lunes, 18 de enero de 2010

EL PAPA EN LA SINAGOGA DE ROMA DIJO QUE EL DECALOGO ES NORMA DE VIDA EN LA JUSTICIA Y EN EL AMOR


El domingo 17 de enero de 2010 por la tarde el Papa Benedicto XVI visitó a la comunidad judía de Roma en la sinagoga de la ciudad, y en su discurso resaltó la importancia de que ambas comunidades trabajen juntas por testimoniar la centralidad de Dios en la vida del hombre, la sacralidad de la vida humana y la importancia de la familia.

El Santo Padre fue recibido por Riccardo Pacifici, Presidente de la comunidad judía de Roma y por Renzo Gattegna, Presidente de las comunidades judías italianas. A la puerta de la Sinagoga lo recibió Riccardo Di Segni, Rabino de Roma, con quien ingresó en el templo.Al iniciar su discurso el Papa recordó la primera visita del Venerable Juan Pablo II y afirmó que la visita actual se “inserta en el camino trazado para confirmarlo y reforzarlo. Con sentimientos de viva cordialidad me encuentro en medio de vosotros para manifestaros la estima y el afecto que el Obispo y la Iglesia de Roma, como la totalidad de la Iglesia Católica, nutren por esta comunidad y las comunidades judías en todo el mundo”.

Seguidamente el Santo Padre hizo un recorrido histórica de la relación entre católicos y judíos, partiendo desde el Concilio Vaticano II hasta sus recientes viajes a Tierra Santa y los tantos encuentros que ha realizado con comunidades y organizaciones judías. Especialmente enfatizó la oración ante el Muro del templo de Jerusalén de Juan Pablo II en marzo del 2000.

A continuación el Pontífice hizo un breve análisis sobre nuestros tiempos: “época verdaderamente trágica para la humanidad: guerras sangrientas que han sembrado destrucción, muerte y dolor como nunca antes se había dado; terribles ideologías que han tenido en su origen la idolatría del hombre, de la raza, del estado y que han llevado, una vez más, a que un hermano asesine a su hermano”. Hizo así mismo una referencia a cuanto sucedió en Auschwitz condenando la indiferencia por parte de muchos.

“Lamentablemente muchos permanecieron indiferentes, pero muchos, también entre Católicos italianos, sostenidos por la fe y por la enseñanza cristiana, reaccionaron con valor, abriendo los brazos para socorrer a los judíos que escapaban, corriendo así mismo el riesgo de perder la propia vida y meritando gracias perennes. También la Sede Apostólica realizó una acción de socorro, sobre todo escondida y discreta”.

“Nuestra cercanía y fraternidad espiritual –prosiguió- encuentran en la Sagrada Biblia el fundamento más sólido y perenne, en base al cual somos puestos frente a nuestras raíces comunes, a la historia y al rico patrimonio espiritual que compartimos”.

A continuación el Papa resaltó algunas realidad que derivan de la común herencia de la Ley y de los Profetas por parte de católicos y judíos: “la solidaridad que vincula la Iglesia y el pueblo judío; la centralidad del decálogo como común mensaje ético de valor perenne para Israel, la Iglesia, los no creyentes y toda la humanidad; el compromiso para preparar o realizar el Reino del Altísimo en el cuidado de la creación”.

“En particular –continuó- el Decálogo constituye la antorcha de la ética de la esperanza y del diálogo, estrella polar de la fe y de la moral del pueblo de Dios que ilumina y guía también el camino de los cristianos. Este es un faro y una norma de vida en la justicia y en el amor”.

El Santo Padre profundizó sobre algunos de los mandamientos. Concretamente recordó como el Decálogo nos pide “reconocer al único Señor contra la tentación de construirse otros ídolos. Muchos en nuestro mundo no conocen a Dios o lo consideran algo superficial, sin relevancia para la vida”.

“Las ‘Diez palabras’ –agregó- piden el respeto, la protección de la vida, contra toda injusticia y abuso, reconociendo el valor de cada persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. … Piden conservar y promover la santidad de la familia, en la que el ‘sí’ personal y recíproco, fiel y definitivo del hombre y de la mujer, abre el espacio hacia el futuro, para la auténtica humanidad de cada uno y se abre al mismo tiempo al don de una vida nueva”.

También hizo notar que en el fondo todos los mandamientos se resumen en el amor de Dios y en la misericordia hacia el prójimo: “Tal regla empeña a judíos y cristianos a ejercitar, en nuestro tiempo, una especial generosidad hacia los pobres, las mujeres, los niños, los extranjeros, los enfermos, los débiles, los necesitados. Con el ejercicio de la justicia y de la misericordia, judíos y cristianos están llamados a anunciar y a dar testimonio del Reino del Altísimo que viene y por el cual oramos y trabajamos cada día en la esperanza”.

