lunes, 23 de noviembre de 2009

INFORME SOBRE BIEN COMUN, SEGURIDAD Y CORRUPCION


A continuación reproducimos el informe del Instituto San Miguel Arcángel, dedicado a investigar la problemática de la inseguridad, en este caso sobre el tema "Bien común – Seguridad – Corrupción".



1. En el Preámbulo de la Constitución Nacional se encuentran enumerados los bienes a realizar por gobernantes y gobernados, cada cual en la medida de sus respectivas responsabilidades. Son objetivos que deben ser previstos en las acciones de gobierno y, asimismo, son referencias para las actividades particulares. Su realización justifica el ejercicio de la autoridad y sostiene la existencia de la Nación porque son componentes del bien común, causa final de la sociedad política (el estado).

El bien común político es un “bien moral” que “todos contribuyen a realizar cotidianamente y del cual todos participan y disfrutan en común”. El término bien común político comprende en el orden temporal el conjunto de bienes que hacen posible la convivencia : paz, justicia, libertad. El bienestar general resulta de esa posible convivencia en la cual los hombres encuentran su “bien propio o personal” (Carlos A. Sacheri, El Orden Natural, publicaciones del Instituto de Promoción Social Argentina, Buenos Aires, año 1975, páginas 149 a 152)

2. En relación con el orden público material y con el orden jurídico, la seguridad integra, igualmente, el bien común político. En la existencia de cada persona la seguridad define un modo de vivir. Modo de vivir confiado en la conducta de los otros, las decisiones de los gobernantes, el respeto por los derechos ajenos y la protección de los derechos propios (es la civilización). Por su origen la palabra seguridad significa vivir sin cuidado, confiado, sin necesidad de estar siempre alerta y armado esperando ataques de delincuentes.

Pero los conceptos y principios de conducta no coinciden siempre con la realidad. Considerando los hechos de la historia argentina reciente, el desorden social caracteriza una situación producto de la corrupción en las costumbres. Situación en la cual no se respetan normas de convivencia, se desconocen las obligaciones personales y se abandonan las instituciones que por naturaleza y fines concurren al bien común. Efectos de la situación: abuso de poder, impunidad, desconfianza, miedo, agresiones, hostilidad. Circunstancias que a su vez producen inseguridad. Causas y efectos concurrentes en un sistema donde los delitos impunes y conflictos sin resolver extienden la corrupción. “Las ideas objetivas que penetran en la sociedad a través de las conciencias subjetivas” (Maurice Hauriou, Principios de Derecho Público y Constitucional, ed. Reus S. A., Madrid año 1927, pags. 82/83).

3. Corrupción indica vicios o abusos introducidos en las cosas no materiales. Corromper es la acción que produce tales efectos: echar a perder, depravar, depravar, dañar, podrir, sobornar, pervertir, seducir, viciar (Diccionario Enciclopédico Abreviado, ed. Espasa Calpe Argentina S. A., Buenos Aires – México, año 1945)

Por lo expuesto, y a los fines de establecer políticas de seguridad, parece conveniente distinguir las causas del delito y las causas que produce la inseguridad. Las causas del delito se encuentran en los vicios del ser humano. Las causas de la inseguridad aparecen en la corrupción que se introduce en las instituciones, cuando el hábito de obrar mal es compartido, consentido y sostenido en el tiempo. Estas circunstancias identifican a las redes de corrupción y a los ambientes criminales.

Son parte de las redes de corrupción quienes aprovechan los resquicios legales para delinquir cubriéndose bajo la apariencia de actos lícitos. Actúan infiltrados en los niveles de la administración pública y de las empresas privadas. Es el caso de las ligas de compradores, competencia desleal, acuerdo de precios previo a las licitaciones, contrabando, subsidios, vaciamientos, incumplimiento de funciones públicas, concesiones fraudulentas, enriquecimiento sin causa, tráfico de información, tráfico de influencia, bancarización forzada, retención y confiscación de ahorros, abuso de confianza, ofertas hostiles propaganda engañosa, falsificaciones, sobreprecios, clientelismo, malversaciones, lavado de dinero, poderes extraordinarios, etc.

Las redes de corrupción dependen de los resquicios legales y de la connivencia dolosa de funcionarios públicos con particulares. Si crecen en número de involucrados, en control institucional y en ocupación de territorio, por medio de la impunidad reparten sectores de poder, y finalmente asaltan al poder político. Dadas algunas de estas condiciones tienden a generar ambientes criminales.

A diferencias de las redes de corrupción que permanecen ocultas, o que mantienen en secreto a sus grupos de conducción, los ambientes criminales se destacan por circunstancias notorias que rodean a personas o cosas. En un mismo tiempo y lugar coinciden delitos con actividades y conductas próximas al delito o propicias para delinquir. Son sitios de riesgo para transeúntes, espectadores y consumidores. Su apariencia los identifica con locales de espectáculos y entretenimientos, determinadas calles, casas de comercio, casas particulares. Principales atracciones son la prostitución, el juego, bebidas alcoholicas, drogas. Basta control y vigilancia para observar su existencia.

Las redes de corrupción se marcan sobre las organizaciones de las reparticiones públicas y de las empresas privadas. Los ambientes criminales, como los sitios de riesgo manifiesto, ocupan lugares en los mapas del delito. En ambos casos, la información reunida sirve tanto para prevenir delitos, como para reprimir delincuentes.

La investigación y el estudio de los resquicios legales, las redes de corrupción, los sitios de riesgo, los ambientes criminales suman la teoría a la práctica en materia de seguridad (Ricardo A. Oxamendi, La teoría de los ambintes criminales, Revista Jurídica, Cochabamba, junio de 1943, pag. 1-comentario en Revista Jurídica Argentina La Ley, Tomo 32 año 1943, pag. 1143).-



Departamento Investigación y Estudios

Instituto “San Miguel Arcángel”

Octubre de 2009

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