jueves, 13 de agosto de 2009

LA DEMOCRACIA DETRÁS DE UNA REJA


Por Tomás Podestá

Trabajo en el centro, en ese lugar que Raúl Portal denominara, hace años, muy acertadamente “microlombo” cuando, en aquellos años, todavía ni se le acercaba a lo infernal que se torna en horas pico.
Salí a caminar con la ingenua ilusión de volver a visitar el museo de Casa de Gobierno simplemente porque me interesa la historia y porque tenía ganas de volverme a pasear por la santabárbara del Fuerte de Buenos Ayres, lo único que queda de aquel edificio.
Cual fue mi sorpresa al advertir que la reja que está frente a la fachada sobre la calle Balcarce y que “protege” el famoso arco de Balcarce 50, rodea ya a todo el edificio. Lejos de terminar allí, la reja se extiende hacia la Plaza Colón dejándola aislada de todo y cerrada a cal y a canto.
Cuando vi la puerta del Museo cerrada, pensé en ver lo que está descubierto de la Aduana Taylor, pero claro, la reja impedía el paso por cualquier lado.
Rodeé el área pensando en acceder por alguna de las puertas que se vislumbran en distintos sectores de la reja adornada cada tanto por el escudo nacional, pero en las cabinas de vigilancia, modernas y de última generación, no había ningún ocupante y las puertas estaban cerradas con llave y candado.
Lejos de perder el ánimo, seguí en mi búsqueda de alguien que, por lo menos pudiese informarme el momento en que el acceso tanto a la Plaza como al Museo estaba permitido.
Un par de agentes de la Federal me informaron que, “posiblemente sobre “junio de 2010”
“No creo que sea por los trabajos de restauración del famoso mural que tantos años estuvo abandonado en un contenedor en el puerto”, me dije mientras veía un bunker de construcción sobre el costado que da a Rivadavia con carteles anunciando la “recuperación de la plástica”, pero el caso es que toda la Rosada es hoy una fortaleza prácticamente inexpugnable.
Y recordé como la Casa Blanca, la casa de gobierno más famosa del planeta, el lugar donde se han tomado y de hecho se toman, las decisiones que afectan a la mayor parte del mundo, tiene tours que llevan al curioso a recorrer buena parte del edificio, debida y celosamente vigilados por los más sofisticados sistemas de seguridad del mundo, cosa que aquí hay, pero se usan para otras tareas quizás, menos nobles que la de seguir a contingentes de turistas.
Y me pregunto: ¿qué tanto se protege con tanta reja y con tanta distancia entre la gente y su casa de gobierno?.
¿Bajo que razones lógicas (¿o no?) se separa a la gente del contacto más directo con quienes rigen los destinos de la tierra que habitan?.
Creo, y me puedo equivocar, que el habitante común también tiene derecho a acceder a partes de su historia que es, la que al fin y al cabo, marcó parte importante de la senda que hoy camina.
Creo, y me puedo equivocar, que el habitante común tiene derecho a tener mayor contacto con aquellos a los que, de alguna manera eligió para ayudarlo a seguir manteniendo en su lugar a esta bendita tierra que algunos ocupan, otros poseen y unos cuantos comercializan como si fuesen los únicos dueños sin preocuparse de lo que piensan, sientan y digan, los que, pensando en que el futuro podría ser mejor, los votaron.
Una reja significa privación de libertad, más allá de lo ornamentada que pueda estar.
Y ni la democracia, ni la transparencia Con que debe de ser mantenida, pueden mantenerse encerradas, ellas son libres por derecho propio, más de 200 años de este tipo de gobierno en el mundo, lo justifican.

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