martes, 11 de noviembre de 2008

COLABORACIÓN: El Día de la Tradición desde la Perspectiva Política

Para Volver a Volver y Estrategias del Tero


Por Juan Carlos Córica 

(10/11/08, jccorica@fibertel.com.ar)

 

Rodeados por las políticas culturales antiargentinas que vienen instrumentando los gobiernos “democráticos” que han colocado en el área a personajes de una misma especie como Marcos Aguinis, Darío Lopérfido, Torcuato Di Tella, José “Pepe” Nun, festejar este día compromete poner en evidencia elementos de concientización centrales. Desde la incongruente y falaz política multicultural hasta el sacarle la máscara a los preparativos del Bicentenario, pasando por mostrar lo que es la cultura, origen y función; reflexionar sobre el mensaje del Martín Fierro y darle una perspectiva política a la lectura de este día.


La Incongruencia más la Falacia de la Lógica Multicultural

 

La película estadounidense “El buen nombre” (2006) es presentada como la historia de un indio inmigrante con su familia a los EE. UU. Drama caracterizado como el proceso que se da en el joven al “buscar su identidad entre sus raíces hinduistas y su vida en ése país”. De este planteo sintético se habla de la cuestión multicultural como raíz de referencia para perspectivar lo que ocurre en la película.

El error o falseamiento de la cuestión nace de usar esta matriz como núcleo situacional de las nuevas identidades culturales de los pocos inmigrantes que el mundo presenta dentro de la globalización iniciada políticamente en los años 80 del siglo pasado. No es la situación de uno o varios individuos desde donde pensar este proceso de identidad sino desde los pueblos, desde la masa de personas y familias que han ido estableciendo y registrando una caracterología identitaria en la que recogen y sintetizan el acervo histórico que la vida social ha ido estructurando.

Si se quiere establecer que es entre raíces y vida los factores que le sirven a los seres humanos para construir su identidad cultural, como en el caso del protagonista de la película, se debe entender que el proceso tendrá una amplia variabilidad de situaciones sociales que impactan de ellos. Si sigue viviendo en un país en las antípodas de “sus raíces” es evidente que el factor “vida” a medida que se prolongue su estadía, mucho más si esa estadía tiene el horizonte de convertirse en permanente, irá teniendo una mayor preponderancia sobre sus raíces. El proceso puede ser distinto según sea amante de sus valores raigales que si no lo fuera. Pero sin duda, la situación de unos cuantos, no puede condicionar la de unos muchos, como pretenden las actuales políticas que la dictadura civilizada impone. El extranjero según sea venido de una nación de similar cultura o de una disímil, como en este caso, deberá procesar las diferencias a partir de reconocer el derecho democrático de las mayorías nativas. Para que no haya dudas, pensar este caso en una situación inversa, donde el protagonista fuera un estadounidense que decide radicarse en la India, tendría que procesar las diferencias culturales de igual modo pero siendo ella la que se adapte a la de los nativos de ese país oriental.

Así, lo que todo extranjero realiza es un proceso de adaptación que termina no en una multiculturalidad sino elaborando y definiendo una “identidad cultural” de orden mixto o mestizo. Salvo, claro, que decida encerrarse en la colectividad que vive en el nuevo país. La película en uno de los párrafos finales pone en boca del joven sólo una parcialidad conceptual significativa pero nada más que eso; dice “para nuestros padres que nos dieron todo”. También podría haber dicho, ya mucho más anciano, “para la vida que nos dio todo”. Cualquiera hubiera sido su última reflexión en nada hubiera cambiado la condición de identidad cultural del pueblo donde éste fue a vivir y termino viviendo hasta sus últimos días.

