegos. Se habían refinado, tenían poder, tenían prestigio social (el pueblo los acataba), pero les faltaba legitimidad de origen y de ejercicio, les faltaba honor.  Su poder se consolidó, conquistaron medio mundo, pero todo eso lo consiguieron a un precio diabólico y de sangre injustamente derramada.
Este es ejemplo clásico de una supuesta aristocracia a la que le falta el imponderable esencial del honor, o sea, la virtud practicada o perdida con dolor, pero nunca falsificada y sin dejar nunca de admirarla y procurarla.
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Basado en estos presupuestos me pregunto: ¿Existe una aristocracia en la Argentina?  En el caso de que exista, ¿quiénes son los aristócratas?
Respondo: No existe una aristocracia en la Argentina y dado que la aristocracia es la cabeza de la sociedad, la Argentina es un país decapitado.
La "gente bien" no es aristocrática porque le faltan por lo menos tres de las condiciones esenciales para serlo:
1) No tiene honor, porque no aprecia la virtud heroica ni la practica. Sólo puede mostrar, en el mejor de los casos, un pietismo edulcorado y sentimental de un catolicismo aguachento, sin doctrina y, por ende, falso.  Pero el honor de servir a la Patria arriesgándose para liberarla de sus tiranos y para procurar el bien común, ese no lo tienen ni les interesa tenerlo.
Luego sus virtudes personales, faltando esa, no alcanzan para aristocratizarla. Dios quiera que le alcance para salvar el alma -salvo verdadero arrepentimiento y confesión- , aunque no lo creo, porque como dice Nuestro Señor en el Evangelio, a quien mucho se le ha dado mucho le será exigido.
2) No tienen poder político porque no reclaman autoridad para reprimir a los malos y premiar a lo buenos gobernando con Justicia. Aplauden a los poderosos de turno como un enjambre de adulones, implorando implícitamente, con una bajeza despreciable, que no se les prive de sus bienes.
3) Refinamiento tienen, especialmente en el sector femenino, pero sin fundamento intelectual, por lo cual, se adaptan fácilmente a las groserías que prevalecen en cada momento.
Luego, la "gente bien" de la Argentina, no es una aristocracia.
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¿Lo es, acaso, el grupo de los que tienen poder y fortuna, o sea, la "dirigencia" corrupta e inepta?  No hay duda de que a esta banda de ordinarios, les falta refinamiento, honor y prestigio social. Pero tienen poder y fortuna y con eso, se compra algo parecido al prestigio social. O sea, tienen prensa y la adhesión de la plebe venal. Y consiguen también una imitación artificial del refinamiento comprando lo más caro y gozando (en la  medida en que se lo permite su grosería de ordinarios irremediables) los placeres más exclusivos.
Es decir, la Argentina no tiene una aristocracia. Es un país decapitado que mató a los mejores, o los empobreció, o los exiló, o les quitó todo poder. Y los que no fueron víctimas de esos crímenes, se corrompieron a sí mismos haciéndose eunucos políticos.
¿Cómo se reconstruye una aristocracia en la Argentina? Con fe católica, inteligencia, generosidad, coraje, sangre, sudor y lágrimas. Pero, desgraciadamente, no veo por ninguna parte ni una gota de sangre, ni una lágrima, ni pizca de inteligencia, ni una sombra de generosidad, ni otro sudor que el se exuda para ganar plata.
Del catolicismo nada digamos, porque tendría que hablar de los Obispos y me da vergüenza.


Cosme Beccar Varela

e-mail: correo@labotellaalmar.com

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