“Toca a nosotros –concluyó el Papa- respondiendo al llamado de Dios, trabajar para que permanezca siempre abierto el espacio del diálogo, del recíproco respeto, del crecimiento en la amistad, del común testimonio frente a los desafíos de nuestro tiempo que nos invitan a cooperar por el bien de la humanidad en este mundo creado por Dios”.



Benedicto XVI pisó por primera vez la Sinagoga de Roma, en una visita en la que abogó por que "sanen de una vez las llagas del antisemitismo cristiano" y defendió a Pío XII de las acusaciones judías de haber callado ante el Holocausto, afirmando que ayudó de manera discreta a los judíos.

Benedicto XVI en esa oportunidad ofreció su "contribución a la consolidación de las buenas relaciones entre las dos comunidades y superar cualquier incomprensión y prejuicio".

En su discurso de bienvenida, el presidente de la Comunidad Judía de Roma, Riccardo Pacifici, reconoció la ayuda prestada por la Iglesia para salvar a los judíos durante el nazismo y resaltó que su propia familia salvó la vida al ser escondida por unas monjas en un convento de Florencia.

"Sin embargo, el silencio del papa Pío XII frente a la Shoa duele todavía como una oportunidad perdida. Tal vez no habría detenido los trenes de la muerte pero habría transmitido una señal, una palabra de extremo conforto, de solidaridad humana a nuestros hermanos llevados al campo de exterminio de Auschwitz", destacó Pacifici haciendo alusión a una leyenda negra sobre el Papa referido. Cabe destacar que Pío XII fue reconocido por los más altos dignatarios judíos hasta mediados de la década de 1960 cuando una obra de teatro de ficcioón difamatoria, que ponía en cuestión la acción del Papa, y que dio inicio a la difamación en obras literarias y finalmente en declaraciones tendenciosas falsas.

El rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, no citó a Pío XII pero también denunció el supuesto "silencio" del Papa Pacelli frente a la Shoa, al afirmar que "el silencio de Dios o nuestra incapacidad de escuchar su voz ante los males del mundo es un misterio inescrutable, pero el silencio del hombre no se escapa al juicio." Cabe destacar que para los católicos Jesucristo es Dios hecho hombre, y uno de los modos en que se hace presente aun en los peores momentos de la Historia, es en la figura del Sumo Pontífice.

El Papa condenó nuevamente el genocidio y el régimen nazi y sin citar directamente a Pío XII manifestó que en aquellos momentos "muchos católicos reaccionaron con valentía y abrieron sus brazos para socorrer a los judíos acosados y fugitivos."

"También la Sede Apostólica desarrolló una acción de socorro, muchas veces a escondidas y discreta", agregó el Papa.

Benedicto XVI fue recibido con gran cordialidad y su largo discurso fue interrumpido nada menos que en diez ocasiones por los aplausos de los presentes.

El Obispo de Roma dijo que el Concilio Vaticano II representa un punto de no retorno en las relaciones con los judíos y subrayó que la declaración conciliar "Nostra Aetate" -que condena el antisemitismo y reconoce las raíces judías del cristianismo- han supuesto un decisivo impulso al compromiso de recorrer "el irrevocable camino de diálogo, hermandad y amistad".

Benedicto XVI reiteró que la Iglesia "no ha dejado de deplorar" los daños causados por los cristianos a los judíos a lo largo de los siglos "pidiendo perdón por todo lo que ha podido favorecer las llagas del antisemitismo".

"Que sanen para siempre esas llagas", abogó el Papa, que denunció las "terribles ideologías" del siglo pasado "que tenían como raíz la idolatría del hombre, de la raza y del Estado".

"El drama de la Shoa representa la cumbre de ese camino de odio que nace cuando el hombre olvida a Dios y se pone como centro del universo. Como dije durante mi visita al campo de concentración de Auschwitz, los poderosos del Tercer Reich querían aplastar a todo el pueblo judío y haciéndolo desaparecer pretendían asesinar a Dios", denunció el Papa.

Pacifici pidió al Papa que se abran los archivos vaticanos para conocer cuál fue el comportamiento de Pío XII entre 1936 y 1945 ante el Holocausto. Sin embargo, tales archivos ya han sido abiertos con una comisión en la cual participaron referentes judíos, quienes se vieron sorprendidos por la acción diplomática y de protección a personas que se salvaron del régimen genocida gracias al Papa Pío XII.

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