 

Qué es la Cultura

 

En mi libro “Identidad Cultural Argentina” señalo que: “Una de las preguntas centrales del texto es contestarse si, ¿es casualidad o causalidad la coincidencia de que la conjugación dialéctica de la política de a-culturación, más la imposición de la lógica de minorías, más la retórica del multiculturalismo, la diversidad cultural y el lesseferismo, favorezcan al ciento por ciento  al modelo neoliberal y su objetivo estratégico de globalización a partir de un proceso de desestructuración (destrucción civilizada) de los Estados-Nación, de los Pueblos-Nación? Interrogación sustantiva a la que se responde detalladamente, enunciando los qué, los cómo y los por qué.

Más adelante se dan tres definiciones de cultura que van aclarando su condición y función: (1) la cultura es transmitida, constituye una herencia social; (2) La cultura es aprendida, no es una manifestación de la constitución genética del hombre; (3) La cultura es compartida, es de una parte producto de interacción social humana, y por otra, un determinante de estos sistemas. La Cultura consiste en un sistema de símbolos pautados (preestablecidos) y ordenados que son objeto de la orientación de acción, componentes internalizados por las personalidades individuales y las pautas institucionales del sistema social. Para que una cultura (heredada) tenga influencia real sobre las acciones de los integrantes de una comunidad, debe ser ‘sostenida’ por uno o más sistemas sociales.

Como se advierte la relevancia del sostenimiento de la identidad cultural no deviene de una razón formal o ideológica sino de una necesidad central para que un pueblo mantenga su potencia y alcance sus grandes objetivos como comunidad organizada política y socialmente. En este sentido es que la tradición se constituya no sólo en el recuerdo de vivencia de pasado sino en la referencia viva de cómo ése pueblo ha ido forjando su derrotero, ha ido afrontando el devenir y actualizando los modos de alcanzar su fines. La tradición no se asemeja a un alimento que se come sino a un árbol que se cultiva y da frutos constantemente.

El Martín Fierro como Sentido o como Paradigma

Desde su publicación, el libro de Hernández ha soportado desde críticas abiertas a críticas encubiertas dentro de textos que tergiversaban su mensaje. El autor traduce en versos el relato de la vida del gaucho en la figura de Martín Fierro.

Por el año 1881 señalaba que: “Por asimilación, sino por la cuna, soy hijo de gaucho, hermano de gaucho, y he sido gaucho. He vivido años en campamentos, en los desiertos y en los bosques, viéndolos padecer, pelear y morir; abnegados, sufridos, humildes, desinteresados y heroicos”. Según biografía, tenía 9 años, y ya su madre fallecida, cuando a causa de una enfermedad los médicos recomendaron a su padre, capataz de las estancias de Rosas, que lo llevara a vivir al campo. Así fue que lo llevaron a vivir al sur al poblado de Camarones (Chubut). Allí entró en contacto con el estilo de vida, las costumbres, la lengua y los códigos que regían la vida del gaucho. Hasta los 18 años convive con ese escenario campesino. A los 23 años recién se radica en una ciudad, Paraná, provincia de Entre Ríos. Dentro de un federalismo mezclado, estuvo bajo el mando de Urquiza y luchó contra el gobierno de Sarmiento junto a López Jordán en la que se considera la última rebelión gaucha. Diputado en 1879 y Senador por la Provincia de Buenos Aires en 1881. 1872 es tomada como fecha de las publicaciones periódicas de lo que sería “El gaucho Martín Fierro”, en 1879 “La vuelta…”. En la carta que le escribe a quién sería el editor le dice: “Vd. que conoce bien todos los abusos y desgracias de que es víctima esa clase desheredada de nuestro país, no le niegue su protección”.

Ahora la pregunta es, si el gaucho resume la identidad de los argentinos o sólo expresa en esta figura al signo de la Argentina perseguida y atropellada por los poderes de facto. Aún sin poder dar una certeza de especialista, del texto y el contexto, uno intuye que el contenido de los versos y la historia que relatan, no tienen por objetivo una antropología cultural que describa a la identidad argentina. La identidad criolla, que es la del argentino, originada en la nueva raza nacida de la mezcla del indio con el español en más de tres siglos de vida en un mismo territorio, resulta más abarcativa que la del gaucho, quién representa una porción importante de aquella.

