viernes, 17 de abril de 2009

Mons. Héctor Aguer se dirigió a los jóvenes

Queridos jóvenes de la arquidiócesis:

Me uno a la invitación que se les ha dirigido para participar de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Como ustedes saben, se celebra el IV Domingo de Pascua, llamado Domingo del Buen Pastor. En todas las diócesis se organizan encuentros de reflexión y oración ese día o la tarde precedente. Como yo estaré en Roma por esas fechas, quiero dejarles un cariñoso saludo y asegurarles que los tendré bien presentes en mi pensamiento y en mi oración. Espero que sean muchos los que acudan al encuentro que se hará en el Seminario Mayor “San José”.

La vida es, en realidad, una vocación: tiene origen, meta y sentido; es Dios nuestro Padre quien nos la da, quien nos colma con sus dones y nos atribuye una misión.

Pero con mayor razón debemos considerar como una vocación nuestra condición de cristianos. El Padre nos ha elegido en Cristo, para ser hijos en el Hijo, que es primogénito de muchos hermanos. Hemos sido llamados a seguir a Cristo como miembros de su Iglesia y testigos de su Evangelio en el mundo. ¡Demos siempre gracias a Dios por nuestra vocación cristiana! El verdadero cumplimiento de esta vocación es la santidad.

Dentro de esta llamada se destaca, como nos recuerda este año en su mensaje el Santo Padre Benedicto XVI, la peculiar iniciativa de Dios, que escoge a algunos para que sigan más de cerca de su Hijo Jesucristo y sean sus ministros y testigos privilegiados. La Iglesia particular de La Plata necesita muchos sacerdotes. ¿De dónde saldrán, sino de las familias cristianas, de nuestras parroquias y capillas, de los colegios católicos, de los movimientos en instituciones de formación y apostolado? Me parece que todo muchacho que quiere vivir en serio su cristianismo, que abriga en deseo de ser santo y no se contenta con ser “del montón”, tiene que preguntarse alguna vez si el Señor no lo está llamando a ofrecerse a la Iglesia para el servicio de sus hermanos, para ser un colaborador del Buen Pastor. Es maravillosa la misión del sacerdote: predicar el evangelio, educar en la fe al pueblo de Dios, comunicar la gracia por medio de los sacramentos, ser un intercesor con sus oraciones constantes, guiar a los fieles con caridad pastoral. Si surge esa inquietud, es preciso confiársela a un sacerdote para recibir de él orientación y poder discernir la voluntad de Dios. En el Seminario encontrarán siempre sacerdotes dispuestos a escucharlos y acompañarlos en el discernimiento.

Desde el comienzo de la Iglesia el, Señor ha llamado a muchas jóvenes a consagrarle a él su virginidad, y a dedicar su vida a la contemplación, al apostolado misionero y al servicio de la caridad. La virginidad consagrada en la vida monástica o en institutos religiosos es un tesoro precioso de la Iglesia. También hoy necesitamos chicas valientes y de corazón puro que quieran desposarse misteriosamente con Cristo y gastar la vida a favor del pueblo de Dios, especialmente de los más pobres. El mundo de hoy, tan corrompido, necesita este testimonio de desinterés y alegría.

El Papa nos pide que tratemos de comprender mejor cómo la confianza en la iniciativa de Dios modela y da valor a la respuesta humana. Espero que ustedes lo piensen ante Jesús, presente en la Eucaristía. Los acompaño afectuosamente y los bendigo de corazón.


+ HÉCTOR AGUER
Arzobispo de La Plata

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