domingo, 15 de noviembre de 2009

UN CARAPINTADA EN MALVINAS CON LA VIRGEN DE LUJÁN

En la foto: El éxito de una procesión, que muchos zurdos no comprenden y hasta envidian, coordinada por el ex combatiente de Malvinas, el carapintada Marcelo Alvarado



En la intersección de las calles Paraná y Avenida de Mayo, el viernes 15 de octubre de 2009 a las 16 hs, se concentraron familiares de los caídos en Malvinas, ex combatientes y militares retirados en una procesión hacia la Catedral Metropolitana, portando una réplica de la Virgen de Luján trasladada en un jeep militar, centro del espíritu de la procesión. Una semana antes se había realizado otra Misa para el primer contingente que partía al Cementerio de Darwin en Malvinas.
La bendición de la imagen fue realizada por el provicario general del Arzobispado, Mons. Eduardo García, y al día siguiente la Virgen acompañó a los familiares de los caídos en la Guerra hacia las Malvinas, al cementerio de Darwin.
Fue un acto emotivo, una reivindicación espiritual en la memoria de quienes murieron en aquella Guerra Justa por la recuperación de la Soberanía Nacional sobre las islas Malvinas y del Atlántico Sur injustamente usurpadas por el invasor inglés.
Al frente de la procesión, vestido con un traje recto impecable, estaba Marcelo Claudio Alvarado, un carapintada que participó del levantamiento liderado por Mohamed Alí Seineldín el día 3 de diciembre de 1990, motivo por el cual estuvo tres años detenido.
Alvarado fue bendecido por el Cardenal Jorge Bergoglio para coordinar la procesión de la imagen que ahora se encuentra instalada en las islas del Atlántico Sur.
El día miércoles 5 de diciembre de 1990, dos días después del cuarto levantamiento carapintada, el Ministerio de Defensa informó en un comunicado que el 3 de diciembre "murieron 6 integrantes del Ejército y dos de la Prefectura Naval Argentina. Un total de 19 militares resultaron heridos" . Era previsible el resultado antes de que sucedieran los hechos.
En el último levantamiento carapintada actuaron en la zona portuaria algunos civiles y el grupo Albatros que era comando de la Prefectura.
En la puerta del edificio de Prefectura de Buenos Aires había apostadas dos ametralladoras MAG, con su correspondiente munición, y en la guardia se encontraban varias personas armadas, vestidas con ropa de combate. Alvarado permitió el acceso al Juez Pons cuando éste se identificó, pero impidiéndoselo a los secretarios del Juzgado.
Alvarado custodiaba el búnker del jefe de los Albatros, Raúl De Sagastizábal, y después de que el Magistrado interviniente hablara con De Sagastizábal permitió el ingreso de los dos secretarios.
El único soldado que combatió en Malvinas y, ya como civil, se alzó contra la democracia pasó tres años en prisión, y terminó compartiendo el pabellón con el líder de los carapintadas, Mohamed Alí Seineldín, en el penal de Caseros.
Allí tejió una relación particular con el “Turco” y comenzó a acercarse cada vez más a la Religión Católica. Inducidos por su líder –que hizo un culto abierto y militante hacia la fe católica–, oraban todos los días y un cura los visitaba semanalmente.
El 7 de septiembre de 1993, cuando quedó en libertad, el joven carapintada ya era un devoto católico practicante, rindiendo especial culto a la Virgen.
Seineldín lo designó como su representante ante la jerarquía eclesiástica. Una carta de puño y letra del comandante, redactada desde la cárcel, reafirma esta relación. Alvarado siguió las indicaciones al pie de la letra, y se hizo su lugar entre los carapintadas.

Los vínculos entre el pueblo, los gobernantes, los militares y la jerarquía de la Iglesia Católica existieron desde los orígenes de la Patria y, si bien pasaron por diferentes etapas, nunca se quebraron. Los carapintadas, fieles a la tradición, no fueron la excepción.


No es producto del azar que un carapintada impulse dos Misas en una semana en la catedral metropolitana, una otorgada por el cardenal Jorge Bergoglio y la segunda por el obispo auxiliar Eduardo García, con banda militar incluida.
El 12 mayo de 2007, en una peregrinación desde la Vicaría de Belgrano hasta la parroquia San Isidro Labrador, Alvarado coordinó el traslado de la imagen de la Virgen de Luján en una cureña militar, y luego se ofició una Misa celebrada por el provicario general del Arzobispado de Buenos Aires, monseñor García.

Por su fervorosa feligresía, algunos califican a Alvarado como “‘el eclesiástico’, el hombre que habla con Dios”. Alvarado se presentó en las elecciones legislativas del 23 de octubre de 2005 como candidato a legislador porteño por la lista del Movimiento por la Recuperación de la República (Morera), partido nacionalista de orientación católica presidido por Emilio Guillermo Nani, militar retirado, y amigo de Cecilia Pando, quien también estuvo en la Misa que dio monseñor García, el viernes 9.

Como ex combatiente de Malvinas, Alvarado busca una segunda oportunidad. En la procesión estuvo presente Julio Piumato, secretario de Derechos Humanos de la CGT, que participó de la procesión del viernes 9. Ese mismo día logró que diferentes agrupaciones, como las que se cruzó durante la marcha en apoyo a la Ley de Medios –por caso la Tupac Amaru de Milagro Sala–, aplaudieran el paso de la procesión.
Seineldín, fallecido en septiembre, se hubiese mostrado orgulloso de su pupilo.

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