Los rasgos comunes aparecen centralmente en la actitud solidaria de Fierro ante situaciones y hombres que se cruzan en su derrotero como prójimos, seres necesitados de una mano, que él no niega. El rasgo más controvertido quizás no salga de la voluntad simbólica de Hernández, es la que ha sido acentuada por los críticos, es la que lo muestra como un desacatado, un anárquico, un bárbaro. Justo la figura para contraponer con la civilización y fundamentar el “no ahorrar sangre de gauchos”. Una proyección forzada, que saca de contexto el relato poético y se dirige a la intencionada búsqueda descalificadora. Hernández, como dice en su carta al editor,  muestra su intención central, la denuncia sobre “esa clase desheredada de nuestro país”. Es, por así decirlo, la figura trágica la que prende en su encendida poesía. Poesía que sí resulta la piedra angular de la literatura gauchesca. En esto aparece la condición de hito, testigo y signo de tradición para los argentinos, no lo otro, el usarlo como estereotipo negativo.

Una diferenciación que para nada intenta contraponer al criollo con el gaucho. Sino, por el contrario, porque creo que en estos tiempos donde los juegos colonialistas trabajan a destajo inventando una identidad ficticia para poner en la cabeza de la opinión pública(da) ante la cercanía de una fecha tan cara como la del Bicentenario de la Revolución de Mayo, corresponde subrayar estas cuestiones que como toda aclaración corre el riesgo de ser utilizada para oscurecer.

 

El Día de la Tradición y la Perspectiva Política

 

Cómo resalto en mi libro “Identidad Cultural Argentina” (2007), en este momento donde el proceso de a-culturación resulta ser uno de los ejes estratégicos de la dominación política, recordar y festejar este día significa pensar entre otras importantes cosas, concientizarse sobre la presencia de políticas institucionales que tienen por meta des-argentinizar. Para muestra en este sentido basta nominar a tres de los “ministros” de cultura que casi han “gobernado” en tandem: Marcos Aguinis, Darío Lopérfido, Torcuato Di Tella, José “Pepe” Nun. Pero hay otro dato más, la Ley de Educación promulgada en diciembre de 2006, mientras dedica un capítulo a la preservación de la integridad cultural de los aborígenes, no de la integración, no pone una letra donde se hable y se resalte la condición criolla de los argentinos. O sea que promueve la división y niega la unidad. Se promueve una política cultural “democrática” antiargentina

Posición políticamente correcta que empalma con lo culturalmente correcto y se completa con la instalación en la opinión pública respecto de la conveniencia de no políticas culturales. Para evitar dudas, valga el planteo expuesto en el suplemento Enfoques del diario La Nación en base a declaraciones de personajes típicos entre los que no faltaba el Secretario de Cultura, José “Pepe” Nun. Ahí, textualmente se decía señalaba que los entrevistados “Coincidieron en la necesidad de que la cultura sea materia de preocupación de un ministerio, de que el Estado aporte la infraestructura pero se abstenga de crear contenidos culturales (que no haga política cultural), y de que su acción se concentre en el interior del país, coordinada con la tarea de los ciudadanos y el aporte de las empresas privadas”. Que “los contenidos de las políticas culturales no las ponga el gobierno (representativo y democrático) sino el sector privado”.

Sigo señalando en mi libro, Identidad Cultural Argentina, que, “La política cultural, sin duda es estratégica para los pueblos-nación aún no desarrollados, ya que su elaboración, presencia y aporte inmaterial se convierte en fuerza material de voluntad política. Se constituye en poder que por su conexión e influencia con el nivel de cohesión social, genera y fortalece el capital social acumulando. Capacidad tanto de acción eficaz como de presencia disuasiva para desalentar maniobras de dominación externa. Desde ya que siendo la política cultural estratégica debe reconocérsele el rango de política de estado; elaborada a través de equipos multipartidarios y multidisciplinar de técnicos capacitados en cuestiones afines, pero con sentido nacional”.-

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